Blog de notas

Publicado el Vicente Pérez

Merienda de negros

La historia cada vez se hace más popular, con más o menos los mismos elementos que la del diputado de Antioquia: un concejal de Bogotá en una sesión de dicha Corporación (que él preside) llama la atención porque cualquiera pueda entrar a tan honorable recinto, porque «se nos está volviendo una merienda de negros».

Naturalmente, podría suponerse que el señor (Jorge Durán) no usó su expresión con la alevosa intención de ofender a la población negra. Naturalmente, lo anterior no lo exime de responsabilidad. La Procuraduría se encargará de investigar disciplinariamente al señor Jorge Durán y Silva, un concejal con 35 años en funciones: hasta al mejor panadero… O quién sabe si el mejor ¿será un político tan antiguo lo que precisamente necesitamos?

Hubo quienes reaccionaron ante la frase en cuestión minimizando su efecto: es un adagio muy extendido, leí en un foro. El narcotráfico y la corrupción también lo son, pero las cosas no necesariamente son lo que deben ser, y de ciertas personas se esperaría una conducta más apropiada, máxime si se refiere a una población discriminada e impávida, maltratada y olvidada, que, el año pasado fue objeto de protección por medio de una ley antirracismo, pero una ley no es la panacea. En otras palabras: no se desconoce el derecho de cada quien a pensar como quiera (conciencia) pero expresar ciertas opiniones o expresiones en público varía sustancialmente la cuestión.

Vamos un poco más al fondo: condenar políticamente al señor Durán es una reacción esperada, pero ahí no acaba el pozo: podemos entender muchas cosas de una sociedad partiendo de sus dichos. ¿No es curioso el contraste entre la imagen que los colombianos tenemos de nosotros mismos y la que las demás naciones tienen de nosotros? Veamos: Colombia es un país de blancos y cristianos, criollos pero blancos, rodeados por países con indios y negros. Que haya mestizaje es excepción ¿Francia no tiene población afro? Por otra parte: sabemos que hay que trabajar como negro para vivir como blanco, «desconocimiento histórico» alegarán: me repugna escribir estas palabras, respondo.

Esta situación recuerda la tensión desatada hace pocas semanas en el Cauca: «Muchos indios» título un periódico de blancos por esos días. Hay que rechazar el racismo, sí, pero es hipócrita hacerlo como un prejuicio externo, un mal menor. No. Este país es racista, su cultura es racista y regionalista, sus canales de televisión son racistas, y especialmente sobre este último punto: vender la imagen de protagonistas de porte más europeo que colombiano (¿recuerdan la adaptación de The Grey’s anatomy?) es influir en esa tara de pureza racial, cuando es quizá el mestizaje nuestra nota más característica.

Leo los periódicos: cuánto me enorgullezco del récord olímpico de Óscar Figueroa, orgullo colombiano en Londres, un afrodescendiente de disciplina ejemplar.

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