Otro mundo es posible

Publicado el Enrique Patiño

Sobre ‘El don de la vida’, de Fernando Vallejo, y ‘Adán en Edén’, de Carlos Fuentes

destacado-marzo-2010

A Fernando Vallejo se le deben admirar su capacidad de tener posturas contradictorias a las de la mayoría y de atacar frontalmente temas que le duelen y le molestan, como en el caso clásico de sus críticas a la Iglesia. Esa postura, que pocos asumen, lo hace tan odiado como amado, tan vilipendiado como vitoreado. Y esa división se da de nuevo ante su nuevo libro ‘El don de la vida’, en el que asume un radical ataque contra todo lo existente, a partir de la figura de un hombre que se parece demasiado al autor, pero que es en realidad un recurso literario de Vallejo para ser él mismo sin necesidad de asumir su nombre.

Sin embargo, ese ataque radical, ese quizás inmenso insulto que es el libro, esa rabia visceral que es la historia del hombre que guarda como un tesoro, quizás el único, su colección de muertos, y que despotrica contra todo lo que pasa y ve, se difumina en el propósito de atacar. Vallejo, que tan bien domina el idioma, se queda quizás en el propósito de herir y de lanzar diatribas y no hila una historia que atrape al lector. La rabia es bendita para la literatura, es la fuente de la que beben buena parte de sus historias. Pero la narración también lo es.

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Carlos Fuentes, por otra parte, vuelve con un libro en el que se arriesga en el lenguaje, como casi todos sus obras, esta vez desde el punto de vista de Adán Gorozpe, un millonario convertido en poderoso gracias al golpe de suerte de haberse casado con una mujer de sociedad. Su acercamiento al poder y su despotismo, su cinismo sin escondederos y su realidad doble van más allá de la narración, que por momentos se torna coloquial, pero de inmediato pasa al ensayo o al chisme, y adopta tantas posturas como el personaje mismo o las necesidades de la historia. No es una literatura fácil, y sí por el contrario riesgosa.

Pero Fuentes está acostumbrado a esos lances. Y a través de esta novela, narra cómo el poder del narcotráfico, de la corrupción, de la violencia y el crimen organizado están azotando a México. Es un ejercicio periodístico que no lo parece, pero que lo demuestra en la documentación que sutilmente va presentando el autor y que termina convenciendo al lector de que algo turbio se cocina no sólo en sus páginas, sino también en su país y más allá de sus fronteras. Es esta historia, que parece desordenada por su misma estructura pero que no deja un sólo hilo suelto, sigue Fuentes retratando a su país, a su sociedad y a América Latina. Escrita con el aparente desorden de nuestra sociedad, pero con la libertad del género, «esta novela pasa mañana», dice Fuentes. Lo que podría significar, más bien, que se recordará mañana más que ahora, cuando entendamos que lo que ahí dice no es un mero ejercicio de escritura, sino un reflejo de nuestros  tiempos.

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