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Del corazón y del alma

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Por: Andrés Felipe Sanabria

Para Daniela

Ella era la llave de todas las salidas. Cada corazón tenía una llave, que se incrustaba sobre la estatua de la fe. La realidad se iba abriendo, y aparecía la vida. Pero una vez la llave del corazón cayó en la estatua del espíritu al mismo tiempo. Esta contenía al alma. Entonces la realidad cambió de sitio y se quedó en ese corazón, y el alma desapareció en sus ojos cafés balsámicos, y sólo se dejaba ver después de la lluvia o de sus propias lágrimas.

Daniela fue creciendo, y no sabía cómo pedir lo que se le antojaba con el corazón y con el alma. Un día estaba lloviendo y haciendo sol al mismo tiempo, y no pudo más que echarle la madre al anticristo por ser tan salada.

Su Mamá era su soporte, aunque se identificó con su Papá, y ya está terminando Contaduría. Pero como con todo le gustaría estudiar periodismo o artes. Le gustaría viajar por todo el mundo. “Pero otro día será”, se dijo, cuando iba caminando por el cine Embajador, y entró al Museo de arte moderno. Era una exposición de un artista tridimensional. Así que tenía que utilizar los gafas 3D. Lo raro es que se le olvidó pedirlas. Estaba sola, cuando los dibujos saltaron a sus ojos y se mezclaron en sus propios colores y las formas copiaron su cuerpo de trigo.

– ¡Eres muy bonita! – Dijo la forma- Pero tu espíritu no es más grande que tu corazón, ni tu corazón que tu espíritu. Tienes las dos fuerzas que rodean a La Tierra, y al universo. Puedes ver el horizonte desde el zenit, y el zenit, desde el dolor infinito de tu sangre.

– Disculpen, yo sólo estoy en una exposición de arte. ¡Tomé mucho café! ¡Adiós! – Les dijo Daniela asustada.

Y Daniela salió corriendo pero cuando ya iba a salir de la exposición sintió un pálpito tántrico. El Museo latía desde el fondo cinético de los sueños. Una clase de dinosaurio con dos lenguas se quedó mirándola.

– Daniela, tú tienes las dos llaves del infinito. La del corazón y la del alma. Soy un Dios enfermo. Necesito que salves mi vida.

Daniela, atragantada, le preguntó:

– ¿Y cómo puedo hacerlo?

– Tocando mi corazón y dejando la llave necesaria en él.

Entonces Daniela tocó el corazón del dragón, que no se había presentado a sí mismo por la fuerza de su herida, y un color dorado fue cicatrizando el corazón del dragón, y Daniela voló encima de él alrededor de todo el mundo. Y cuando despertó, estaba en su cuarto, se alistó para trabajar y se dijo:

– ¡Una excusa más para los sueños! ¿O no?

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