Lloviendo y haciendo sol

Publicado el Pilar Posada S.

Por la tele

Anoche, antes de caer rendida, volví a verlos en la tele. Hablo de los candidatos -y la candidata- hablando ante micrófonos y cámaras que los meten, como Pedro por su casa, a los cuartos, piezas, salas y comedores de ene mil colombianos.

Ciudadana común, pensé y sentí muchas cosas. En voz alta las voy diciendo para que mis hijos no traguen entero lo que va vomitando la tele.

Doña Noemí está como en el reinado de Cartagena. Cuando tiene cámara por delante no deja de sonreír -¿será que cree que la seriedad es algo malo en una mujer?- y de hablar como señora paisa, hermana de la Virgen, prometiendo bendiciones aquí y allá. Me cae gordo su tono alharaquero, caviloso, risueño, dulcete. Nunca le oigo nada que me despierte lo que llaman simpatía de género.

Vargas Lleras se está poniendo cada vez más bravo. Entrenado en las lides del micrófono y la cámara, va hablando, con su tono guerrero y desfachatado, como si nada. Más duro, se las cantó anoche a los de la U: que no lo frieguen, que se busquen su vicepresidente. Y que dejen la corredera a última hora. Ya la casa quedó sin terminar de barrer. ¡Suelten la escoba, muchachos!

Mockus la embarró, y fea. ¿Cómo dice contra el Polo lo mismo que dice la recontra derecha? No querrá, por Dios, que vuelva a pasar en este país lo que pasó con la Unión Patriótica. Profesor Mockus, amárrese la lengua, piénselas más antes de largarlas. ¿No ve que un sector de la izquierda pensaba votar por usted, para hacer el voto útil? ¿O es que, como dijo Petro, afirmó eso para ganarse los votos de la derecha? Si es así, délos por perdidos. Ya tienen dueño.

Petro me recuerda un profesor inteligente y marrullero que tuve, del que sentía que aunque su brillo me atrajera debía mantenerme siempre a prudente distancia. Era y es asunto de vísceras. ¿Dónde aprendí a oír lo que me dicen los intestinos? En la vida, porque cuando no los oía me iba mal.

Y vi a Santos, el que ahora se hace llamar Juan Manuel y hace su campaña dándole gracias al Espíritu Santo, caminando por el centro de Medellín, con los ojos cada vez más chiquitos y el rostro cada vez más abotagado, sumado a una manifestación de agradecimiento a Uribe por los favores recibidos. Eso sí es mucha astucia, no friegue. De la Trinidad bendita, escogen ahora al alado que vino a soplarles en Pentecostés a los apóstoles todos los secretos, todas las verdades.

En la Plaza de Bolívar me mostraron a Robinson Devia en huelga de hambre, encadenado y con candado. Recordé a Moncayo en la misma plaza, con otras cadenas.

También vi a Pardo, serio perdido, criticando el afán que tienen los que ya casi se van por adjudicar el tercer canal. Sombrío, cansado, con sus bolsas de siempre bajo los ojos. Los años y las campañas presidenciales se dejan sentir.

Hay uno que no vi. Recuperándose de su fractura y cirugía. ¿Estará haciendo campaña por Twitter? Lástima que no se le pueda ver al lado (literal) de Mockus en esta recta final. Esto es pelea de gladiadores y cualquier paso puede convertirse en un mal paso.

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