Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

La soledad de los hipócritas

 

surrealismo208

 

Adriana Patricia Giraldo Duarte

Llevo varios meses mordiéndome la lengua para no contestar a las mentes pequeñas.  También me han hecho daño y juré que no iba a responder a sus provocaciones.

Prefiero contar en mi inventario privado, los privilegios de conocer las dos caras de la moneda.  La fuerza de saber que ella es una mujer de coherencias, así a veces suene a despropósitos inentendibles.  La idea de perdonarlo a él, anticipadamente, por arbitrario y absurdo.

Yo la conozco. Yo la he visto en sus risas y en sus lágrimas.  Sé que como a pocas, ya ha dejado de preocuparle la soledad y que la palabra derrota no hace parte de su léxico.

Se lo he dicho a ella, al oído, porque es la única a quien le importa.  Se lo he dicho algunas veces, sin el eco ensordecedor de lo público. A ella, que como muchas lloronas, ha conocido la soledad de los hipócritas, de los farsantes, de los agresores.

Y se lo he dicho porque camina con convicción, porque puede soltar sus juicios con la fuerza de su verdad, y al otro día mirarlo a los ojos para bendecirlo con su opinión.  Incluso a usted, que camina bajo una sombrilla que ya no lo protege de los odios.

Incluso a usted, que se esconde jugando a querer ser Dios, que se escuda en las peores palabras, porque es incapaz de superar su pequeñez.  A usted no lo conozco y aun así sé que es de la misma estirpe de los traicioneros.

De los que cambian opiniones por un mensaje público que le alimente el ego, de los que aman su menor categoría, de los que usan los espacios convencionales para agredir.

Conozco más que nadie la vaga mirada de los farsantes. Ella me los presentó.   Y los he derrotado con una sonrisa.  Les  he demostrado que la vida se juega con cartas limpias, que es posible decir lo que pensamos y que la firmeza se mide en acciones gallardas de perdón y olvido.

Los veo a todos, cada uno con sus soledades, y me quedo con la de las mujeres, solo porque ellas pueden llorar como yo, decírselo a una amiga y abandonar a los hipócritas sin límites que necesitan otras armas de guerra.

La nuestra se vive en privado y se respalda en el abrazo eterno y solidario de mujer a mujer.

Salga de la sombrilla.  No sea cobarde. También bajo la lluvia nosotras tenemos otro camino.

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