Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Alemania y la energía nuclear

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En la tarde del sábado, el debate de la energía atómica en Alemania vivió una de sus jornadas políticas más intensas en los últimos 11 años. En las ciudades de Berlín, Hamburgo, Colonia y Munich, marchas convocadas por diversos sectores, se dieron encuentro en una manifestación antinuclear que reunió a nivel nacional aproximadamente 250.000 personas.

En la actualidad,  un cuarto de la energía alemana, proviene de plantas ubicadas principalmente al costado Oeste de su territorio. En el año 2000, el gobierno federal en asocio con diversos partidos, logró negociar con las principales empresas el cierre  de un total nacional de 19 plantas activas cuyo uso cesaría en el año 2020. No obstante con la llegada de Angela Merkel al poder, y su victoria parlamentaria en el año 2007, el gobierno anunció acordar con las empresas privadas la extensión en los contratos del uso de energía nuclear, cuyo periodo se extendió hasta el 2039, incentivando de nuevo el debate político en torno a sus potenciales riesgos y a los intereses en juego en medio de crisis.

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En los últimos días, los recientes sucesos en Fukushima (Japón) y la cercanía de las elecciones de asamblea del estado de Baden-Württemberg y Renania-Palatinado en Alemania, han revivido un debate que en Europa, en los próximos años, probablemente se convierta de nuevo en un tema de agenda política de primera naturaleza.

Junto con la transición propia del gobierno alemán y de distintos gobiernos europeos al uso de energías alternativas, en medio de las críticas derivadas de los alarmantes riesgos que conlleva la implementación de plantas nucleares, surge además el debate frente a la falta de rígidos protocolos de eliminación de centenares de toneladas de desechos de alta radioactividad que en el caso alemán se depositan principalmente en las cercanías de la de la municipalidad de Gorleben, al norte del país. Este no solo recibe desperdicios nacionales, sino también sirve de repositorio a desechos reprocesados en Francia, situación que se ha mantenido durante años a pesar de frecuentes enfrentamientos entre manifestantes y la policía, a lo largo del trayecto férreo que conduce a los depósitos.

En el fondo, el debate de la energía nuclear implica dos grandes escenarios a analizar. En primer  lugar, un escenario ético en el que se racionalice de manera objetiva que eventos como los de Fukushima no enseñan nada desconocido durante décadas, y que los potenciales riesgos de la energía nuclear, a pesar de la implementación de medidas de seguridad en apariencia infalibles ante eventualidades inesperadas, demuestran limitaciones propias del cálculo humano y riesgos excesivos tanto de carácter medioambiental como sobre la especie.

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En segundo lugar es necesario recordar que la generación de energía en plantas nucleares hace parte de un debate político superior, ocasionado por una desbordada situación de demanda energética global en un mundo de recursos limitados en donde muchos gobiernos ponen en riesgo la integridad de sus habitantes por la necesidad imperiosa de satisfacer excesivos consumos. Las voces de rechazo que se vuelven a agitar en contra del montaje de nuevas plantas y a favor del cierre de las existentes, no solamente no deben tomarse como un llamado alarmista sino más bien se deben asimilar como una reacción natural a una situación que se evidencia anómala.

Hoy en día para muchos países y para los Estados Unidos a la cabeza de ellos, la demanda de energía ha pasado de ser una discusión técnica a entrar en el plano de la seguridad nacional. Así el factor energético deja de convertirse en una cuestión de carácter científico para adentrarse en un ámbito político en donde el propio concepto de “desarrollo” se pone en entredicho, ubicando a la humanidad al filo de un abismo en donde se apuesta inescrupulosamente con la vida humana y la sostenibilidad medioambiental.

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Renny Rueda Castañeda

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