Dos o tres cosas que sé de cine

Publicado el fgonzalezse

La bruja: habitar un miedo

Habitar el miedo. Dejar que vaya invadiendo los sentidos, nublando el entendimiento. Sentir el miedo como una ominosa presencia que lo distorsiona todo. La bruja (The VVitch)progresivamente crea tal atmósfera. El horror que presenta se aleja de los típicos trucos del género, aunque termine por recurrir a algunos de estos. No debe esperarse entonces una convencional película de terror de la ópera prima de Robert Eggers. En el largometraje, se combinan su carácter atmosférico con una esforzada reconstrucción histórica. La mezcla se traduce en un retorcido cuento de hadas, en una asfixiante pesadilla. Eggers sumerge a su espectador en una experiencia desasosegante: la de unos habitantes que ven como sus peores miedos se van haciendo más y más reales. La bruja da espacio para que múltiples interpretaciones se deriven de la misma. Ya fuera la que la ve como un puro relato fantástico en el que impera lo sobrenatural, ya sea una narración subjetiva en el que el delirio es producto de causas terrenales. La ambigüedad tiñe toda la narración hasta su alucinante final, desenlace que se contrapone a los que buscan apaciguar al público. Por momentos, parece que el director no termina por encajar todos los elementos que pone sobre la mesa. Y, sin embargo, el relato avanza con la inevitabilidad de las historias verdaderas. Aunque no termine por conjugar todo lo que presenta, La bruja  nos ofrece una deliciosa manzana podrida.

A principios de siglo XVII, una familia de puritanos abandona un asentamiento por lo que parece una disputa de origen religiosa. William (Ralph Ineson), el padre, tiene una visión tan estricta y tan terca que prefiere construir su propio lugar en medio de la naturaleza salvaje a seguir en el mismo pueblo de que quienes lo cuestionan. La utopía de un reino de Dios en este nuevo mundo se ve acechada por el mal, sin embargo. Paulatinamente los miembros de la familia van a ser presas de sucesos que no comprenden del todo, lo desconocido comienza a desencadenar sus miedos. Y lo desconocido también hará que surjan las sospechas. Thomasin (Anna Taylor-Joy) se ve como amenaza para algunos miembros de la familia, pues está ya madurando como mujer. Los desastres  que enfrentan, indisponen a unos y a otros. En poco tiempo, cada uno se vuelve presa de aquello que tanto lo horroriza. Todo lo que puede ir mal, termina mal. La bruja se torna un escenario en que los delirios toman el lugar de lo que parece una recreación incontestable de la vida de entonces. El mundo utópico que quisieron construir en su nuevo hogar se va transformando en un lugar en que una naturaleza indómita los somete a unos designios distintos a los de su moral. La bruja  es una pesadilla en la que el colono es devorado por sus demonios.

La aparición de lo sobrenatural se ve reforzada por el esmero por darle naturalidad a la película, tal como planteaba Kubrick en una entrevista sobre El resplandor. El uso de una lengua que se ciñe a la que se encuentra en documentos de la época, o la construcción de la casa de la familia con técnicas propias del siglo XVII son parte de los recursos con los que Eggers insufla de realidad a su fantasía. El director es hábil a la hora de ir entretejiendo el mundo fantástico -tanto de los cuentos de hadas como de las películas de terror- con ese cuidado realismo. La bruja cruza el cine de género con rasgos más afines a lo que sería el llamado cine de arte y ensayo.Austeros tableux vivants sirven para construir el tono atmosférico que impregna a la película, para darle ese aire de alucinación. En consonancia, el director también juega con la perspectiva con que se narra. Y mientras en apariencia nunca deje la objetividad, sugiere con ciertos planos que parte de lo que vemos puede ser el delirio de sus personajes: una suerte de estilo indirecto libre interfiere nuestra visión para veamos lo que sus mentes enfebrecidas imaginan. Esta ambigüedad permite interpretar la película tanto relato moderno que esconde una explicación racional, o la de una ficción en que directamente se presenta una historia de terror. La combinación suele ser efectiva, excepto cuando el director se decide por enfatizar en demasía -como a través de una utilización de una música que resalta lo que es claro. Eggers no evita los lugares comunes, por lo demás. En muchos casos sabe distorsionarlos, como consigue con el desenlace que propone. No siempre logra evitar caer en lo predecible, sin embargo. A pesar de ello, La bruja consigue mantener un aura de misterio, así como convenir con palpabilidad el miedo de sus personajes. Con su final, además, escapa a la narrativa corriente y produce una ficción alternativa de las que ya se han hecho sobre el tema.

El debut de Eggers resulta auspicioso. La bruja logra evocar el miedo de un grupo de personas con una intensidad inusual. De modo hábil, el director hila la perspectiva de sus personajes con una recreación cuidadosa de la vida del siglo XVII en Estados Unidos. El largometraje ofrece una observación aguda sobre los efectos de una moral estricta que no puede sostenerse en un ambiente hostil. Si bien puede que esto de por sí no sea novedoso, y si bien algunos de sus énfasis subrayan demasiado, la película de Eggers es un brillante cuento de horror. El temor de sus protagonistas se torna concreto a medida que avanza la proyección. Ciertamente, las represiones y el conflicto con una naturaleza que no está en consonancia con una moral están en el centro de la historia. No obstante, el director prefiere mantenerse en el ámbito de la fábula, del mito. Prefiere acercarse a la perspectiva de aquellos a quienes los asaltaban demonios para cuestionar sus creencias, prefiere mostrarlos como víctimas de un terror. Quizás puede afirmarse, antes de cerrar, que Eggers se constituye en un verdadero heredero de lo que se ha reducido a la etiqueta del cine independiente estadounidense. Aunque ya no pueda hablarse de independencia propiamente dicha, en La bruja, bajo su disfraz de cine de género, persiste la búsqueda por una representación alternativa de lo que es E.E.U.U. Con sus limitaciones, la película de Eggers nos logra seducir hasta hacernos sentir la asfixia de un terror auténtico.

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