Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

No es otra estúpida película americana

Alguna vez ya he contado, no recuerdo bien si en este blog o en alguna de mis columnas, cuál fue una de las mayores dificultades que tuve al asumir la responsabilidad de la edición alemana de la obra periodística de García Márquez. Pero no me importa repetirlo. Se trató de la tarea heroica de conseguir averiguar de qué película hablaba Gabo cuando me puse a leer las críticas de cine que llevó a cabo durante años para El Espectador.

Porque resulta que en materia de títulos uno se lleva sorpresas verdaderamente mayúsculas. Pondré el ejemplo más notorio y que siempre suelo citar en estos casos. La formidable película de Elia Kazan On the Waterfront, sobre las prácticas mafiosas del sindicato portuario en Nueva York, protagonizada por un joven y fabuloso Marlon Brando, en francés se titulaba algo así como En los muelles, lo que anda muy cerca del original: en alemán se conoció como El puño en la nuca, que se refiere más bien al sentimiento de andar acogotado: en España, donde yo la vi al estrenarse, se llamaba La ley del silencio, lo cuál era una alusión al imperativo mafioso: pero es que en Colombia, donde la reseñó Gabo, y ustedes pueden seguir admirándola con toda seguridad, en la programación de sus buenas cinematecas, circuló con el título Nido de ratas.

Ahora, en busca de un tema para mi post de hoy en este blog, me encuentro unas anotaciones hechas el mes de abril 2002 durante un viaje a España, donde me tuve que enfrentar con un problema no menor, y es que estaba proyectándose allí una película de Hollywood titulada Not another Teen Movie. Y ese mismo film ya lo había yo visto programado en Alemania, antes de viajar a Madrid, siendo su título alemán, y que les traduzco, No es otra peli más sobre gente quinceañera, una traducción perfectamente congruente con el original.

Pero ¿cómo dirían ustedes que esa misma película se titulaba en la Madre Patria?  Para que no se me desplomen al suelo al leer la respuesta a mi retórica pregunta, siéntense, si están parados, porque la traducción rezaba, nada más y nada menos, ésto: No es otra estúpida película americana. Toma del frasco, Carrasco, como decían los clásicos. Pero eso no es todo. Viene lo mejor. O lo peor, según se mire.

El cartel de la película era el mismo en todos los países donde se la distribuyó y proyectó, y en él aparecía un grupo de once quinceañeros de ambos sexos, cada uno de ellos rotulado por un epíteto que lo hiciera fácilmente identificable.

Pues bien, el que para los españoles era «el mejor amigo obsesionado», para los alemanes fue «el mejor amigo obsesivo». Parece lo mismo, pero es bastante distinto. Así como tampoco es lo mismo «el hermoso chico raro», según querían los españoles, que «el guaperas excéntrico», según pensaban los alemanes.

Y hubo casos donde la tijera se abrió de una manera harto más pior, que diría Cantinflas. Con un lenguaje bien telenovelero, a una de las chicas los españoles la calificaban como «la villana», mientras los alemanes, sin andarse por las ramas, le endosaron el récord de ser «la mayor hijadeperra de la escuela», y conste que esto de la progenie canina es tan sólo por el deseo de no ofender los castos ojos de quienes me lean.

A otra de las chicas, los españoles la llamaban sosamente «la estudiante extranjera», lo que no es falso, pero los alemanes les ganaron utilizando un adjetivo de doble sentido al bautizarla como «la estudiante intercambiable», es decir, la que está residiendo allí en régimen de intercambio, pero asimismo es canjeable por otra cualquiera: suelen ser todas iguales.

Para poner sólo dos ejemplos más, uno de los quinceañeros era de color serio, como dice el maestro Mutis, y los españoles lo etiquetaban «el típico chico negro», opción que nos deja la grandísima duda de qué consideran los peninsulares que sea la tipicidad específica de la juventud afroamericana de Estados Unidos. Los alemanes, echando mano una vez más de la ambigüedad idiomática, lo llamaron algo que puede leerse de dos maneras distintas: «el negro presentable» o bien «el negro coartada».

Last but nos least, una de las jóvenes protagonistas constaba para los españoles como «la chica fea que es bonita», y para los alemanes, cuya relación con los hermanos Grimm y, en general, con los cuentos de hadas, sigue siendo muy fuerte, era en cambio «el patito feo bonito».

Resumiendo : Alimento la terrible sospecha (aún más: la íntima convicción) de que los alemanes y españoles que visionaron aparentemente el mismo film, como les llegó sincronizado en sus respectivos idiomas, en realidad asistieron a dos pelis distintas. Aunque, éso sí, la paradoja consiste en que sus imágenes eran idénticas.

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