En contra

Publicado el Daniel Ferreira

La obra completa de Jesús Zárate

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Jesús Zárate. Obra completa. UIS-FUSADER

Las columnas de Jesús Zárate y los cuentos firmados con su seudónimo Zalacaín son las lecturas que me han acompañado estos días pasados por tanta lluvia. Mientras Hidroituango se derrumba y en Santander se desbordan los ríos y Petro llena plaza públicas, en esta cabaña me dedico a examinar asuntos de urgencia a finales de los años 1948-1954. Lo que parecen datos periféricos, el debate por la altura de las faldas de las mujeres que para 1949 se habían ido volviendo muy cortas, las repercusiones mundiales sobre el embarazo de Ingrid Bergman o el montaje de la primera exposición del jovencísimo León Posada, despiertan en mi una emoción y una viva curiosidad por la relativa perspectiva de lo actual y me lleva a interrogar en los textos de Zárate cuáles son los mecanismos internos de los saltos generacionales.

Se escribe para el tiempo en el que vives. Se escribe con el lenguaje público de tu tiempo. La estética es lo que hace que la prosa sea fulgurante en cualquier tiempo. Las historias de vida de la comunidad en que vives son más perdurables que las ideas, porque los prejuicios cambian, incluso las ideas de avanzada se vuelven retrógradas. Siete décadas después lo que parecía ser galante deja de serlo y se vuelve cursi o políticamente incorrecto. Una columna sobre el gusto de los hombres por las mujeres sería hoy blanco fácil del movimiento #metoo, por ejemplo. El tono de una columna está atado al yo. No hay grandes causas que defender sino una ética individual, y eso trasciende en las ideas que otros van a hacerse de ti por lo que opinas de forma pública, tanto si te llamas Zárate Moreno o George Orwell. Con el paso del tiempo la mirada personal adquiere volumen mientras los hechos reales (acontecimientos históricos) se vuelven secundarios: es al menos lo que nota Zalacaín de gente influyente como el columnista KLIM. Sociedad no equivale a cultura. Lo que un pueblo entiende por cultura (alta cultura, baja cultura o cultura popular) es mudable según la sociedad en que se vive. Un festival de música hecho en un pueblo de mierda (un “pueblecito” llama a los pueblos de su provincia Zárate Moreno) puede convertirse en patrimonio de la humanidad con los años aunque tú solo veas eso: un pueblecito de Andalucía-España o de Santander-Colombia donde los viejos pueden vivir 130 años de confinamiento pastoril. La crónica es una narración sin inventos, lo cual parece haber descubierto Zárate Moreno mucho antes que el más insigne de los cronistas colombianos, García Márquez. Don Premio Nobel debió haber conocido a fondo la obra de Zárate cuando era solo un reportero, debió haber leído El pabellón de reposo donde el santandereano publicó un cuento semanal, cosmopolita, entre 1951 y 1952 en el mismo diario donde publicaba el costeño, y lo sospecho porque aquellos Doce cuentos peregrinos, sus temas, sus fórmulas retóricas, solo tienen un antecedente en la literatura colombiana y es Zalacaín.

En los giros poéticos, en las frases proverbiales, en los temas insólitos, Zalacaín era una estrella solitaria para su época. Había desempeñado cargos diplomáticos que lo pusieron en contacto con los escenarios y personajes cosmopolitas de sus historias. No solo las palabras hacen las grandes obras, también son necesarias las experiencias. Zárate consiguió ser un pionero del cuento fantástico, de la novela dialéctica y de la columna impecable. Sus lecturas muestran la tradición a que adhiere: Chéjov, Mann, Platón. Tenía por principio mantenerse al tanto de la producción cuentística colombiana y reseñaba en su columna todas las novedades nacionales del género. Veía el cuento como un género literario superior que en Colombia había sido usado como un puente directo entre el habla y la cultura popular y ennoblecido por los escritores de Antioquia, pero que debía ser modernizado para que la sociedad colombiana de entonces pudiera reconocer la complejidad del mundo en las narraciones breves. Era un fiel heredero de O´Henry y Poe y London, pero Saroyan parece ser su influencia más notable.

Lo que ha conseguido UIS y Fusader al poner en circulación la obra completa de Jesús Zárate Moreno es rescatar un verdadero clásico de la literatura colombiana. Un clásico es todo aquel libro que se deja leer como si hubiera sido escrito esta mañana.

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