Por: MARCO FIDEL AGUDELO CANO (@canocanomarco)
“Te quiero decir, Santos, que a Uribe, tu maestro, tu mentor, tu profesor de mermelada, a mí no me lo tocás. Lo traicionaste y le robaste hasta la U: lo dejaste en “Ribe”. Anda por ahí trinando como un pájaro todo desequilibrado, de psiquiatra. ¿Ésta es la educación que te dieron en Inglaterra, la ingratitud?”[i]
Discurso de Fernando Vallejo en la Filbo
Trampas, tramoyas, intrigas y desprecio. Recurrentes acciones por estos días entre campañas políticas anhelantes del preciado trono presidencial.
Sabios candidatos, campañas activas, tiempo escaso, cabezas rodando, injusta justicia y paquiderma ciudadanía que se resigna a perder lo poco de dignidad que le queda al aceptar la delincuencia como estilo en quienes aspiran gobernar. Mentiras y candidatos que mienten con tal facilidad que deslumbran. Impávidos y convincentes ante colombianos ansiosos de creer en alguien.
En cada campaña sale el atarbán, rastrero y oportunista a mediar y sacar ventaja, entre ellos algunos de nuestros precarios candidatos presidenciales. Eso ya se esperaba. Aún así satura la paciencia cada intervención cargada de expresiones, suposiciones e insinuaciones que legitiman una forma vulgar y primaria de hacer política bajo el condicional de que esta es dinámica y todo se vale, incluso contratar mercenarios informáticos que garanticen acceso a datos confidenciales, ingreso a campaña de dineros del narcotráfico y asesores con pasado oscuro.
Calamidad política derivada de la azotada semana donde primó la ausencia total de debate, siendo este obligatorio para los candidatos y un derecho ciudadano. Pocas propuestas, pocas ideas y abundante silencio de una clase dirigente rancia, intelectualmente empobrecida y sin estatura política para liderar los destinos del país.
Con el banquete semanal de chivas noticiosas, no se alcanza a asimilar y menos entender los sucesos en Colombia. No alcanza para entender cómo elegir al candidato menos malo, a la opción menos sucia, al menos corrupto. En cualquier caso se tendrá la sensación post-electoral de haber votado el voto, porque con campaña sucia nadie gana.[ii]
Mucha imagen (es lo que se ve) y poco contenido (también se ve). Santos y Zuluaga cargados de imágenes, videos y frases rimbombantes destacando pulcra ejecución y eficiente gestión. El país soñado o mejor, el país de los sueños.
Tal como lo pintan los anuncios electorales, en cualquiera de esas cuatro manos estaremos a salvo. ¿Será acaso cierto considerando los aparentes nexos de ambos candidatos con sus estrategas que operaron en la aparente ilegalidad?
En lo que a plan programático se refiere, economía y paz, los grandes temas de campaña. Crecimiento económico con Zuluaga, pacificación del país con Santos, pobres anuncios cada vez con menos peso entre la población. Lo que si se destaca es la malicia, las corruptelas y las estrategias para hacer del opositor la peor escoria social. Aunque al parecer no se equivocan.
La maldad política campea con libertad en las campañas electorales, peligrosa señal para el electorado. Además de ser fiel reflejo de la política paisana, esta tiene la particular manera de imponerse sin respetar reglas del juego electoral.
Avanzan las campañas y el odio mutuo se reconoce ardiente, visible y sin escrúpulos, aún cuando somos el país con la más vieja democracia del sur, del Sagrado Corazón y del proceso de paz. Y es que en cada frase se reconoce, a candidatos y jefes de campaña con derecho a hablar, un odio visceral que arrastra a la población, dejando entrever lo que Alan Wolfe llama la maldad política[iii]“Los que planean y ejecutan la maldad política tienen sin duda malevolencia en sus corazones, o sus cerebros funcionan de una manera errónea…Los seres humanos quizá quieran ser buenos, pero han reconocido hace mucho tiempo que tienen que familiarizarse con la maldad.”¿Qué sigue en esta degradación de la política colombiana?[iv] dice Daniel Samper.
Lo más patético y desesperanzador es elegir entre dos peores opciones tramposas, sucias y que, de acuerdo a las reglas establecidas en la normatividad electoral, uno será elegido y gobernará, aún cuando arrastra un pasado inmediato marcado por la trampa y la ilegitimidad. Borrón y cuenta nueva. En unos días borrón y elecciones nuevas. Mensaje equivocado para una sociedad que aparenta pedir a gritos justicia, paz y trasparencia, y digo aparenta porque ante las grotescas denuncias de las campañas punteras, se debería ser vehementes al pedir la renuncia de ambos candidatos.
Naturalmente no pasará ¡No puede pasar! De suceder, las maquinarias electorales estarían en peligro, muchos inversionistas de campañas perderían sus dineros, subiría al trono un soberano inconveniente al sistema, trámites, tramoyas y arreglos institucionales serían infructuosos, muchos serían los ilegales sin jefe y, naturalmente, sus partidos políticos serían los más deslegitimados y propensos a desaparecer.
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[iii] La maldad política. Qué es y cómo combatirla. III Premio Internacional de Ensayo Josep Palau i Fabre
[iv] http://m.semana.com/opinion/articulo/daniel-samper-ni-por-santos-ni-por-zuluaga/386851-3