El Magazín

Publicado el elmagazin

Soy una Eva pecadora

aeva

 

Julieth Castaño Amaya

De pequeña me dijeron que la virginidad era una virtud, le dieron cualidades de pulcra, pura y blanca. Me hicieron enaltecerla y jurar que solo la obtendría quien me llevara flores y dedicara canciones de Sabina. Me hicieron prometer que sería digno de ella, quien con un vestido más blanco que esta hoja me llevara al altar y con un anillo que me apretara el dedo se comprometiera en son de amenaza,  a pasar el resto de su vida conmigo.

Me dijeron que ver porno era pecado y que explorar mi cuerpo un delito, que vestir con ropa corta me llevaría al infierno, que si lo hacía en semana santa me quedaría pegada. Crecí y  ahora libre de indulgencias soy consciente que tuve la doña fortuna de desobedecer todos esos mandamientos morales, estoy segura que los cultos corearían sus maldiciones en mi contra, pero  me he redescubierto,  he conocido el paraíso en vida y para nada es tranquilo, por el contrario, está lleno de voces rotas, hay escalas de placer y una sonrisa desenfadada que con ojos de gato y matices en tonos de diferentes voces susurra más amor, más pasión, más vida.

Sin el más mínimo soplo de vergüenza me alegra la vida que he llevado, los besos dados, las malas palabras dichas, confieso que más de una vez he salido sin ropa interior, que tomo cerveza, que odio los prejuicios que nos impiden ser libres, desvirtuaron a la mujer cuando la obligaron a ser mamá, esposa, amiga y amante, no somos el derecho de posesión de la sociedad, podemos ser un conjunto de desorden y un mar de tranquilidad, podemos tener corazón salvaje y alma serena, la mujer es una narración extraordinaria hecha libre y alimentada de tentaciones, somos un mito por descubrir y  una leyenda por leer, somos una caja de pecados comprados, pecados que huelen ligeramente a libertad.

 

Comentarios