Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Un regalo con ambages

Daniel Divinsky, el heroico propietario de Ediciones de la Flor, en Buenos Aires, me regaló hace un par de años un ejemplar de Ambages completos, un libro del poeta argentino César Fernández Moreno.

[Tal vez algunos de mis lectores recuerden –por haber estado presentes en la inauguración del Festival Malpensante de 2008– la entrevista que le hice a Daniel en el Foro principal del Gimnasio Moderno. Allí, al presentarlo, conté que como Daniel es el editor de las tiras completas de Mafalda, yo antes lo llamaba «el padrino de Mafalda», ya que el padre, y la madre, naturalmente son Quino: pero que ahora lo llamaba «el cafisho (es decir: el chulo, el macró) de Mafalda», ya que, según él, es ella quien lo alimenta. Y una vez recordado esto, ahora sí podemos continuar ya con su compatriota César Fernández Moreno].

A César Fernández Moreno lo conocía yo como poeta, de un solo libro titulado Argentino hasta la muerte al que irreverentemente le dediqué una de mis quintetas humorísticas que llamo fandangos y que (perdónenme la autocita) dice así:

                                       «La verdad, che, no lo niego,
                                       es que tuve mucha suerte:
                                       nací guapo, sano y fuerte,
                                       y con, esteee, con un ego:
                                       argentino hasta la muerte».

En ese libro descubrí en su día fragmentos que me hicieron llorar y reir al mismo tiempo, como éste titulado “el argentino puro”, donde menciona mi ciudad natal:

«sí señor guía europa es un parque de diversiones con algunos números interesantes
a veces hay un poco de pasto pero es superficial
a mí el musgo me hace caer
la nieve me pone violento
yo le tengo idea a la divina comedia
las catedrales góticas me gustan cuando son románicas
los mozárabes cuando son mudéjares
a keats me lo confundo con yeats
a handel con haydn
a brahms con bach
a goethe con wagner
a gaudí con dalí
a huesca con huelva
a la dama de elche con el ama de leche
la gioconda es un cuadro muy chico
chenonceaux es un castillo mersa
a mí no me corren con lovaina
archivolta inventó la archielectricidad
chopin me aburre como una sílfide
che stravinsky tocate un tanguito
dame el tono yo te lo canto».

¡No me digan que no les parece muy familiar!  Cambien el tono porteño, como de Carlos Gardel, y cuántos no lo suscribiríanAlgo más adelante, una impresionante confesión, tan sólo en cuatro versos como de Walt Whitman:

«los argentinos somos iguales a dios antes de la creación
estamos en la nada como entonces él
cada cosa que hacemos es por primera vez y por tanto la mejor de todas las hechas hasta ese momento
pero también es la última».

César Fernández Moreno, hijo de Baldomero, uno de los grandes, grandes poetas argentinos; también César buen poeta, pero mejor ambajador. Sí, sí, no es una errata ni un lapsus digitalis: no escribí embajador sino ambajador, de creador de ambages. Y lo digo sin ambages. Y para hacerles un pequeño regalo navideño, también quiero citarles algunos de los ambages completos de César Fernández Moreno, presten atención:

«* de los bienes materiales sólo me interesa el dinero
* es triste esperar en vano a una mujer aunque sea fea
* en el principio fue la palabra FIN
* beso que se logra dar es un triunfo de la boca sobre la nariz
* lo siento por los buenos autores pero yo tengo mucho que publicar
* yo sólo hablo de lo que entiendo, dijo un mudo
* ya empezaban a conocerme en la tierra como escritor y ¡zas! me colonizan la luna
* deberás ceñirte a la verdad lo más que puedas, hijo mío, sobre todo cuando tengas que mentir»…

y la lista, estimados lectores, podría continuar: es un castillo de fuegos artificiales como si estuviésemos celebrando (al revés lo digo para que me entiendan) la devolución de Hong Kong a China.

¡Qué bueno que en nuestro continente –y lo digo sin pretensiones patrimoniales, sino solidarias– haya gente como César Fernández Moreno, con esa capacidad elocuente de reírse de sí mismos y saber poner el dedo en la llaguita nacional!  Tengo la inconmovible convicción de que una docena de Fernández Morenos, repartida estratégicamente a lo largo y a lo ancho de la geografía americana, desde Matamoros hasta Ushuaia, haría muchísimo más por la oxigenación vital del continente que todos los programas dizque altruistas del Pozo sin Fondo Monetario Internacional y los programas de ayuda al desarrollo de las industrias de los países que se han desarrollado dizque ayudando a los países en pleno subdesarrollo.

¡Felices fiestas a todos!

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