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Cita del Sur IV: La intimidad (creativa) de Günter Grass

La caja de los deseos (Alfaguara, 2009)
La caja de los deseos (Alfaguara, 2009)

 

El alemán Günter Grass consagró en su obra un legado que constituye una reconstrucción literaria (que no excluye lo histórico) de la guerra y de sus consecuencias. Nos recuerda cómo el sonido de las armas queda retumbando en las mentes de quienes vivieron el conflicto, la violencia y la insensatez. Los resultados de tales eventos son lógicos: pobreza, destrucción, desencanto con la humanidad. No obstante, más allá de eso, un acontecimiento -en sentido filosófico- marca por completo la vida de alguien, y por ende cambia todo lo que de allí en adelante se produzca. Ya no va a ser igual convivir con alguien, bailar, salir a pasear o discutir por cuál equipo de fútbol es mejor. Los conflictos bélicos son tan devastadores que no les basta corromper el presente, sino que dejan rimeros de dolor, enojo o tristeza para el futuro.

En La caja de los deseos, uno de sus libros autobiográficos (y segundo de la seria iniciada por Pelando la cebolla), utiliza a los hijos de un viejo escritor alemán, autor de un libro llamado Años de perro, para narrar cómo se vivió durante y después de la segunda guerra mundial (acontecimiento que observó Grass en todo su apogeo). En este libro personal se refleja lo mencionado anteriormente: una sigilosa sombra que se mantiene intacta entre la segunda generación después del conflicto. Los hijos del escritor todavía hablan de la labor de su padre y de todo lo sucedido en el escenario distante de la violencia; de cómo eso alteraba las relaciones entre ellos y entre el alter ego de Grass y sus mujeres. Una situación como la que vivieron no se olvida, solo se aplaza, una y otra vez, hasta que llega la próxima vez de ponerla ‘sobre la mesa’.

Por todo aquello, la cita de esta semana es con el hombre de la pipa (ver imagen). Un momento de tensión en el que el silencio se confunde con un ruido ensordecedor:

“Porque él y su nueva mujer se peleaban demasiado (…) Con nuestra madre eso no pasaba. / ¡Es cierto! Nunca vi que los dos discutieran realmente a voces… / No cuando estábamos cerca. / Cuando los dos dejaron de hablar, de reírse y de bailar como locos, se quedaron silenciosos, lo que era igual de malo. / Tal vez incluso peor que una pelea, que puede ser ya bastante mala. / Tal vez al final no había ya nada sobre lo que pudiera pelearse.” Günter Grass (La caja de los deseos)

 

Gunter Grass
Gunter Grass

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Vea también en Pareidolia del Sur: A propósito del silencio, un artículo de Ana Queiroz:

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