Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Hugo Chávez y las “Milicias Bolivarianas”. La política y la desorientación.

El 4 de abril del año 2005, el decreto presidencial número 3.560 (Gaceta oficial No.38.158), constituye oficialmente el Cuerpo de Reserva Militar y Movilización Nacional, ambigua figura regulada según Ley Orgánica de La Fuerza Armada Nacional (Gaceta oficial No. 38.984), expedida en julio del año 2008. Con la publicación de esta última, el Gobierno Bolivariano de Venezuela, incorpora normativa y legalmente, a las Fuerzas armadas, el cuerpo de la “Milicia Nacional Bolivariana”. El 6 de octubre, del año 2009, a pesar de acaloradas discusiones surgidas en el seno de la Asamblea Nacional Venezolana, se aprobó la Ley de Reforma Parcial a las Fuerzas Armadas, que agrego el repetido epíteto de “Bolivarianas” a las misma, y estructuró la composición de la “Milicia Bolivariana”, según reza el proyecto de ley, como necesidad al hecho de que “no solo es la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, la misionada para la defensa y la integridad del territorio sino la sociedad en su conjunto”, así, continua el texto, “ es precisamente de allí, de donde surge la milicia Bolivariana, cuerpo especial que estará todo el tiempo adiestrado e integrado en las áreas donde ante la materialización de algunas de las hipótesis de conflicto les corresponderá actuar”, organizada por un comando general, segundo comando y jefatura del estado mayor, agrupamientos, unidades de milicia territorial cuerpos combatientes y órganos operativos y administrativos necesarios.

Con ella, se incorporan figuras como las de los “cuerpos combatientes”, “unidades conformadas por ciudadanas y ciudadanos que laboran en instituciones públicas y/o privadas, que de manera voluntaria son registrados, organizados y adiestrados por el comando general de la Milicia Bolivariana, con el fin de coadyuvar con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en la defensa Integral de la nación, asegurando la integridad y operatividad de las instituciones a las que pertenece”. El día de ayer, octubre 3 del año 2010, en una de sus conocidas alocuciones televisadas, Hugo Chávez ordena “armar las milicias populares” conformadas por “productores, campesinos y trabajadores”, en alusión a las Milicias Bolivarianas, expresando textualmente que “de qué sirve que esos cuerpos tengan uniformes si no tienen armas. Es una ridiculez una milicia desarmada”, o “Tienen que tener armas. ¿Quién ha visto unas milicias sin armas?, La milicia es el pueblo con las armas en la mano”, entre otras. Con ello, luego de un censo estimado de 500.000 personas inscritas en la citada figura militar, Venezuela al día de hoy, con decisiones como esta, inicia un extraño tránsito a procesos de creación de estructuras paralelas a los tradicionales comandos estratégicos militares, en clara similitud a cuerpos milicianos cubanos y a los “ayatolas” en Irán.

Mientras tanto, la nación, en contraste con el énfasis que el gobierno demuestra en sus proyectos militares, en confuso trasegar político, franquea en materia de orden público problemas que la convierten, desde el año 2009, en el país con el mayor número de homicidios del continente, con un total de 19.000 asesinatos, parte de una tasa de 75 homicidios por cada 100.000 habitantes -valores lejanos incluso a los 32 de Colombia y a los 8 de México-; en materia económica, la nación latinoamericana con la más alta tasa de inflación de toda América, y que, a pesar de sus condiciones geográficas y económicas derivadas de una economía altamente dependiente del petróleo, junto con Argentina, se convierte probablemente en la única economía grande del continente que continuará en recesión; y en lo político, en un confuso azimut ideológico, cargado de una retórica imprecisa que mezcla extrañamente políticas militares inesperadas y extemporáneas con políticas públicas en deterioro del aparato productivo, todo ello conjugado a un gasto desmesurado, al amparo de una polarización que la convierte en un extraño experimento social, visto con lupa por el resto del mundo como sinónimo de un romanticismo folclórico e ineficiente, cargoso para Latinoamérica.

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Renny Rueda Castañeda

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