El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

MARUJA VIEIRA, PREMIO VIDA Y OBRA DEL MINISTERIO DE CULTURA

foto Maruja

Es con una inmensa satisfacción que he leído el correo enviado por Guiomar Cuesta Escobar en el que me hace saber del gran y merecido honor que recibió la poeta Maruja Vieira, al ganar el Premio Vida y Obra del Ministerio de Cultura. Su trabajo permanente en pro de la poesía y de la cultura es reconocido con el máximo galardón del Estado colombiano.

Su premio nos visibiliza a las escritoras y poetas, ya que muchos de nuestros homólogos masculinos suelen decir que en Colombia no hay mujeres poetas, y se quedan tan campantes; como un columnista de este diario que decía hace algunos meses que la producción de las escritoras sólo es “blablabla”. Maruja Vieira es una senda que nos muestra, a las que apenas comenzamos, que soñar es posible. Nos habla de los sueños y nos dice que éstos se hacen realidad si asumimos con disciplina y rigor el oficio de escribir, y si aceptamos que hay que arriesgarnos; aunque a veces eso signifique pelearse con imágenes y palabras o ir en contra de la corriente, o estar la mayoría de las veces en el otro lado del río, allí donde no tienen cabida los poderosos de este país que piensan que la igualdad y la justicia son sus enemigas. La vida de Maruja Vieira es un ejemplo para Colombia, es una luz que nos ilumina y que iluminó la larga y tenebrosa noche en la que estuvimos tanto tiempo sumergidos, Maruja Vieira es una hermosa e inteligente guía que puede ayudarnos a salir del fondo del túnel en que nos encontramos.

Nota: Ella ha creado un sitio donde podemos leer e imprimir todas sus obras, puesto que entiende que el conocimiento es un patrimonio que nos pertenece a todos; pueden leer sus poemas en el siguiente sitio: http://www.marujavieira.com/

Por último les transcribo uno de sus hermosos poemas:

CARTA A CECILIA

En memoria de Cecilia Quijano Caballero

Los amigos

te aguardaban en esta primavera,

cuando las hojas nuevas

crecen en los castaños de París

Te aguardaban en este abril

cuando el sol se refleja multiplicado

en la cúpula de Los Inválidos

y un milagroso escándalo de colores

invade los jardines del Museo Rodin.

Te aguardaban

para que les hablaras

de batallas perdidas

y de guerras ganadas,

para que les devolvieras

-así fuera por un momento-

la fe que amenaza perderse,

para que les explicaras

el derrumbamiento de los ídolos.

Alrededor de tu silencio

nos hemos reunido esta noche.

Pensamos en un hombre solitario

en medio de la tempestad

que ruge y estalla.

Ahora sin tu mano,

sin las flores frescas

todos los días en el escritorio.

Sin tu fuerza, sin tu ternura

que asomaba de pronto

como agua limpia entre las piedras.

En este abril de mil novecientos noventa

mientras los caballos de cristal

de la primavera

galopan en el aire frío y transparente

y el encaje de piedra de Notre Dame

se esconde entre las últimas neblinas,

cuando tú ya no estás para siempre

te recordamos, Cecilia.

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