El Hilo de Ariadna

Publicado el Berta Lucia Estrada Estrada

ASPECTOS MÍTICOS EN CANTO GENERAL DE PABLO NERUDA

Foto: artículo.mercadolibre.com
Foto: artículo.mercadolibre.com

Cuando pensamos en Pablo Neruda* generalmente lo relacionamos con una poesía intimista y amatoria, tal vez porque siempre se nos vienen a la cabeza los 20 Poemas de Amor y una Canción Desesperada, o los 100 Sonetos de Amor o los Versos del Capitán, ese gran libro que Neruda le escribiera a Matilde Urrutia y que sólo reconocería 20 años después de su primera publicación, cuando ya los poemas habían logrado ser reconocidos por sí solos, independientemente del nombre de su ya conocido autor.

Pero Neruda incursionó en todos los temas que la poesía puede tocar, incluyendo la rica cosmogonía americana. Canto General, como su nombre lo indica, es una hermosa oda a un continente aún no nombrado, a los extensos dominios anteriores a la «peluca y la casaca», y «a las tierras sin nombres y sin números», y donde el hombre fue «arcilla… cántaro caribe, piedra chibcha». Y para recordar ese pasado prodigioso y sagrado, ahí está el poeta, como el elegido que impedirá el olvido del pasado mítico, del tiempo no histórico, el poeta erigido en la conciencia colectiva que nunca olvida y que siempre denuncia: «yo estoy aquí para contar la historia»; para ello hurga en sus orígenes prehispánicos: Yo, incásico del légamo», haciendo alusión a la tierra arcillosa y al barro viscoso, que amasaron tantas manos durante siglos, para dejar una impronta imborrable de su paso por esta «Tierra mía sin nombre, sin América» a la América mítica de «lluvia de hilos celestes», donde el tiempo circular «devolvía las flores y las vidas». El poeta hace alusión al árbol como el axis-mundi que permite a los chamanes araucanos el viaje por los tres mundos, para ello sólo nombra las especies nativas, como «el ceibo bermellón, el árbol caucho». A los que luego se sumaría la fragancia del tabaco y por supuesto el maíz, origen del pueblo maya. La naturaleza indómita desconocía la avaricia y violencia de las ciudades europeas: «América, zarza salvaje entre los mares, de polo a polo balanceabas, tesoro verde, tu espesura». Pero entonces irrumpen las premoniciones de un retorno al caos: «Germinaba la noche», y la historia, o tiempo lineal, irrumpe con la utilización del pretérito perfecto simple: «una rama nació como una isla, una hoja fue forma de la espada», sino de sangre, violación. La América saqueada aparece bajo la imagen de «una raíz (que) descendió a las tinieblas», verso que se contrapone a los míticos «hilos celestes». América ha quedado perdida, sin guía, ha sido profanada con la llegada de «una montaña marina», y con el vuelo de innumerables pájaros que semejan un «cometa… que oscurecen el sol del mundo». Es entonces cuando la figura del poeta se hace imprescindible para el recuerdo permanente del pasado, para la transmisión de la tradición oral, cuando una de las tantas arterias del continente, en este caso el Bío-Bío (hermoso río chileno), habla a través de Neruda: «tú me diste el lenguaje, el canto nocturno… me contaste el amanecer de la tierra… lo que las hojas del canelo en mil años te relataron,… y luego te vi entregarte al mar… murmurando una historia color de sangre». El río sagrado de los araucanos ha depositado en el poeta toda su sapiencia, para que él denuncie, y así evitar que la historia del despojo de América quede en el olvido, como quedaron el árbol y las piedras araucanas al ser desacralizados: «Sólo son las piedras, Arauco». Es entonces cuando el poeta rescata al indígena desconocido y a sus descendientes ignorados, les devuelve su identidad, y les pide que se unan para denunciar la ignominia, la injusticia: «Juan Cortapiedras, hijo de Wiracocha…Juan Piesdescalzos, nieto de la turqueza, sube a nacer conmigo, hermano», puesto que pareciera que el hambre fuera el sino inevitable de América Latina: «América enterrada, guardaste en lo más bajo, en el amargo intestino, como un águila, el hambre?». Es por ello que al final de Canto General confiesa que el libro «ha nacido de la ira como una brasa». Su palabra, dinámica indestructible, «nacerá de nuevo.. tal vez en otro tiempo sin dolores», no en vano en algunas comunidades amazónicas el jefe es quien ostenta el poder de la palabra.

Pero para poder rescatar al hermano primero debe emprender un viaje, es entonces cuando escribe el canto delirante que es Alturas de Macchu-Picchu «hundí la mano turbulenta…en lo más genital de lo terrestre…descendí como una gota entre la paz sulfúrica…regresé al jazmín/de la gastada primavera humana». El viaje no es otro que la búsqueda del conocimiento y del planteamiento ontológico: «Qué era el Hombre?…en cual de sus movimientos metálicos/vivía lo indestructible, lo imperecedero, la vida?» El ascenso a Macchu-Picchu, le hace comprender que la ciudad sagrada es también la ciudad de los orígenes: «cuna del relámpago y del hombre», pero también refugio de cóndores, el ave mítica de los pueblos andinos, por eso la reconoce como «la morada… el sitio» donde todo «ropaje, piel, vasijas, /palabras…, / se fue, cayó a la tierra», regreso simbólico a los orígenes, a la madre-tierra, a la Pacha-mama del pueblo incaico. Una vez bajo su manto protector «el aire entró con dedos/de azahar sobre todos los dormidos; / mil años de aire… / lustrando el solitario recinto de piedra». El aire, que luego se convierte en huracán, le cerró el paso al advenedizo, a la pisada profana. Macchu-Picchu sería resguardada hasta 1.911 cuando Hiram Bingham la redescubriera, gracias a la tradición oral que hablaba de un antiguo recinto sagrado ubicado en algún lugar de Los Andes peruanos.


Nota: Pueden leer mi artículo sobre la visita que realice a Isla Negra en el siguiente vínculo:

MI VIAJE A ISLA NEGRA

Bibliografía:

  • ELIADE, Mircea. Aspects du mythe. Idées/Gallimard. 1983.
    • . El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. Fondo de Cultura
    • Económica. México. 1982.
    • . El mito del eterno retorno. Alianza /Emecé. Madrid. 5S edidón. 1984.
    • . Herreros y alquimistas. Alianza Editorial. Madrid, 1984.
    • . Mythes, rêves et mysterès. Idées/Gallimard. 1981.
    • . Mefístófeles en andrógino. Labor/Punto Omega. 2§ edidón. 1984.
    • . Lo sagrado y lo profano. Labor/Punto Omega. 5a edidón. 1983.

.NERUDA, Pablo. Selección de Poemas. Círculo de Lectores. Barcelona.1975

 

Comentarios