Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

El Mundial en mi diario (2)

Weiß/Colonia, 10.7.
La decepción (mi decepción) no es que haya ganado Francia y no Bélgica, como yo deseaba, la decepción es haber perdido casi dos horas viendo un partido amistoso que se anunciaba como si fuese la semifinal de un Mundial. Un tuit de Andrés lo refracta de manera oblicua, pero clara:
Andrés Hoyos‏ @andrewholes
Rara religión esta del fútbol en la que a veces los dioses se levantan sin ganas, como cualquier mortal.

Weiß/Colonia, 11.7.
«Un córner hizo la diferencia», así titula el diario la crónica de la dizque semifinal de anoche en San Petersburgo. Lo que no explican, ni el titular ni la crónica, es que la diferencia pudo haber sido a favor de Bélgica. Lo cual, a su vez, invalida el título de la crónica, ya que da a entender que Francia mereció ganar, y la verdad es que no mereció ganar ninguno de los dos. Podían haberse ahorrado los 98’ de correteo por el césped echando una moneda al aire. Creo que hasta el público se habría divertido más con esa ceremonia.

Me apena que Inglaterra no llegue a la final. Inglaterra tiene la mejor liga del mundo. De los 92 jugadores de las semifinales, 40 juegan en la Premier League, e Inglaterra es el único país que ha enviado a Rusia una selección de 23 jugadores que militan todos en esa Premier League, ni un solo legionario. Hoy en día es difícil de toda dificultad armar un once inglés comm’il faut, porque los equipos punteros de su liga están llenos de extranjeros para quienes los ingleses son los domésticos, como en las escuderías ciclistas. Pero así y todo han llegado a semifinales. Un respeto. Y me apena todavía más pensando que han perdido contra Croacia, donde esta victoria será leña para el fuego de los fascistas que pululan por allá y hasta se atreven a festejar con la U simbólica de los ustachas, recordando a los sicarios de Hitler durante la 2.ª guerra mundial, cuyas prácticas espantaban a los nada tiernos miembros de las SS. Por supuesto que no creo que los jugadores tengan una mentalidad ustacha, pero sinceramente espero que pierdan la final. Y que me perdone el mejor jugador que pisa el césped en este Mundial, Luka Modrić.

Weiß/Colonia, 12.7.
En su blog Del Absurdo Cotidiano, Ángeles saca un breve texto titulado “Ganó Croacia” y dice que mañana, hoy, hará suyo el lamento de Ricardo Bada, cuando me haya pedido permiso de publicar allí un adelanto de mi diario, el que le envié anoche a un par de amigos al terminar el partido. Le dejo un comentario en el foro de su blog: «Arcángeles querida, no me tienes que pedir permiso para publicar ese fragmento de mi diario, al que tal vez debería haber añadido que los dos vencidos de las semifinales son quienes menos merecieron perder. Inglaterra por ser un equipo joven y armado a pesar de las condiciones adversas con que tienen que pechar los jugadores ingleses en su propio país, un dato del que poco o nada se sabe fuera del Reino Unido. Y Bélgica (que llegó ya una vez a semifinales, en México 1986) por ser un equipo en el que, por fin, se produjo la unidad del país, tan quebrantada por el eterno pleito entre Valonia y Flandes; ante un equipo como este, se olvidaron del pleito para pasar a ser lisa y llanamente belgas. Esa me parece casi mayor hazaña que llegar a la final».

Weiß/Colonia, 13.7.
En el foro de mi columna de hoy en El Espectador, sobre Alemania y las cuentas de la lechera, me comenta un lector que en Colombia pasó casi, casi lo mismo. Hubo colombianos que vieron a su Selección en las semifinales, quién sabe si no como campeones. Pero bueno, Colombia es la patria del realismo mágico. Si Remedios la bella subió en cuerpo y alma al cielo, como la Virgen María, llevándose además consigo toda la ropa blanca de los Buendía, ¿por qué no iba a poder Colombia quedarse campeona del mundo de fútbol? ¿ah?

La FIFA, que lo reglamenta todo, debería sacar un ukase decretando que todos los jugadores han de llevar camisetas de manga larga e inarremangable, y pantalones largos hasta el tobillo por debajo del calzón de reglamento, con el fin de evitarnos a los espectadores el nauseabundo espectáculo de sus cuerpos tatuados. Uno aparta la vista asqueado cuando la cámara parecería recrearse en primeros planos de semejante orgía, para colmo azul mahón.

