Blog de notas

Publicado el Vicente Pérez

«Hay que callarle la boca a los analistas»: Gustavo Bolívar

A pesar del despliegue mediático de la campaña reeleccionista y de los demás candidatos, todavía ninguno alcanza dominar en las encuestas al menos el 30 por ciento de la intención de voto. Por el contrario, ha sorprendido que el voto en blanco encabeza actualmente las encuestas sin gozar del mismo cubrimiento mediático de las demás opciones. Al parecer por esa vía se está canalizando el descontento con la clase política en general, por encima de quienes han intentado hacer campaña como una alternativa fresca y descontaminada.

Es de resaltar que sea el voto en blanco el que canalice esa falta de identificación ciudadana y no, por ejemplo, la apatía o el abstencionismo. De todos modos, el triunfo del voto en blanco (la obtención de más de la mitad de los votos) se ve como algo lejano, pero entendiendo la política como más que un resultado en votos, el mensaje que reflejan las encuestas es poderoso y marca un símbolo que seguramente está siendo tenido en cuenta por las distintas campañas.

El diseño constitucional del voto en blanco lo debilita: por ejemplo, en caso de ganar unas elecciones, éstas deben repetirse con distintos candidatos, pero en el supuesto de que en las segundas elecciones vuelva a obtener la mayoría el voto en blanco, esta vez no gana, y la otra opción que haya tenido la siguiente votación ganaría las elecciones. Esto obedece a distintas razones, como la economía, aunque en detrimento de la legitimidad democrática, en esta hipótesis. A pesar de esto, el voto en blanco (que no deja de ser cuestionado) es una opción totalmente válida a la luz de las democracias modernas.

Gustavo Bolívar, además de su reconocimiento como escritor y guionista, en los últimos años ha promovido movimientos contra la corrupción, como la revocatoria del congreso y la propuesta de un congreso unicameral. Desde la fundación Manos Limpias ha abierto la campaña, con fuerte eco en las redes sociales, a favor del voto en blanco.

Vicente Pérez: Usted es la cabeza visible del movimiento por el voto en blanco en las próximas elecciones. No ha faltado quienes tachen esta propuesta como antidemocrática, utópica, etc., y por otro lado los medios poco han cubierto este movimiento. ¿De dónde surge y qué busca esta propuesta?

Gustavo Bolívar: Hace tres años alguien me dijo en Twitter que yo criticaba mucho y no hacía nada. Esa bofetada me llegó al alma. Le dije a esa persona, una estudiante del Externado, que tenía razón y que hiciéramos algo. Planeamos entonces una marcha contra la corrupción. Le fuimos dando forma a la idea, convocamos a otras personas y nos reunimos en un andén de la calle 124 con carrera 7 en Bogotá. Allí, de esa reunión nació la Marcha de los antifaces. Recorrimos el país organizando comités organizadores y al final la hicimos en 30 ciudades. El grupo se mantuvo unido y resolvimos constituirnos en una ONG con una exclusiva y única misión: luchar contra la corrupción, de ahí nació Manos Limpias, Indignados Colombia. Desde la primera reunión contemplamos la idea de trabajar un proyecto de voto en blanco pero decidimos emprender una primera etapa que consistía en desprestigiar más a la clase política para abonar terreno a la idea. Entonces hicimos la “Corzotón” en la Plaza de Bolívar hasta donde le llevamos a los Congresistas un surtidor de gasolina y billetes con la figura de Juan Manuel Corzo para subsidiarles el combustible. Fue todo un éxito. Luego nos inventamos los Premios Carroña cuya segunda versión se celebra este viernes 7 de Febrero y que consiste en premiar con el “Buitre de oro” a los peores hijos de la patria en 10 categorías. Hicimos campañas intensas en las redes sociales para frenar la reforma de la justicia, la construcción de un hotel en el Tayrona, la reelección del Procurador, para frenar el precio de la gasolina, etc. Algunas las ganamos otras las perdimos pero al final nos queda el orgullo de haberlo intentado todo para frenar tanto desmán de nuestra dirigencia.

V. P.:En la encuesta más reciente de Datexco el primer lugar en las presidenciales se lo llevaría el voto en blanco, que sin embargo no alcanza la mitad de la intención de voto que necesitan quienes proponen el voto en blanco, ¿cómo interpreta esta encuesta?

