Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

Implicaciones Observables

He escrito esta entrada con varios propósitos en mente: 1) proporcionar un ejemplo de un concepto que fue tema de trabajo con mis estudiantes; 2) demostrar con una acción muy simple cómo se le puede dar contenido a la máxima, “piensa globalmente, actúa globalmente”; y 3) proporcionarle a los miembros del Congreso de Colombia y a la ciudadanía en general medios para demandar una rendición de cuentas al Gobierno en relación con su política hacia Israel y hacia Palestina.

Como para variar, quisiera comenzar refiriéndome al solipsismo del gobierno israelí. Parece como si no escuchara, no entendiera o simplemente rechazara lo que escucha y lo que entiende. Hace un poco más de una semana, en un acto de abierto desprecio a la más extendida opinión pública mundial, el gobierno israelí ordenó la construcción de 3000 viviendas en Jerusalén Oriental. Para todos los observadores, esta decisión es un obstáculo más al logro de una paz definitiva entre palestinos e israelíes.

El Gobierno de Israel acusa a la Autoridad Palestina de haber actuado en violación a los Acuerdos de Oslo de 1993 al haber pedido su reconocimiento como estado ante Naciones Unidas. Pero el mismo gobierno israelí no dice nada respecto al hecho de que la continua construcción de asentamientos en las zonas ocupadas es también una violación a esos acuerdos; ignora que el asunto fue objeto de una mención específica en la llamada Hoja de Ruta con la cual el gobierno de George W. Bush trató de relanzar el proceso de paz entre palestinos e israelíes y, por supuesto, le importa un bledo que haya una pila de resoluciones de Naciones Unidas condenando esa construcción.

Hoy se me arrugó el corazón otra vez al ver en The Guardian la imagen de Jihad Mishrawi abrazando el cuerpo muerto de su hijo de 11 meses, luego de un ataque de la fuerza aérea israelí.

Mishrawi es un editor gráfico que trabaja para la BBC. En los hechos también murió su cuñada. Otra víctima de ese ataque fue su hermano quien también falleció luego de una agonía de 12 días, después de tener quemaduras en el 85% de su cuerpo.

El editor en jefe para el Oriente Medio de la BBC tuiteó una foto de Omar, el hijo de Mishrawi. Benjamin Netanyahu sólo atinó a responder, por la misma vía lo siguiente: “Hoy ví una foto de un niño israelí sangrando [a propósito, yo incluí un vínculo a la foto a la que se refiere Netanyahu en esta entrada]. Hamás deliberadamente convierte en objetivo a nuestros niños.” No hay remordimiento ni culpa ni vergüenza. Y esto no es Ley del Talión porque la desproporción entre las muertes de un lado y del otro prohíbe cualquier consideración incluso de este tipo. Por si acaso, recuerdo las cifras de las víctimas de la operación Pilar Defensivo: 109 personas muertas (105 palestinas y 4 israelíes) y 1190 heridas (971 palestinas y 219 israelíes). Los niños de Gaza, señor Netanyahu, ¿que se jodan?

Y, como para echarle sal a la herida, el 11 de diciembre Al Jazeera informó que, antes del amanecer, las oficinas de varias organizaciones de derechos humanos en la ciudad de Ramala fueron allanadas por miembros del ejército israelí. La misma fuente indica que varios equipos de oficina, incluidos computadores, fueron dañados o destruidos. ¿Qué piensa el Gobierno de Israel? Y, ¿qué piensa el de Colombia?

En relación con la abstención de la delegación colombiana en la Asamblea General de Naciones Unidas en la votación acerca del reconocimiento de Palestina como estado uno puede formular varias conjeturas o hipótesis. Sin poder realmente conocer qué es lo que íntimamente piensan el Presidente y la Ministra de Relaciones Exteriores, nos queda observar las implicaciones de esas hipótesis. A esto es a lo que se refiere el concepto de implicaciones observables.

Consideremos estas dos conjeturas: primera, el Gobierno de Colombia está comprometido con el proceso de paz entre Israel y Palestina; segunda, a este gobierno le importa cinco lo que Israel haga en Palestina. El problema que tenemos es que la retórica oficial no nos deja distinguir bien una cosa de la otra.

Los políticos se han encargado de devaluar la política pues no pierden ocasión

de declarar públicamente su empeño
en propiciar un diálogo de franca distensión
que les permita hallar un marco previo
que garantice unas premisas mínimas
que faciliten crear los resortes
que impulsen un punto de partida sólido y capaz
de este a oeste y de sur a norte,
donde establecer las bases de un tratado de amistad
que contribuya a poner los cimientos
de una plataforma donde edificar
un hermoso futuro de amor y paz.

