Parsimonia

Publicado el Jarne

Los zaristas, el servicio y la Revolución

Manuel Vázquez Montalban, uno de los mejores escritores españoles del último tercio del siglo XX escribió Un polaco en la corte del rey Juan Carlos. En aquel libro, Montalbán daba cuenta de los últimos años del socialismo de Felipe González. El PSOE resistía tras las murallas envejecidas del poder mientras las hordas bárbaras comandadas por José María Aznar se disponían a entrar en la ciudad sitiada.

Vivimos unos tiempos parecidos. El partido en el poder, entonces el PSOE, hoy el PP, se resquebrajaba por sus luchas internas, los casos de corrupción y la crisis económica. Con una gran diferencia: las magnitudes de hoy son muchos mayores. Tenemos un país donde no paran de crecer las desigualdades, con un paro asfixiante y rescatado e intervenido por Europa. La crisis de los 90 es un juego de niños comparado con la situación en la que nos encontramos ahora.

Los bárbaros que entonces amenazaban el poder eran los conservadores. Los socialdemócratas se habían convencido de que serían eternos tras la victoría del 82 y con un líder como González a al frente. Delante tenían a José María Aznar y a un PP refundado que buscaba distanciarse de la derecha franquista. Un hombre al que los socialistas dibujaban sin carisma y arrogante con un partido heredero del franquismo. Y sin embargo,  Aznar ganó las elecciones.

Contaba Montalbán que aquellos soberbios socialistas le recordaban a los zaristas de la Revolución Rusa que dibujaba John Reed en su libro Los 10 días que conmovieron al mundo. Aquella aristocracia rancia y de origen inmemoriable  que había estado ostentado el poder durante tantos años no se podía creer que fuera a ocurrir una revolución. No se podían imaginar a los campesinos y criados sentados en la Duma.  Lo que vino después es Historia.

Pues algo similar volvemos a ver en España. Gran parte de aquellos perroflautas que se juntaban en las plazas en asambleas, adictos a las manifestaciones y sentadas, se cansaron de aquello. Vieron que había que encontrar otra forma de canalizar el descontento. Dejaron a un lado las pancartas y los silbatos y crearon un instrumento para articular el cambio: Podemos y las distintas candidaturas de «unidad popular».  Se han hecho con las principales alcaldías de España y han sido imprescindibles para volcar las CCAA hacia la izquierda.

¿Qué han hecho los populares para pararlos? Nada. Habría que matizar: nada serio. Lo único que se les ha ocurrido decir es que traerían la ruina y que son la viva encarnación del mal. Que el principal partido del país y que siempre ha presumido de contar equipos solventes y experimentados recurra a este tipo de campañas muestra hasta qué grado la prepotencia se ha instalado en una parte de los altos dirigentes del PP.

Parece que los actuales seguidores de Nicolás II no advierten los tiempos que vienen. Han sufrido el mayor varapalo en unas elecciones locales y autonómicas en los últimos 35 años y no hay indicios que reaccionen más allá de vender la recuperación económica. Si siguen así, los bárbaros van a tomar la ciudad y el servicio se va a hacer con el Palacio de Invierno. Les quedan tres meses para moverse o en las próximas elecciones generales veremos la última carga de la caballería polaca.

Cuadro de El Lissitzky: "Golpea al ejército blanco con la cuña roja".
Cuadro de El Lissitzky: «Golpea al ejército blanco con la cuña roja».

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