G. B.: Positiva desde todo punto de vista. Sirve para entusiasmar a los indiferentes, para motivar a quienes han perdido la fe, para despertar a la ciudadanía pesimista. El voto en blanco nos está llenando de esperanza, nos ha devuelto la confianza en los procesos nacidos de la sociedad civil. Procesos pacíficos que podrían desembocar en una revolución sin precedentes ni en Colombia ni en el mundo. De hecho ya la prensa internacional se empieza a interesar en el fenómeno. Periodistas de países donde no existe el voto en blanco ya indagan por esta valiosa herramienta electoral que amenaza seriamente con derrotar al tercer presidente más poderoso de Latinoamérica en su aspiración de reelegirse.
Analizando las votaciones del boto en blanco en las últimas elecciones, 1.1% en 1.998; 1,6% en 2002; 1,9% en 2006, 1,5% en 2010, y ahora 30,5% en 2014, podemos concluir que estamos ante un fenómeno sin precedente siquiera cercano en la historia. Para tener en cuenta, las encuestas medían en esas épocas entre 2 y 3% para el voto en blanco.

V. P.: Sin embargo en el caso de las elecciones al Congreso no sucede igual. Usted ha sido promotor de la revocatoria del Congreso, una Corporación totalmente desacreditada ante la opinión pública pero en la que, por los resultados de la encuesta, el voto en blanco no ha logrado calar. ¿Cree que con los candidatos a congresistas sí haya identificación política?

G. B.: En las presidenciales el voto en blanco se enfrenta a cinco o seis candidatos. En las elecciones para congreso nos enfrentamos a más de dos mil candidatos. Cada uno dueño de su feudo, de muchos empleados públicos a quienes obligan a conseguir votos so pena de perder sus puestos, a unas maquinarias enquistadas hace décadas en las regiones y que, como en anteriores ocasiones, ha sido aceitada por la mermelada que reparte el gobierno en su afán de asegurar la reelección. Además, en estos comicios se presenta con mayor intensidad la compra de votos. En la última elección para Congreso en 2010, el voto en blanco obtuvo 391 mil votos. Si sacamos 1.500.000 votos, es decir, si casi quintuplicamos esa cifra, nos daremos por muy bien servidos y seguramente en las elecciones del 2018 ya podamos aspirar a un triunfo en las elecciones para congreso.

V. P.: Algunos analistas políticos creen que este triunfo del voto en blanco es parcial y que es una corriente que tarde o temprano terminará decantándose por alguna opción con nombre y apellido. ¿Cree que por el contrario en las próximas mediciones aumente la tendencia al voto en blanco?

G. B.: Es un punto en el que le hacemos mucho énfasis a los seguidores, simpatizantes y promotores del voto en blanco. Es un reto lo que nos plantean los analistas, les digo. Tenemos que callarles la boca y eso se hace con hechos, saliendo masivamente a votar. Si el movimiento se desinfla pierde Colombia, pierde la dignidad, pierde la esperanza de un país digno. Tenemos que demostrar a esos analistas, que por lo sucedido en el pasado parecieran tener razón, que esta vez sí es en serio. Que estamos listos para producir el hecho político más grande en dos siglos de vida republicana. Les digo que se sientan orgullosos de escribir como protagonistas la página más gloriosa de nuestra democracia.

V. P.: El ejemplo de la victoria del voto en blanco es Bello, Antioquia, donde en las pasadas elecciones de alcalde el voto en blanco superó por unos veinte mil votos al único candidato conservador. Paradójicamente, luego de la segunda votación ganó el candidato del mismo partido conservador y de la misma extracción política. ¿No cree que algo similar pasaría en el Congreso? Ya se ha visto cómo ciertos caciques logran endosarle sus votos a sus herederos políticos, las hijas de los condenador por parapolítica Javier Cáceres y Vicente Blel pueden ser los próximos ejemplos.

G. B.: Eso va a suceder seguramente, pero el elector ya ganó un pulso a su clase política. Esto empodera. Sabe que lo volverá a hacer cuando las circunstancias lo ameriten. El cambio de actitud en el elector, la consciencia política que adquiere con un triunfo del voto en blanco es muy grande y le servirá en futuros procesos. Sin embargo no se puede negar que esos triunfos son románticos y que solo sirven para deslegitimar a los politiqueros, rechazarlos y decirles que la ciudadanía no los acepta. Por eso hemos pensado en un proyecto que le de valor real al voto en blanco: las curules vacías. Consiste en que el elector vea reflejado su voto en curules que no ocupe nadie, tal y como lo exigió con su voto al no depositar la confianza en nadie. Alguien que vota en blanco está renunciando a que lo representen. Porque precisamente la democracia representativa está en crisis porque la gente se cansó de elegir a quienes solo van a representarse a ellos mismo, a sus familias, a sus amigos y a los que financian sus campañas. Si logramos hacer una reforma electoral que de pureza al voto y permita que la voluntad del elector se refleje en curules que nadie ocupe, muy pronto veremos concejos asambleas y el mismo Congreso con sillas pintadas de blanco que nadie ocupará, nadie aprovechará para enriquecerse.