Estas líneas son de Joan Manuel Serrat, de su canción Algo Personal, que la incluyo aquí si la quieren escuchar.

Con esa retórica pomposa a la que el Presidente Santos nos tiene acostumbrados en temas tales como la justicia social, la lucha contra la desigualdad o la protección del medio ambiente, la verdad hay que precaverse. El abismo entre lo que dice y lo que hace es muy grande. Y, sin embargo, en relación con Israel y Palestina, puede que esté yo equivocado: puede suceder que sí le importe el proceso de paz y genuinamente, no sólo para los fines de su posible reelección. Me refiero desde luego al proceso de paz entre israelíes y palestinos.

Pero, ¿cómo saber si tal es su genuina intención? Démole el beneficio de la duda y aceptemos, en gracia de discusión, que sea cierto que el Presidente crea que el reconocimiento de Palestina como estado sea un obstáculo a las negociaciones con Israel. No obstante, podemos preguntar, ¿podría un presidente que quiere la paz entre palestinos e israelíes quedarse callado ante el anuncio de Netanyahu de construir 3000 viviendas en el territorio palestino de Jerusalén Oriental? Yo creo que no. Creo que la implicación observable de la hipótesis según la cual el Presidente Santos apoya genuinamente la paz entre Israel y Palestina ha de ser que haya expresado alguna protesta.

Dicho de otro modo, uno esperaría que nuestro gobierno, a través del Embajador de Colombia en Israel, haya enviado una nota verbal (que es escrita) destacando, así sea en tímidos términos, que la construcción de asentamientos en Jerusalén Oriental es una violación del derecho internacional y un obstáculo para alcanzar una paz firme y duradera.

Una implicación observable de la hipótesis de que al gobierno colombiano no le importa el proceso de paz entre israelíes y palestinos, o que le importa menos que cualquier otra cosa como su relación comercial y militar con el estado de Israel o con los Estados Unidos, es que no haya hecho nada o no quiera hacer nada al respecto.

Con otras palabras, esto es algo se puede observar. Lo único que hay que hacer es enviarle un derecho de petición a la Ministra de Relaciones Exteriores señalando que, aunque la dirección de la política exterior colombiana es un asunto del resorte exclusivo del gobierno, los ciudadanos tenemos el derecho a saber si nuestro gobierno ha objetado o no la construcción de 3000 viviendas en Jerusalén Oriental. Dependiendo de si responde y, si lo hace, de su respuesta, podremos saber, más allá de toda retórica pomposa, qué es lo que realmente piensa y quiere el gobierno de Colombia en relación con Israel y Palestina.

Le invito a que formule un derecho de petición en este sentido. No tiene que ir hasta el Palacio de San Carlos. Bien puede hacer su pedido, con el fin de demandar una rendición de cuentas, en este sitio.

Sólo por si le asaltan las dudas y cree en el “argumento por imitación” pues tome nota de que otro gobierno que se abstuvo de reconocer a Palestina, el del Reino Unido, ya protestó enérgicamente por la construcción de las 3000 viviendas en Jerusalén Oriental. También lo hizo un estado que votó en contra: los Estados Unidos.

Hace falta más de nuestra parte, creo yo, para ayudar a la paz en el Oriente Medio. Podemos ayudar a que el gobierno israelí se despierte de su solipsista complacencia. Hay que decirle que la muerte de Omar Mishrawi es un crimen de guerra que debe ser juzgado por las autoridades judiciales de ese país y, si no, por la Corte Penal Internacional. También hay que decirle que la construcción de viviendas y asentamientos es una violación al derecho internacional, un obstáculo al proceso de paz y una bofetada a la opinión pública mundial. Al Embajador Yoed Magen se le puede escribir por esta vía o a la siguiente dirección electrónica: [email protected]

Y hace falta un esfuerzo más. Tenemos que despertar a Hamás de su complacencia en el resentimiento y en la rabia. Tenemos que pedirle que desista de su política de ataques indiscriminados a la población civil en Israel y que, para alcanzar una paz firme y duradera, reforme su Carta de constitución reconociendo la existencia del estado de Israel. Hamás, desafortunadamente, que yo sepa, no tiene un sitio en internet al cual le podamos escribir directamente. Sin embargo, le podemos pedir a la Embajada de Egipto en los Estados Unidos que sirva de canal para transmitir nuestros cuestionamientos a esa organización (me ahorro el adjetivo terrorista de la misma forma como me lo ahorré en relación con el estado de Israel). La dirección del correo electrónico de la Embajada de Egipto en los Estados Unidos es [email protected]

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