Weiß/Colonia, 14.7.
11:11 am : A nadie le interesa el partido por el tercer puesto, excepto a la FIFA, que vende el paquete completo bajo el lema «Lo toma o lo deja». Esta noche, a título personal prefiero que ganen los dos. O sea, ni Bélgica ni Inglaterra, sino todo lo contrario.

Bélgica ha llegado más lejos que nunca en un Mundial (en México 1986 perdió por 4:2 contra Francia el encuentro por el tercer puesto) e Inglaterra repitió su mala suerte de 1990 en Italia.
Mañana la final. Para Francia su séptimo partido. Para Croacia su octavo: a los siete normales del calendario del Mundial hay que añadir los 90’ de los tres alargues de 30’ cada uno contra Dinamarca, Rusia e Inglaterra. Ese octavo partido jugado en “cómodas” cuotas puede pesarle como plomo a las botas de los croatas. Yo, poco o nada gabachófilo, espero que gane Francia. Pero tan sólo porque la victoria de ese equipo café con leche sería una victoria contra Le Pen, mientras que la de Croacia puede hacer volver a croar los sapos del cenagal ustacha.

Weiß/Colonia, 15.7.
¿Ganó Francia? Yo diría más bien que perdió Croacia. El resultado a fin de cuentas viene a ser el mismo, pero la óptica varía. Ganó gracias a los dioses (y al árbitro argentino, que no sé si será un dios, pero con los argentinos nunca se sabe) el que tenía que ganar, porque lo contrario habría sido algo terrible; no porque Croacia no lo mereciera, que sí lo hubiese merecido, sino por lo que hubiera hecho de ello la ultraderecha nacionalista croata, un triunfo de la raza eslava sobre la degenerada sangre francesa, infestada de hemoglobina árabe y africana. En mi entorno he sentido una gran simpatía hacia Croacia, y en mi corazoncito futbolero también los animaba. Pero no tomar en cuenta los trasfondos políticos sería descuidar una dimensión fundamental de tales eventos. A Angie y Vincent se lo puse en evidencia al hablarles de la capacidad para crear identidad nacional que ha tenido el equipo belga en un país tradicionalmente partido por gala en dos. Ahí se les prendió la bombillita y empezaron a entender mi toma de partido por Francia en vez de Croacia. En lo que todos coincidimos es en que Luka Modrić ha sido el mejor jugador de este mundial. Y en lo ocurrente de este tuit de @miblogestublog : Liberté Egalité Mbappé. Lo jodido del caso es que parecer ser que los lavadores de dinero del PSG están disgustados porque un joven de 19 años le haya robado el show al payaso más grande del mundo occidental, una inversión-tiro-por-la-culata de 222 millones de euros llamada… ay que no me acuerdo, que no me sale el nombre… ¿Neynoséquémás…? Pero ¿y qué tal si se lo traspasaran a la Cruz Roja Internacional para sus ejercicios de simulacros de salvamentos en situaciones límite?

Weiß/Colonia, 16.7.
«Cuando el diablo no tiene ná que hacer, mata moscas con el rabo», decía mi abuela Remedios. Hoy me he entretenido repasando minuciosamente las listas de los 23 jugadores de los 32 onces del Mundial de Rusia, es decir, 736 en total, y creo poder decir que el primer lugar del podio le corresponde muy de lejos a la Premier League: los 16 del Manchester City + 12 del Tottenham Hotspurs + 11 del Manchester United + 78 del resto (Liverpool, Chelsea, Arsenal, etc.) hacen un total de 117. De la Primera División fueron 77, de la Bundesliga 50, del Calcio (si bien la bella Italia brilló, gracias a los dioses, por su ausencia) 49. No extendí mi pesquisa al resto de las ligas europeas, pero ya las cifras precedentes hablan bien a las claras de una apabullante mayoría de jugadores en equipos de este continente. De América Latina estuvieron presentes en este Mundial ocho países (México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Brasil, Argentina y el Uruguay), pero jugadores militantes en equipos de ese continente solo fueron 70, ni siquiera los 88 que hubiesen sido necesarios para componer ocho onces, sin suplentes además. El lenguaje de las cifras es elocuente de sobra. Y como ellas son extrapolables, nos dicen mudamente que una ampliación de los participantes, de 32 a 48, consolidaría de un plumazo la supremacía del fútbol europeo por unas cuantas –bastantes– décadas. Oremus.

***************************************************

Comentarios