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De Nochebuenas y trincheras en Corea

El General retirado Álvaro Valencia Tovar.  / Diana Sánchez
El General retirado Álvaro Valencia Tovar. / Diana Sánchez

¿Cómo es la navidad en medio de la guerra? El general Álvaro Valencia Tovar recuerda, casi setentea años después de la Guerra de Corea, aquel diciembre en el que pasó la Nochebuena temiendo que tropas del ejército chino atacaran su frente.

Lizeth Salamanca Botia *

E l 24 de diciembre de 1951 el entonces capitán del Ejército Nacional, Álvaro Valencia Tovar, se encontraba en su trinchera aguardando el paso de las horas. Entre las provisiones de alimentos había arroz con leche, buñuelos y una lata de cerveza para cada militar. El motivo del brindis no podía ser otro: la vida, la suerte, la misión, el éxito, los que no están… El país.

Por esa época estaba al frente del Batallón Colombia, una cuota militar que envió a la guerra de Corea el presidente Laureano Gómez.

El día anterior había regresado de Japón, donde se encontraba con un permiso que en el lenguaje militar se definía como “Aranar”,  que significaba descanso y recuperación. Valencia Tovar recuerda bien la tormenta de nieve de aquel diciembre. “Debido al clima tuvimos que parar en un campamento americano.  Faltaban calefacción y comida. Es el peor frío que he sentido en mi vida”. Sin embargo, al día siguiente, ese frío aumentaría con la circular del octavo comando de la ONU, según el cual existía grave peligro de una ofensiva por parte de las fuerzas chinas, que podrían aprovechar el motivo navideño para atacar los frentes enemigos.

Por eso, aquella  noche del 24, el grupo de doce militares de la plana mayor que acompañaban al capitán Valencia tuvieron que hacer las veces de centinelas.

“Tomamos todas las precauciones. Estábamos vigilantes de cualquier movimiento y aún así, nuestro frente no sintió nada. Esperábamos un posible ataque y no pasó. Entonces, hacia la medianoche cantamos villancicos, mis compañeros tocaron instrumentos y hubo buen ánimo”.

No obstante, nada será tan extraordinario para este general retirado como la madrugada del  25 de diciembre. Luego de una noche de expectativa, encontraron en las alambradas que protegían las trincheras varios papeles enredados entre las púas. La sorpresa sería aún mayor cuando descubrieron que esos papeles contenían mensajes de feliz Navidad para la compañía militar de parte de las tropas chinas.

“Para todos fue sorprendente, porque se suponía que nuestra trinchera era secreta, nadie tenía por qué saber que estábamos ahí y, sin embargo, ellos pasaron y nos dejaron una felicitación y una pancarta gigante que decía: “Feliz Navidad Batallón Colombia”, comenta hoy entre risas.

Así, con una sonrisa,  recuerda que entre las notas sueltas también había plegables que pretendían impactarlos psicológicamente. Uno de esos plegables mostraba por una cara a varios soldados caminando bajo una tormenta de nieve con la frase “Mientras usted está aquí…” y en la siguiente cara los más bellos paisajes con parejas y familias que se acompañaba de la fatídica pregunta “¿Dónde está ella?” Al Batallón Colombia, sin embargo, nada lo hacía desfallecer, muy a pesar de que luchaba una guerra ajena.

En sus anteriores días de descanso en Japón, Valencia Tovar había aprovechado la ocasión para mandar a timbrar varias tarjetas navideñas que serían enviadas a sus amigos y familiares en Colombia.

“Fueron timbradas en Tokio y llevaban un lema que no se me olvida: ‘En Corea por la libertad y por la vida’.  Tenían el escudo insignia  del batallón, algunos símbolos japoneses y los deseos navideños. Yo mismo las diseñé y las envié con tiempo para que alcanzaran a llegar oportunamente. Las comunicaciones eran muy difíciles entonces”, recuerda.

Por eso,  este condecorado general no podrá borrar de su memoria aquella Navidad en Corea, no sólo por los buenos momentos de la Nochebuena y por la anécdota de los buenos deseos de sus contrincantes chinos, sino por la valentía de sus hombres, por la gratitud que les debe a aquellos tiempos, por esos compatriotas que fueron su familia y su apoyo  durante la guerra y por todos aquellos que vio morir defendiendo la democracia. “Si hoy volviera la vida atrás desearía ser el mismo y vivir todo aquello que viví con las tristezas y con las alegrías”.

Por ahora se dedicará a lo que considera como uno de sus hobbies para esta época: a hacer pesebres manuales con cajas de cartón en  distintos tamaños y colores, con figuras de arcilla y pajas recogidas, y a festejar la Navidad como siempre lo ha hecho desde que regresó de la guerra, en la tranquilidad de su hogar, en compañía de su esposa y de toda su familia, quizá con una modesta cena, pero con todo el espíritu que le embarga una tradición que a pesar de las nuevas costumbres parranderas, él sigue  respetando con todo su profundo significado religioso. Tal vez por eso todavía no hay en su casa adornos  y luces de esas que hoy inundan nuestros  almacenes y calles.  Sus convicciones, su fe, las lleva por dentro, con un poco de la mística que aprendió 69 años atrás en el Lejano Oriente.

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(*) Estudiante de Comunicación Social de la Universidad Santo Tomás de Aquino.

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