Milena Agudelo Trejos
He vivido los momentos de forma transitoria, casi al paso de estrellas fugaces que han dejado un sin sabor en mi alma. Marcas con profundas cicatrices de tristeza y alegría en mi vida.
He reído en compañía de inigualables personas al son de rockolas privadas. He llorado en la intimidad de mi habitación con el complemento ideal entre almohada y cobija.
He tenido grandes encuentros gastronómicos con amores furtivos que nacieron de las entrañas de la traición. He compartido infidencias entre lloronas porque me he perdido de mi camino tras querer ir más allá de lo real.
Finalmente he vivido. No me aferro al pasado. El ahora trae consigo un nuevo abrir de ojos con mayor efervescencia dentro de mí. Trae ilusiones y sueños para agregar a mi lista de vivencias y experiencias, a veces tan intangibles al exterior pero enriquecedoras dentro de lo que soy.
Entendí que vivir es simplemente dejarse llevar sin nubes grises en la cabeza, con la plena convicción de que pase lo que pase siempre habrá un nuevo día, cargado de gratos recuerdos y sinceros afectos.
Vivir me ha hecho una guerrera poderosa. A ratos, marioneta del mejor postor. Me ha dado la opción de elegir, equivocarme y redimirme. Ser recompensada o castigada; imaginar que detrás del sol no queman más el olvido.
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