Angélica Gallón Salazar (*)
Después de 14 años de no escribir literatura juvenil, Óscar Collazos incursiona en este género con su novela ‘En la laguna más profunda’ en la que le da una inocente mirada al Alzheimer
El tono juvenil, esa literatura cercana a las aventuras y a la fantasía no le era del todo extraña al escritor Oscar Collazos. Hacía 14 años había escrito una corta novela juvenil titulada ‘La ballena varada’, que fue publicada por Alfaguara y después de ser reeditada consiguió vender algo más de 200 mil ejemplares. Con los años, sin embargo, muy abajo en el cajón fue quedando ese tono que conquistó a tanto jóvenes con la historia del niño Sebastián y su niñera Eudosia que salvaron a una ballena encallada en la playa de la que el pueblo quería hacer un millonario festín. Collazos había más bien entrenado su pluma para otro tipo de novelas, una que más bien delataba la necesidad de reflexionar sobre la realidad nacional, la violencia y sus génesis, en fin, había hecho que su pluma se aventurara más bien en los desagravios de la adultez.
Entre tanta seriedad e investigaciones, una que otra vez asaltaba su cabeza la idea de escribir una novela con otro tono, recordar los tiempos amables de su primera escritura juvenil y no olvidarse del todo de ese escritor que también palpitaba dentro de él que quería recontar la inocencia y las historias más mínimas. Fue justo cuando terminó la escritura de su más reciente novela, ‘Señor Sombra’, (2009) en donde se detuvo a mirarle las entrañas al fenómeno del paramilitarismo, que Oscar Collazos sintió el impulso, o quizás la necesidad, de escribir desde otro registro. La historia de una adolescente que contaba cómo en su infancia había vivido el alzheimer de su abuela empezó a rondarle la cabeza. Así, con la idea de mirar el dolor desde un lugar más cotidiano, más familiar, el escritor empezó a escribir su novela ‘En la laguna más profunda’, uno de los lanzamientos de la editorial Norma en la Feria del libro de Bogotá.
“Uno no busca los temas, los temas aparecen, me di cuenta que a mi alrededor había una cierta cantidad de personas que empezaban a sufrir de este mal. Y al intentar darle una mirada más de cerca a la enfermedad encontré, por ejemplo, que en una primera fase ellos rompen las normas de comportamiento social, esas asumidas normas de urbanidad, y que de alguna manera eso les daba una gran libertad de hacer lo que se les daba la gana. De ahí partí con mi historia, con una niña que se divierte cuando la abuela hace cosas que llenan de vergüenza al resto de la familia”, explica el escritor, quien confiesa que aunque al principio quería quedarse en esta primera fase, luego tuvo que entrar en campos del olvido algo más ingratos, menos libertarios.
“Primero tuvo olvidos muy tontos, como no saber dónde había dejado las gafas, no encontrar el par de zapatos que iba a ponerse en la noche, o elegir ponerse un zapato negro y uno amarillo”, empieza narrando el escritor, que logra recrear en las 189 páginas del libro una confidencia muy particular entre la pequeña nieta dispuesta siempre a acompañar a su abuela a sus paseos por el campo y la abuela, que entre ropa estrafalaria y cambios repentinos de humor deleita a su joven seguidora.
El respiro que se dio el escritor con ‘En la laguna más profunda’ parece haber terminado. Estará en la feria presentando el libro, pero se ha embarcado ya en algo nuevo, otra novela que incluye investigaciones muy complicadas y que dice, por agüero, prefiere no adelantar, sin embargo algo de lo que lo identifica como escritor ha consignado en este libro, que lejos está de propagar ese universo inocuo que parece crearse para los más jóvenes. Volver la enfermedad literatura parece a la final otra forma de exhortar el dolor, otro forma de conocerlo. Convertir el lento padecimiento del olvido en las mejores narrativas de una jovencita parece también una apuesta por darle otros entendimientos a la enfermedad.
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(*) Periodista de El Espectador.