Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Carta abierta a “Alfonso Cano”. Bogotá. Colombia.

Alfonso, buenos días. Le escribo a usted desde la paz de mi casa, desde la calma de mi espacio propio, desde mi mundo. Visualizo su cotidianidad en un espacio lleno de trabajo, de tareas y de infructuosos esfuerzos por modelar sus planes, que con cada segundo en Colombia, se hacen más complejos. Inabordables. La muerte el 22 de septiembre de Víctor Julio Suarez (con el alias de Mono Jojoy), ha de significar para usted, si es desapasionado observador, probablemente el momento más crítico de la historia de la guerrilla en Colombia. No solo es una pérdida militar para usted, es la más importante pérdida moral de la organización que usted representa, en décadas de combate. El camino a su frente, tiene única y exclusivamente dos rutas. El fin de su historia vital, seguido de un olvido voluntario de los ciudadanos de Colombia, o el inicio de una nueva etapa en su vida y en la historia de Colombia mediante procesos civiles de reconciliación y desmovilización, con ejemplos similares en historias de conflicto en otras latitudes tales como Irlanda, Uruguay, El Salvador o Nicaragua. Usted Alfonso, hoy no representa para los colombianos el peor enemigo, pero si un problema más a resolver. Cada día que pasa, los colombianos sabemos que las horas de ustedes están contadas, y que el futuro de una Colombia nueva, para bien o para mal, descansa en las decisiones de personas como usted. La sensatez solo conduce a pensar que en Colombia, cada vez más, el final de las hostilidades de la guerrilla, se acerca.

Tiene usted sobre sus hombros la responsabilidad de conservar la vida y la situación jurídica de miles de personas, que a diferencia suya, solo han conocido por destino la escasez y la ignorancia. Usted sabe, que usted, no es un guerrillero común de las FARC. Su formación en antropología y gran parte de la influencia obtenida por sus actividades en el ámbito de la vida civil, lo hacen una persona diferente incluso a los ojos de quienes le acompañan. Su análisis del conflicto, le permite quitarse su camuflado y estudiar de una manera objetiva la verdadera realidad que hoy el país experimenta. Nadie en Colombia, ni siquiera los más enconados contradictores de la guerrilla, quieren que mueran más personas jóvenes, independientemente de las filas a las que pertenezcan. El gobierno y la sociedad civil no quieren que mas soldados mueran, ni usted, ni ningún colombiano quieren que más campesinos o jóvenes venidos a guerrilleros mueran.  Hoy está en la capacidad de plantearse distintos escenarios futuros, pero solo una lectura le ha de ser posible: que Colombia merece la paz, y que independientemente de lo que usted haya representado para su organización o para el país, hoy, los pasos que dé en las semanas venideras, pueden ser una puerta mas de esperanza real, tangible, para la sociedad.

No es usted el primer comandante guerrillero que se desmoviliza en Colombia, pero si puede ser usted el último, y el más claro ejemplo histórico, de que  los procesos de desmovilización en cabeza de figuras relevantes pueden poner punto final a la pérdida de vidas humanas, y a la vez configurarse en la puerta de entrada para que sociedades como las nuestras reflexionen frente a nuevas obligaciones y problemáticas solo abordables desde el estudio, la tolerancia y el trabajo. Alfonso, la colombiana no es una sociedad que piense como hace 40 años, que la fuerza es un argumento. Hoy la fuerza, incluso la que en ocasiones puede venir del estado, repugna como alternativa a la solución de conflictos.  La sociedad civil se percata más que en ninguna otra época en la historia, tanto de los excesos como de los aciertos de sus gobernantes, y aunque aún existan problemas complejos en el mundo, la única alternativa viable que palpita como solución en el subconsciente de las sociedades es que solo la educación y el trabajo son la salida.

En el año de 1985, restablecida la democracia en el Uruguay, el actual presidente del país, José Mújica, entonces líder guerrillero, protagonizó el proceso de incorporación a la vida civil de la guerrilla conocida como “Los Tupamaros” o Movimiento de Liberación Nacional. 25 años después, luego de complejos procesos de maduración democrática, Uruguay representa en la actualidad probablemente el país con la configuración política más inclusiva, organizada y democrática del continente americano, con excepción de Canadá.

El 26 de Septiembre del año 2005, en cumplimiento de antiguos acuerdos firmados en la ciudad de Belfast, el Ejército Provisional Republicano Irlandés (IRA), inicia un proceso de desmovilización y desarme, que pone fin a un derramamiento de sangre cuyo origen se remonta al año de 1969, luego de fuertes diferencias ideológicas entre nacionalistas irlandeses y los gobiernos de la época.  El 3 de septiembre del año 2008, el gobierno irlandés, en comunicado oficial, certificó ante la opinión pública del país el cumplimiento a cabalidad de las obligaciones asumidas por el IRA en su proceso de desarme al desmantelar todas sus estructuras, procesos de reclutamiento y departamentos militares. Aún cuando la crisis económica se ensañó con la aún frágil economía irlandesa, Irlanda hoy se perfila como uno de los países de mayor crecimiento económico futuro de la región y miembro de la Unión Europea.

