La tortuga y el patonejo

Publicado el Javier García Salcedo

Las ‘perlas’ de la corona española

Luego de que se hiciera pública la carta que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) le envió al rey Felipe VI de España con motivo de la próxima celebración de los 500 años de la caída de Tenochtitlán, les españoles, con algunas honrosas excepciones, pelaron el cobre. En su misiva, AMLO exhortaba al rey Felipe a reconocer los agravios que los pueblos indígenas de México sufrieron como consecuencia de la conquista, y a ofrecer públicamente sus disculpas con el fin de dar inicio a “una nueva etapa plenamente apegada a los principios que orientan en la actualidad a nuestros respectivos Estados […]”. La airada respuesta del gobierno español no se hizo esperar; cito: “El Gobierno de España lamenta profundamente que se haya hecho pública la carta que el Presidente de los Estados Unidos Mexicanos dirigió a S. M. el Rey [sic] el pasado 1 de marzo, cuyo contenido rechazamos con toda firmeza. La llegada, hace quinientos años, de los españoles a las actuales tierras mexicanas no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas. […]”.

Así las cosas, y mientras que en algunas latitudes se discute hasta qué punto está justificado compensar en términos monetarios a les descendientes de las víctimas de la diáspora africana, parece claro que muches españoles todavía bregan a la hora de hacerse de una concepción mínimamente realista y honesta del proceso de conquista y colonia que llevaron a cabo sus ancestres y del cual, quiéranlo o no, se han visto beneficiades.

Del argumento que despliega el comunicado transcrito, es tan escueto que apenas merece comentario. Supongo que lo que quiso decir el gobierno español es que es inapropiado juzgar a la luz de sistemas morales contemporáneos las acciones que personas de otras épocas realizaron amparadas por otros sistemas morales—a lo cual inmediatamente se debe replicar: Por qué? Por qué es inapropiado evaluar las acciones de una persona (física o moral) a la luz de un código moral que no sea el suyo? Esto no es obvio. No pensamos que la acción de segregar a una persona judía (en tanto judía) deje de ser execrable por el hecho de ser recomendada por el manual de buena conducta Nazi. Por supuesto que, para un Nazi, segregar a una persona judía es algo bueno. De manera análoga, es posible que Pizarro no pensara que matar a un infiel como el Inca Atahualpa era algo malo, o que el código moral de su época no lo juzgaba así. Pero eso no significa que la acción de Pizarro no haya sido infame o que el código moral de la época de Pizarro fuese justo. Tampoco significa que cuando nosotros, personas del siglo XXI, descalificamos las acciones de los conquistadores del siglo XVI, estamos necesariamente pecando de anacronismo. Pues en muchas ocasiones, la descalificación que realizamos apela a valores que no les eran ajenos o desconocidos a las personas enjuiciadas. Sistemas morales que exaltan la fundamental igualdad de todo ser humano existían ya en Occidente al menos desde los estoicos. Incluso el evangelio que los conquistadores españoles (y la propia corona) decían promover, no se precia de ser una religión del amor, la compasión, la fraternidad? Y no son éstos precisamente los estándares bajo los cuales juzgamos que la conquista  y colonia española, por decirlo de manera mitigada, quedó a deber?

Otros argumentos no corren con mejor suerte. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, comentó que quien debería pedir perdón es el propio AMLO, ya que México, que “desde hace 200 disfruta de plena soberanía como país independiente, tiene todavía a tantos millones de indios marginados, pobres, ignorantes y explotados”. Pero, señor Vargas Llosa, no cambie el tema. Nadie niega eso. De hecho, AMLO mismo ya admitió la necesidad de tal medida. Sin embargo, no deja de ser curioso que usted admita que el estado mexicano debe disculparse por las condiciones de marginación en las que ha mantenido a sus propias comunidades indígenas, y que a la vez rechace que la corona española pida disculpas por la ley de sangre y fuego con la que sometió a muchas comunidades indígenas de la Nueva España. Por qué el doble rasero? Quizá porque los actuales descendientes de estas comunidades no otorgan Premios Príncipe de Asturias?

Para concluir, permítanme considerar un ‘argumento’ más, muy sonado, del escritor español Arturo Pérez-Reverte, quien así reaccionó en Twitter al enterarse de la petición de AMLO: “Que se disculpe él [AMLO], que tiene apellidos españoles y vive allí [en México]”. Es difícil, en verdad, sondear la ‘gilipollez’ de esta declaración. De entrada noten que Pérez-Reverte no se restringe a afirmar: «que se disculpe AMLO que tiene apellidos españoles», porque esto le hubiera obligado a admitir que él, que también tiene apellidos españoles, debería ofrecer una disculpa. Por eso agrega: «…y vive allí», como si precisar tal cosa le fuera de alguna ayuda en su argumento. Olvida que AMLO en su capacidad presidencial representa a todes les mexicanes y que es en tanto presidente de México (y representante de las comunidades indígenas mexicanas en particular) que pide disculpas a la corona española, no a título personal. Por consiguiente, señalar las cualidades o defectos de AMLO en tanto figura privada es, en este punto, francamente irrelevante–un burdo ad hominem, un artilugio retórico que sólo pretende eludir la cuestión de fondo que abre la carta de AMLO, y que atañe la responsabilidad histórica que tiene la corona de España (una institución que aún pervive) en la promoción de sendas y sistemáticas violaciones a los derechos humanos de las comunidades indígenas en tiempos de la conquista.

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