Parsimonia

Publicado el Jarne

Un fin de semana en Corbynland

Hace casi dos semanas estuve en la conferencia alternativa del Partido Laborista en Brigthon, al sur de Inglaterra. Organizada por Momentum, la organización que surgió después de que Corbyn, un viejo izquierdista y estrella del rock sobrevenida, ganara el liderazgo del Labour. Así fue un finde con los corbynistas.


¿Cómo podríamos describir Brigthon? Quizá como la California británica. Tiene punkies que recorren la ciudad con un baflé atado a un carrito de la compra mientras suena a todo trapo The Clash o sus progres de salón que han cundido por medio mundo. También es una ciudad de surfistas y acogedora con la comunidad gay. Me quedé con ganas de conocerla mejor.

Una de las primeras conferencias que vimos fue sobre si Reino Unido (RU) después del Brexit debería de tener algún tipo de acuerdo que permitiera el libre tránsito de trabajadores y de mercancías. Guardamos cola pacientemente como buenos ingleses y nos dispusimos a escuchar a los ponentes.

Quizá el posbrexit sea el tema que más divide al Laborismo. Una parte de la vieja izquierda sindical lo tiene claro. Es muy difícil hacer sindicalismo en esos sectores, con trabajadores extranjeros que van y vienen, centros de trabajo pequeños y donde organizar algo y darle continuidad es imposible. Una sindicalista polaca de Edimburgo apeló al internacionalismo de los trabajadores, un concepto viejo pero que no haríamos mal en desempolvar.

LOS CORBYNISTAS

Por la noche fuimos a la fiesta que organizaba Momentum en Syenergy, el pabellón principal. Estaba decorado con carteles en apoyo a Corbyn. Había afiches muy contudentes y creativos; no era el típico material que suministra una agencia de publicidad. Me recordaron mucho a los carteles que se hicieron hace un par de años cuando Manuela Carmena ganó la alcaldía de Madrid y se movilizaron muchos artistas a su favor.

En esa fiesta es cuando vi que el apoyo a Corbyn es un movimiento de clases medias urbanas muy diverso. Allí me encontré una abuela hippie que había sido profesora y estaba jubilada. Me explicó que «habían retomado el Partido Laborista» y que «ahora podrían elegir entre izquierda y derecha y no entre los que son tories y los que no son tories«.

En ese mismo lugar había una serie de fotografías en blanco y negro con varias personas que habían participado en las últimas elecciones. Sobre todo era gente joven. Al retrato le acompañaba un breve texto en el que explicaban lo que les había producido aquellas elecciones.

Copié literalmente uno de los fragmentos: «Staying together until the early hows felt like a privilege, to see thorugh a new dawn led by JC, who had delight created a shift in our generation: our future´s and politics suddenly pregnant with possibilities». 

Estas esperanzas renovadas en la política me recordaron al 15M y a las elecciones de mayo de 2015. Es como si la gente de Podemos y las mareas se hubieran hecho con el Partido Laborista. En este caso, en lugar de crear un partido nuevo, han aprovechado la extrema debilidad del Labour para hacerse con él tras las elecciones que perdió Ed Miliband.

En un sistema electoral mayoritario, militar en pequeños partidos o montar un nuevo partido es bastante complicado porque tienes que ganar en tu circunscripción para obtener el representante. Así que una alianza de viejos izquierdistas, jóvenes y sindicalistas tomaron el Partido Laborista, lo han revitalizado y han ampliado para construir una máquina de guerra electoral con capacidad de ganar elecciones, o por los menos, disputárselas a los tories.

Un ejemplo de ello es George, un ex militante del Partido Verde. Lo había dejado para entrar en el Labour. Los izquierdistas que andaban desperdigados en las mil causas que uno puede imaginarse han acabado apoyando a Corbyn, que ha polarizado al país sobre un nuevo eje.

El abuelo ejerce de estrella del rock y mesías de la revolución con camisetas, libros o tazas. Cada fiel tiene su petición y le pide al santo que se acuerde de lo suyo. Corbyn los tiene en cuenta y vela por sus intereses porque en 30 años ha apadrinado todas las causas perdidas por las que ahora le piden.

Después de los tiempos de Tony Blair, donde el Labour se desideologizó para ganar -Blair ganó tres elecciones, no se debería olvidar- y caminó hacia la derecha, el partido necesitaba un líder distinto para otros tiempos. Después del pragmatismo del Nuevo Laborismo, se necesitaba alguien más auténtico para  volver a conectar con los tradicionales votantes. La respuesta era Corbyn.

Una de las cosas más llamativas es como la gente hablaba de socialismo. Una militante me dio una buena respuesta y me dijo que estos debates ya los habían tenido en el partido en los años 80. Si uno mira las propuestas, no eran tan radicales. El manifiesto de Corbyn es un programa socialdemócrata básico, pero con el movimiento del eje a la derecha en los últimos 30 años, parece revolucionario.

Por cierto, los laboristas puede que tengan el apoyo de los mejores expertos políticos en redes sociales. Si uno ve algunos de los vídeos y videojuegos que han sacado, se queda embobado. También tienen unas comunidades activas y enormes y están en contacto con la gente que le hizo la campaña a Bernie Sanders.

LOS SINDICATOS

El lunes estuve en las charlas de los sindicatos. Hablar de grandes sindicatos es hablar de gente organizada en el sector público. Profesores, enfermeros, ferroviarios. En la charla se mostraron a favor de la renacionalización de algunos servicios públicos y pidieron que el Labour volviera a ser su partido, que para eso lo habían creado hace más un siglo. Como trabajador precarizado, uno les escucha y siente que viven en otro universo.

También estuve en charlas con los sindicatos más pequeños que fueron bastante más interesantes. Son estos los que se encargan de la representación en los sectores precarizados. Trabajadores de la limpieza, comida rápida u hostelería. Hacen un sindicalismo de guerrilla: son ámbitos de trabajo donde los trabajadores cambian de un mes a otro, algunos con escaso conocimiento del inglés y en sitios muy pequeños.

Allí estaban algunos de los trabajadores que habían comenzado la primera huelga de la historia contra Mac Donald´s en Inglaterra. En aquella charla también hubo una especie de taller de cómo hacer tu propia huelga con una abogada que había hecho un par con éxito y ya era una experta.

OTROS

Otra de las cosas que más me llamó la atención que nosotros éramos de los pocos extranjeros que estaban en este tipo de actos. Escuché mucho inglés y casi nada de otras lenguas. Había gente que llevaba mucho tiempo en Inglaterra y se notaba que eran de fuera por su acento, pero llevaban ya muchos años aquí. El Partido Laborista tiene trabajo para integrar a gente como nosotros.

También estuve viendo a Ken Loach en un debate infumable sobre arte socialista que se alargó más de lo debido y que hizo que me perdiera a Jeremy Corbyn y a Owen Jones el domingo por la tarde. Meter arte y revolución en la  misma charla debería haber sido algo mágico, pero fue un leño insufrible.

Me quedé con muy buenas sensaciones y con algún pero. El Labour se ha revitalizado y es una opción viable de gobierno después de las pasadas elecciones. Tengo esperanza en Corbyn y los corbynistas, pero la izquierda inglesa sindical es un desastre (sí, siguen existiendo) y a ambos les queda trabajo para integrar a los trabajadores europeos, entre otros colectivos que eché en falta.

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