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Por una fotografía

 

The invisible photographer, Flickr, tibchris
The invisible photographer, Flickr, tibchris

 

Orlando Monsalve*

–          No puede ser – gruñó el comandante – no podemos esperar más tiempo.

–          Solo deseo tomar una foto más – Respondió el fotógrafo.

–          Parece que usted no entiende; parece que nunca ha entendido nada. Parece, además, que usted no podría entender siquiera el valor de entender lo que eso implica.

El comandante se había marchado furioso. Ya el fotógrafo, al verse solo, se acercó a una de las ventanas del trasbordador. Por sus ojos se asomaban los matices de una realidad muy ajena, los virulentos colores que se desbordaban desde las estrellas hasta sus ojos, una sensación de ceguedad se dibujó en su mente frente a las virtudes en los colores de los astros. Había fotografiado la fugas carrera de un cometa que galopeaba a 2 o 3 años luz… en realidad no le importaba; preferiría decir que el cometa pasó a la izquierda de su lente, era más fácil afirmarlo así. Además, encontró algunas montañas y otros tonos azules muy interesantes sobre la Tierra, pero nada más. Se había acostumbrado a la negrura, a esa lobreguez donde parecían sumergirse cada vez más, en la que encontraba el significado de “navegar”, las sombrías aguas por las que zarpaba su tripulación. En ese momento pasó un ingeniero y lo saludó, el fotógrafo respondió con una sonrisa impostada, ya que sabía que aquel hombre iría a discutir con el comandante sobre su conducta. Imaginó lo que diría el comandante: «ese fotógrafo se ha convertido en una carga. ¿Por qué carajos trajimos a un suramericano al espacio?», y, luego, él se preguntó por qué, cuando era su primera vez como astronauta, un británico tenía que ser su comandante. Siempre eran americanos o rusos; precisamente, esta vez, le tocó un inglés. Sin embargo, entendió que tanto Argentina como Inglaterra habían enviado sus primeros representantes, era lógico que su suerte se determinara así. Luego, vio que el ingeniero regresaba con una nota, se la dio al fotógrafo. Éste leyó allí: «hoy mismo enviaremos las fotografías. Necesito la del río». Se había molestado con esa orden, o, mejor dicho, con la forma en que fue pedida la orden. Ya debía acostumbrarse también a esa puerilidad del comandante. En realidad, él tampoco lo podría entender, un inglés como su comandante no sabía el verdadero significado de nacionalismo. ¿Será Nacionalismo? Él ya había tomado la foto del río que se veía, era el Nilo, pero no la quería enviar. Si el comandante esperaría unas cuantas horas, podía fotografiar la Plata. Posiblemente, no era nacionalismo; posiblemente, la causa de parecer un desertor se debía a la simple nostalgia. Su lejano río, con un brillo triste y más lejano ahora, debía quedar fotografiado por el ojo del cielo. Era obvio que el comandante no podría imaginar algo así. «En un lejano brillo se encontrará Samy», pensó el fotógrafo, recordando los ojos negros que se cubrían de un ocre pálido, tan pálidos que parecían caer como copos de nieve sobre los ojos de Samy. Pero la realidad era que la central se enteraría de su conducta. No podía hacerlos esperar más, y si el comandante se había puesto a escribir notitas, debía estar influenciado por el nerviosismo que causaba la central, donde sí había muchos rusos y americanos. Se fastidió de inmediato, era el fastidio causado por la resignación. Sacó la fotografía y cambió sus ojos por el lente. No le interesaba el Nilo, quería encontrar una foto que le recordara a Samy. Buscó por mucho tiempo, no se había percatado que el ingeniero permanecía detrás de él, al parecer esperaba las fotografías. Mucho tiempo se tomó para encontrar un significado en la vastedad del espacio, la mendacidad de la luna permanecía en su triste inercia, no tenía el color de su río, tampoco lo tenía el Nilo que se iluminaba en su inmensidad. Encontró en lontananza unos puntos que tiritaban sobre la alfombra negra, a veces eran amarillos, a veces blancos, como copos de nieve sobre los ojos de Samy.

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(*) Colaborador, nació en Barrancabermeja un 19 de noviembre. Es ingeniero de profesión y escritor de vocación. Actualmente trabaja en un libro de cuentos llamado “Bolsillo de viajero” que se publicará el próximo año.

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