Parsimonia

Publicado el Jarne

Siempre nos quedará el gol de Nayim

Corría el minuto 119 de aquella final. Es el último minuto de la prórroga. Cedrún saca un balón largo que aterriza en el medio del campo. Poyet roza el cuero, que cae con fuerza  en el campo y rebota. Despeja Linighan, que cabecea hacia la banda derecha. Allí se encuentra Nayim. Controla con el pecho. Ve que el portero del Arsenal está adelantado, echa el esférico hacia delante y dispara un zambombazo desde más de 40 metros. Seaman toca pelota y los dos se empotran en las mallas de la portería. El Parque de los Príncipes se vuelve loco. El Zaragoza acababa de ganar la Recopa.

Nunca me ha apasionado el balompié. Veo los encuentros importantes, pero muchas veces es una excusa para quedar con los amigos. Me ha gustado más el fútbol por el mundo de sensaciones e historias que sen han creado a su alrededor, que por ver algo bello con la pelota. Los cuentos de Galeano, Historias del Calcio de Enric González, la sección de Deportes de El País o los reportajes de Jot Down no deberían faltar en la dieta de cualquier cultureta.

Hay una excepción. Hay un partido que no me importa ponerme y un gol que veo a menudo para levantarme el ánimo. Es la final de la Recopa entre el Arsenal y el Zaragoza y el zapatazo de Nayim que nos dió el triunfo. Un joven entrenador de la ciudad, Víctor Fernández, cogió el equipo a mitad de temporada y fue capaz de llevarlo a lo más alto. Para llegar a esa final y ganarla 2-1, el equipo maño se había clasificado gracias a ganar la Copa del Rey ante el Celta el año anterior y después de haber sufrido en semifinales ante el Chelsea.

Fiebre Maldini le hizo un especial hace tiempo y la historia mejora cuando más se ahonda en ella. Aragón, uno de los jugadores de aquel equipo, ya había intentado antes aprovechar la posición adelantada de Seaman. No le pegó bien y un balón suave llegó a las manos del portero inglés. Minutos antes de marcar el gol, Nayim creyó que iba a ser sustituido. Fue una equivocación del videomarcador. Con la entrada de Geri, hizo que pasara de jugar en la banda izquierda a la derecha, desde donde lanzó aquel zurriagazo con el que marcó un gol histórico.

Seaman y Nayim, la pareja perfecta contra la depresión.
Seaman y Nayim, la pareja perfecta contra la depresión.

Toda casa tiene donde haya un hincha del equipo maño tiene una historia sobre ese tanto. En mi caso, siempre pensamos en mi abuelo. Antonio Cubero, era aficionado y socio del Zaragoza. Todos los domingos que jugaba en casa se iba desde Pedrola, un pueblo cercano, a su cancha, la Romareda, para ver a los suyos. A veces, volvía afónico después del partido y le decía a su mujer que había cogido frío. Contaba aquella mentirijilla para no discutir con mi abuela por esa afición tan insana llamada fútbol.

Con el tiempo, le dio una embolia. Se contentó con ver a su equipo por televisión. Cada encuentro era un acto sagrado durante el cual nadie le podía interrumpir ni pasar entre sus ojos y la pantalla. Volvió a sufrir otro derrame y murió un día de Navidad del 93. Ese día siempre es un poco raro en casa. Durante la cena, nos acordamos de él. Siempre comentamos que hubiera hecho si hubiera vivido para ver ganar aquel título. Siempre he pensado que se hubiera muerto en paz. Uno se puede morir tranquilo después de haber vivido aquella final.

Otro apasionado del Zaragoza es mi padre. Recuerdo ver junto a él aquel partido. Cuando marcó Nayim, empezó a dar botes y a gritar como un poseso. Dejó registrado en VHS aquel momento histórico. Era la cinta sagrada. Cuando me dio por grabar los episodios de Dragon Ball para dibujar a los personajes, utilicé todas los vídeos que tenía por casa. Todos los éxitos ochenteros de mi progenitor, desde Indiana Jones hasta Las Guerras de Galaxias, tienen entremedias capítulos de Goku y compañía. Todos menos uno, ya se pueden imaginar cuál.

El Zaragoza ha tenido después buenas y malas temporadas. Ha hecho varias temporadas meritorias, tuvo posibilidades de ganar la Liga y consiguió un par de veces la Copa del Rey. También ha bajado un par de veces a Segunda División y ha estado a punto de desaparecer por problemas económicos. Sólo se ha salvado gracias a la intervención del presidente de Telefónica, César Alierta. Últimamente ha aparecido en los medios por sospechas del amaño de un partido donde nos jugábamos el descenso.

Para lo bueno y lo malo que venga, siempre nos quedará el gol de Nayim. Siempre quedará esa cinta de VHS para los más viejos. O para los más jóvenes, ese video de Youtube que ponerse cuando estás un poco triste. O cuando tu equipo es incapaz de ofrecerte nuevas sensaciones más allá de la posibilidad de acercarse a los puestos de arriba y fantasear con subir de categoría. Mientras dure la travesía por el desierto, siempre nos quedará París y la cara de Seaman después de aquel derechazo.

P:D: Ayer se cumplieron 20 años de aquel gol. Gracias Zaragoza, gracias Nayim.

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