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Me fui de Rock al Parque

La pregunta que más me hacen por estos días es por qué salí de Rock al Parque y la respuesta es sencilla: La asesoría que hacía en los géneros de Rock y Hip Hop fue suprimida en el área de música de la Orquesta Filarmónica de Bogotá.

Pero igualmente quedaron por fuera los cargos de asesores en los géneros de Salsa y Jazz y de Músicas Regionales (Colombiana). Existe hoy una sola persona coordinando todos los festivales al Parque y las asesorías genéricas no fueron más porque las directivas consideraron que se debía hacer un frente puntual a las dimensiones del arte (circulación, formación, investigación, creación). Que, como nos lo manifestaron al decirnos adiós, los festivales al parque «ya se hacen solos y han entrado en dinámicas que no requieren de expertos al frente de los mismos».

Me voy satisfecho, con la misión cumplida en una ciudad cuya oferta cultural es infinita. Cinco años dirigiendo Rock al Parque fue una experiencia enriquecedora. Ante todo, me guardo el cariño y aprecio de tanta gente y de tantas partes, que conocí en este tiempo, algunos de los cuales hoy son grandes amigos. Creo que aún hay mucho por hacer por el rock de la ciudad y no dudo en desarrollar en adelante tantas cosas que desde lo público resulta imposible.

Desde lo cultural, Rock al Parque es el evento puntual más grande que tiene la administración distrital y en el que todos se quieren montar. Más de 300 bandas que año tras año se presentan a la convocatoria con la ilusión de alcanzar un espacio en el mismo. Agentes de ‘booking’, promotores, bandas internacionales, instituciones distritales, concejales, directivas, empresa privada, estudiantes y tantos otros que ven en este festival un momento para destacarse o sacar provecho mediático.

Y sí, Rock Al Parque es tan grande como los años que tiene, y en los cinco que estuve al frente del mismo hubo aportes que considero valiosos, pero en particular, el que generamos desde 2005, cuando decidimos que los grupos locales sólo pudieran presentarse año de por medio, y no dos años seguidos, como sucedía antes. Logramos entonces y en tres años multiplicar el número de cupos, ampliar notablemente la cantidad de nombres en el cartel, y desde 2006 duplicamos el número de ganadores de convocatoria participantes en el festival.

Pero mi mayor orgullo fue el nivel internacional que se logró durante mi gestión. Los nombres grandes que tuvimos en esta generación de Rock al Parque no envidia en nada lo que logran festivales similares y de tipo comercial como el Pepsi Music de Argentina o el Vive Latino de México. Apocalyptica, Black Rebel Motorcycle Club, Bloc Party, Carcass, Coheed And Cambria, Suicidal Tendencies, Fear Factory, Jaguares, Dead By Stereo, Zoé, Telefunka, Cuarteto de Nos, Los Bunkers, Haggard, Sargento García, VHS or Beta, Manu Chao y Austin TV, entre muchos otros, fueron una apuesta que valió la pena.

Rock al Parque 2009

Mi gran felicidad y conmoción en estas cinco ediciones fue la de ver siempre a miles de caras de jóvenes alegres vibrando bajo largas jornadas en el Parque Simón Bolívar, sin las mejores condiciones climáticas. No hay mejor satisfacción garantizada, a pesar de esa maldición eterna de la lluvia, incluyendo la devastadora granizada de 2007. Pero también fueron años para evidenciar el momento del rock local en el que vi crecer a muchas bandas. Mi favorita fue Nawal.

Consolidamos una relación que desde 2005 veníamos adelantando con los festivales de la región, nacionales e internacionales. Desde 2007 formalizamos un intercambio con el festival Altavoz de Medellín y el Quitofest de Ecuador. Logré desde mi gestión colocar en 2009 a José Fernando Cortés en el Pepsi Music en Buenos Aires, y dejamos latentes otros tantos trueques musicales con otros similares.

En mi paso por Rock al Parque queda la institución de la Carpa Distrito Rock, tristemente afectada por la lluvia, pero de un increíble impacto para los jóvenes emprendedores de la ciudad en torno al rock. Entre 2005 y 2007 construimos un espacio interesante de discusión con los jóvenes organizadores de festivales en las localidades que, infortunadamente, dejó de funcionar debido a políticas distritales en torno a los apoyos locales, pero que aun así institucionalizó la posibilidad de que las mejores bandas de dichas experiencias tengan el chance de llegar directamente al festival sin presentarse al proceso de convocatorias.

En este punto hago el más sincero agradecimiento a los tres gerentes de música que tuve en el camino y ante todo, al equipo de producción que me acompañó en estos años, el cual supo con entereza responder a nuestras ocurrencias en materia de espectáculo y de los aportes mismos que siempre quisieron hacer en pro de lo que ha sido y es el festival. Sin ellos, las palabras de este artículo estarían de más.

En resumen, me guardo un placer laboral enorme de lo que se logró. Construí siempre carteles artísticos y programaciones impactantes e interesantes (apuestas en las que muchos no creyeron en el momento), a pesar de que los recursos para la contratación internacional y nacional nunca han sido suficientes para las necesidades del tamaño del Festival y a las exigencias de cada administración por hacerlo siempre más grande. Debo decir que me guardo una de las alegrías más grandes que recuerde porque le hice un aporte muy valioso a mi ciudad y desde su más magno evento.

En el futuro y en este espacio, contaré anécdotas puntuales y maravillosas de mis cinco años dirigiendo Rock al Parque, que seguramente dejarán a uno que otro con un sinsabor, pero como dicen por ahí, no es nada personal.

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