Estoy estudiando a muerte el leño de Tributario II. La verdad es que no es nada nuevo. Cualquiera que haya estudiado esta asignatura sabe que para sacarla hay que echarlo todo para obtener un aprobado raspado. Toca el tema de la Inspección y me ha venido a la mente una anécdota de la Agencia Tributaria española y de los Trogloditas, la banda de Loquillo. Hacienda siempre da grandes y jugosas historias. Mucho más si lo mezclas con una banda de rock donde había gente que no sabía qué era una declaración de la renta.
Contaba Loquillo en una entrevista cómo vivía aquella época con Trogloditas. Giras interminables, drogas, rock, sexo, dinero a espuertas, bares abiertos después de los conciertos; los clásicos del rock. Además, con el agravante de ser la época de apogeo de Loquillo y los Trogloditas, finales de los 80 y principios de los 90.
El mejor momento de Loquillo. Después de la Movida, supo hacerse un hueco en el rock español y tocar el cielo. Maduró, refinó el sonido y dio algunos clásicos al rock patrio como La mataré, Cuando fuimos los mejores o Cadillac solitario, con las geniales letras de Sabino Méndez.
Una época de drogas. Afina Loquillo: “Te metías de todo. Estábamos todos los días colgados”. De atracadores como Dani el Rojo, que asaltó cientos de bancos y que se mezcló con el Loco por aquellas fechas y al que Carne Cruda dedicó un programa. Una buena época. Justo antes de que empezaran las limitaciones de horarios a los bares y los estragos la heroína. Buenos años para tener una banda de rock como Los Trogloditas.
En aquellos tiempos, ganó mucha dinero. Él y todo su grupo. A raudales. Repartían el botín entre los miembros del grupo y fuera. Se fundían los cuartos y procuraban que durará hasta el siguiente concierto. Bolo, plata y diversión; un círculo vicioso inmejorable.
Pero amigos, llegaron los chicos del “Hacienda somos todos”. La Inspección apareció un buen día y les dijo que por favor les presentarán la contabilidad, las facturas y todos los justificantes habidos y por haber. Y los cogió en bragas porque, simplemente, no existían esos documentos.
No habían declarado nada. Había gente que no había pagado a Hacienda en su vida. El concepto de liquidación era una novedad para unos músicos que vivían como gitanos según el Loco.
Al final, regularizaron su situación, pero se quedaron sin blanca. La época de su vida en que más dinero habían ganado y mejor se lo habían pasado, terminó pasando por la caja del Estado. Poco después, algunos miembros asumieron que tenían graves problemas con las drogas y dejaron el grupo. Los Trogloditas continuarían todavía unos años más, pero ya habían perdido el brío de antaño. Quizás les pesara todo el dinero que habían pagado a Hacienda. Y es que no hay nadie que escape al largo brazo de la Administración Tributaria. Ni siquiera a los roqueros.
Luché contra la ley según Loquillo y Fito.