El 16 de enero de 1992, los Acuerdos de Paz de Chapultepec, firmados en México entre el gobierno de El Salvador y el “Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional”,  ponen fin a doce años de conflicto en un país, que aún hoy, no se recupera del todo de los efectos derivados de la confrontación armada, por muchos analistas considerada como guerra civil. En el año de 1997, la Secretaría General de las Naciones Unidas, certificó el cumplimiento de los acuerdos, dando lugar a una nueva era de la democracia Salvadoreña que al día de hoy, lucha asiduamente contra el incremento de bandas asociadas al narcotráfico en Centroamérica.

Los anteriores, son referentes concretos del final de procesos armados en otras latitudes, que representan cartas de navegación en el escenario de finalización de acciones de hostilidad. La historia tiene innumerables experiencias de que no obstante la crudeza del conflicto, el grado de ventaja o desventaja de los bandos, la pervivencia de este en el tiempo o el origen de la confrontación, siempre existe un acuerdo final entre partes. Y aún cuando la actual administración, encarna probablemente la condición estratégica más favorable a las instituciones de las últimas décadas, tanto en lo relativo a las fortalezas presentes y futuras del gobierno, como a la dirección que ha tomado el conflicto desde año 2002 con la llegada de Álvaro Uribe; el presidente Juan Manuel Santos, a diferencia de Uribe, en los últimos meses de gobierno, demuestra con su conducta más experiencia en materia de diálogo, y probablemente una mayor predisposición a la negociación en algunos escenarios. Los antecedentes más importantes de esta afirmación están representados tanto en el restablecimiento formal de las relaciones diplomáticas con los gobiernos de Ecuador y Venezuela, como a su vez en el grado de aceptación partidista y apoyo poblacional que tiene. Aunque estos hechos son parte de su estrategia política, son también claros indicadores de su perfil. En el tablero, la administración actual tiene probablemente el nivel más alto de aceptación del resto de mandatarios del continente, sin excepción, y adicionalmente, usted ha de estimar que como consecuencia de esta condición, las operaciones militares no se han de detener y que la información obtenida el día jueves sirve de insumo para los procesos futuros de organización y logística del ejército, mejorando aún más la condición de parte del gobierno. En este momento, la estela cronológica del conflicto marca probablemente un punto de inflexión tan o más importante que el experimentado con las decisiones de la administración de Andrés Pastrana. Hoy la distribución de cargas es distinta y la velocidad de los acontecimientos, mucho más vertiginosa.

Los últimos años han representado para esferas de la política nacional, la academia e incluso la sociedad  civil, los más aleccionadores en materia de acuerdos políticos de paz, justicia y reparación. En términos generales, dependiendo de los pasos a seguir por usted en cabeza de la organización, probablemente las condiciones jurídicas de los miembros de la guerrilla sean similares a las condiciones de miembros de otras organizaciones en procesos de desmovilización históricos colombianos. Todo ello, en un marco de acciones unilaterales que de acuerdo a la situación deben surgir de usted y de nadie más. Su mayor reto en este momento, es el tiempo. Los complejos y dilatados procesos de formación de cuadros, la capacidad de reorganización de las estructuras de su organización, las muy limitadas acciones de inteligencia de sus responsables, el aprendizaje, fortaleza y experiencia actual de la fuerza pública colombiana en materia de operaciones conjuntas, el estado anímico y organizacional de las fuerzas militares y el momento y los sentimientos que está experimentando la sociedad colombiana frente al conflicto, son todas, variables que dificultan el pronóstico de su organización.

La decisión no solo requiere el análisis y los puntos de vista de usted y de las personas que integran la comandancia. Es una decisión que debe tener en primer lugar consideración sobre el bienestar y las posibilidades de integración y convivencia del grueso del personas que hacen hoy parte de la estructura de base guerrillera, sobre la vida que les espera en un proceso riguroso de desmovilización y sobre las posibilidades de reinserción a un orden civil actual, en una Colombia mas organizada, políticamente más madura y en vía de desarrollo.

Las semanas venideras son probablemente las más trascendentales de su vida, la reflexión sobre la decisión a tomar debe ser tan o más importante que la suma de las decisiones  por usted tomadas durante sus actividades en la guerrilla. El mayor temor que a veces se puede tener, radica en las responsabilidades derivables de la toma de decisiones correctas. La sociedad civil colombiana, está durante estas horas, y más que en ningún otro momento en la historia del país, unida, y atenta a los pasos que surjan de usted en dirección al final del conflicto.

Cordialmente. Desde Bogotá.

Renny Rueda Castañeda

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Renny Rueda Castañeda

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