Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

Empoderamiento Ciudadano versus Autoritarismo Local

En Colombia hay muchas cosas que están mal distribuidas. Sobre esto no hay que abundar. Hay otras, sin embargo, que uno las encuentra por doquier y bien repartidas. Rico o pobre, cachaco o costeño, creyente o no creyente, la probabilidad de que usted se encuentre con un colombiano autoritario es bastante alta.

Alta también es la probabilidad de que su encuentro termine en un sentimiento de frustración cercano al de impotencia. “De malas” es una frase característica de nuestro autoritarismo autóctono. “Jódase” y “me tocó mamarme …” son otras expresiones que pertenecen al mismo repertorio.

Muchos ciudadanos alimentan su falta de poder con el conformismo típico del “mejor dejémos así”. Muchos autoritarios la alimentan de otro modo: denunciando al que denuncia. “Metido” y “sapo” son manifestaciones emblemáticas de nuestro autoritarismo local.

A este autoritarismo local podemos contraponerle el empoderamiento ciudadano. Me explico.

Los ciudadanos estamos dotados de poderes que la mayor parte del tiempo permanecen dormidos. Donde hay reglas que dicen qué es lo que podríamos obtener y qué es lo que podemos esperar, y donde hay autoridades dispuestas a hacer cumplir esas reglas, el autoritario local lleva las de perder.

Si uno conoce la regla y sabe como recurrir a la autoridad para que la haga cumplir, no importa que el autoritario local se burle de usted o lo intimide. Al final, tendrá que recular. Sentirá usted entonces no sólo que tiene la razón sino también que tiene poder.

¿Desvaríos de un académico? ¿Ilusiones de un ciudadano? ¿Filosofía de auto-ayuda? Para nada. Aquí me atengo a la regla del apóstol Tomás: ver para creer. Así que vean. Por lo pronto, empiecen por leer.

Entre los taxistas, así como entre los pasajeros, la proporción de autoritarios es bastante alta. ¿Qué puede hacer un pasajero con un taxista autoritario, de esos que dicen, “no, allá no lo llevo”? Antes de darles la respuesta, quisiera contarles la historia de una ciudadana empoderada.

Luego de tomar un taxi en Bogotá y pedirle al conductor que la llevara a un lugar en el noroccidente de la ciudad, el conductor se negó. Como el taxi ya iba en camino, la pasajera le solicitó que se detuviera en el lugar que ella escogió para bajarse: al lado de una patrulla de la Policía. El taxista pasó al lado de la patrulla, pero se negó a detenerse. La pasajera abrió la puerta y empezó a gritar, lo cual dio lugar a una reacción inmediata de la Policía que alcanzó al vehículo y detuvo al conductor. La pasajera, en vez de dejar las cosas así, insistió en una sanción para el taxista conforme con la regla que manda que, una vez que éste acepta la carrera, ha de dirigirse al destino que le indique la pasajera.

No vayan a pensar que esto es mero cuento. Aquí está la foto, tomada la noche del 7 de marzo, del mencionado comparendo.

Comparendo: Prueba de Empoderamiento Ciudadano

¿Qué puede hacer un pasajero con un taxista autoritario, de esos que dicen, “no, allá no lo llevo”?

Si ve a un agente de policía cerca, entonces pídale que detenga el taxi, formule su denuncia y asegúrese de que le impongan un comparendo al taxista renuente.

Si no hay un agente de policía cerca, entonces

asegúrese de tomar la mayor cantidad posible de información acerca del taxi que se negó a prestarle el servicio: número de la placa; número del taxi (si lo tiene); nombre de la empresa a la que pertenece; si es posible, nombre del conductor, etc.; y

denuncie: llamando a la línea 195, a los teléfonos de la policía número 3649435 y 320 8384992, o ingrese los datos en la página http://www.movilidadbogota.gov.co/ haciendo click en la parte superior derecha donde dice “contacto” y proporcionando toda la información requerida en la ventana “Sugerencias, quejas y reclamos.”

Espero que quienes lean esta entrada la encuentren útil y también inspiradora. Lo digo porque el autoritarismo de algunos taxistas, aunque prominente e irritante, no el más gravoso de nuestros autoritarismos locales. Además, no sólo hay autoritarismos locales. También los hay nacionales e internacionales. Para combatirlos, se requiere una acción concertada de muchos ciudadanos. Esto, a su turno, requiere de cierta escuela en la lucha contra los autoritarismos locales. Y para escuela estamos los ciudadanos que nos identificamos como tales, aprendiendo los unos de los otros.

Comentarios