V. P.: Por derecho constitucional, los promotores del voto en blanco tienen iguales garantías que los demás contendientes en campaña. Dentro de esos derechos está la reposición de votos para reconocerles los gastos hechos en campaña. Esto ha sido visto con suspicacia por la opinión, ¿cómo se repartirá ese eventual dinero? ¿Ustedes están inscritos como promotores del voto en blanco ante el CNE?

G. B.: No estamos inscritos. No ganaremos un solo peso. Esta lucha es de puro aguante y corazón. Consideramos desde un principio que el voto en blanco era una expresión democrática tan pura que cobrar esos votos reñía con la filosofía misma del voto en blanco. Esta campaña se hace con dinero de todos los miembros de Manos Limpias y de otros movimientos que hacen parte del movimiento. Aquí todos ponemos porque sabemos que a la final todos ganamos. De hecho, creo que no hay movimientos de voto en blanco inscritos para estas elecciones. Estamos preguntando a la Registraduría.

V. P.: Por último, existe una tensión de indignación en el país contra la clase política y la forma como se está conduciendo el país en general, pero esta corriente no ha sido canalizada por ningún partido ni por ningún candidato. ¿Ustedes se plantean ser una futura opción política?

G. B.: Los partidos de oposición están desaprovechando una gran oportunidad de acceder al poder por la vía de la indignación ciudadana debido a sus pugnas internas. Es increíble cómo una izquierda tan pequeña como la nuestra en un país derechizado por 20 años de gobiernos de derecha, está dividida en tres y de pronto en 4 partes: El Polo, los Progresistas, la UP, la Marcha Patriótica y el ala izquierdista del Partido Verde. Por eso no hay una tercería y por eso ningún candidato termina de entusiasmar al electorado que ve en el voto en blanco la oportunidad de hacerse sentir con mayor fortaleza frente al Presidente Santos.

En lo que respecta a nosotros, hemos decidido marginarnos de los procesos electorales por dos razones. La primera, porque nos parece asqueroso explotar electoralmente la indignación. Revolucionar al país contra toda la clase política para al final capitalizar el descontento en busca de votos nos convertiría en algo igual o peor a aquello que combatimos. Es como decir, los demás son malos pero nosotros sí somos buenos. Da pena hacer eso. Y lo segundo porque sabemos, y este es uno de los puntos por los cuales votamos en blanco y no apoyamos candidaturas de candidatos responsables y honestos, que las minorías poco o ningún chance tienen de hacer las reformas que necesita el país. Hacen grande debates, votan en contra de proyectos negativos para el país, denuncian y se hacen sentir pero de ahí no los dejan pasar. No les aprueban proyectos de ley, a veces no los dejan hablar y, cuando se presentan las votaciones los aplastan las mayorías untadas de mermelada. Es perdido ir al Congreso en esas condiciones. Hacemos más desde la sociedad civil y sin necesidad de embolsillarnos una cantidad de privilegios y 25 millones mensuales por “trabajar” 12 días al mes. Los que asisten, que son pocos.

Los miembros de Manos Limpias saben que cuando tengan aspiraciones electorales, algo normal, legítimo y válido, tienen que abandonar la fundación y la bandera de la indignación. Así lo hemos aceptado todos con una sola excepción: si hay un proceso constituyente, ahí sí nos metemos de cabeza a buscar unas plazas que nos permitan proponer reformas que hemos venido trabajando juiciosamente como el Congreso Unicameral, las curules vacías, la silla vacía por corrupción, la imposibilidad de que el congreso haga reformas constitucionales a través de actos legislativos sin que estos sean refrendados por el pueblo, una reforma a la justicia verdadera que elimine la comisión de acusaciones y permita a la rama independizarse realmente del ejecutivo y del legislativo. No es ético ni conveniente que el Presidente proponga la terna de la que resulta elegido al Fiscal General, o que los congresistas elijan al Procurador que los investiga disciplinariamente y al Contralor que los vigila desde el punto de vista fiscal.

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