Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

Greenpeace y la Segunda Revolución Copernicana

No creo exagerar al decir que la situación del mundo es muy mala. Es cierto que todavía no parece catastrófica. Muchas cosas parecen seguir funcionando normalmente: el sol sale todos los días, todavía hay nubes en el cielo, cada político dice que es mejor que los demás, las facturas y cuentas de cobro siguen llegando puntualmente y, aunque hay muchas cosas de que quejarse, hay otras tantas que lo hacen a uno sentirse contento. «¿Para qué alarmarse?» dice el optimista. A lo cual uno puede replicar, «si precisa usted ver una señal de peligro planetario, entonces aquí la tiene.»

Clima Extraño Estadao 16 02 2014

Este es un mapa publicado por el diario Estadão de São Paulo en el cual se detallan los eventos climáticos extremos ocurridos en los últimos dos meses. Como lo dice la leyenda de la parte inferior, fue elaborado con base en la información proporcionada por la Agencia Metereológica del Japón y la Organización Mundial de Meteorología. Este mapa le permite rápidamente hacer el recuento de los lugares del mundo en los cuales se han registrado temperaturas muy altas (color rojo) y muy bajas (color azul); regiones donde ha habido lluvias copiosas (color verde), que han provocado inundaciones, y regiones donde ha habido sequía (color amarillo). Estadão resaltó el área suroriental de Brasil donde ha habido mucho calor y los ríos han disminuido gravemente su caudal (estiaje).

El mismo diario informa que un vuelo de Copa que haría el itinerario Porto Alegre – Panamá fue cancelado por causa del calor. El asunto parece un incidente menor. En realidad, uno lo puede tomar como una indicación de las tantas consecuencias del calentamiento global.

Para poder despegar, un avión requiere de un cierto nivel de densidad de aire. Con bajos niveles, la cantidad de aire que entra en el motor es menor y, por lo tanto, la demanda de energía para que el avión despegue es mucho mayor. Si continúan registrándose fenómenos de intenso calor, la cancelación de vuelos por esta razón podría volverse más común.

En otros lugares del mundo, el calentamiento global ha dado lugar a numerosos trastornos de los itinerarios de vuelos pero por cuenta de tormentas de hielo y nieve. Solamente en los Estados Unidos, desde el 1 de diciembre hasta la fecha se han cancelado alrededor de 75000 vuelos. Se trata del número de cancelaciones más alto en los últimos 25 años.

En diciembre del año pasado, los medios de comunicación dieron cuenta de la alarmante situación en la Argentina por cuenta del calor. El consumo de energía eléctrica se disparó luego de que todo el mundo encendiera al máximo el aire acondicionado. El sistema eléctrico colapsó y dejó a mucha gente sin luz y también sin agua.

Ahora la crisis se vive en Brasil. Según un reporte de rt.com, el Sistema de Agua de Cantareira, el cual tiene una capacidad de un millón de litros de agua, siendo uno de los mayores del mundo, está apenas a un 19% de su nivel. Según este mismo reporte, 140 ciudades brasileñas han implementado programas de racionamiento de agua.

Y, ¿qué tiene que ver todo esto con el título de esta entrada: Greenpeace y la segunda revolución copernicana? Tómelo como una introducción, un poco larga, lo admito, a la idea central que quisiera plantear aquí: una de las causas principales de la situación en la que nos encontramos es creer que somos el centro del planeta y que, por lo tanto, podemos subordinar toda la vida en la Tierra a la satisfacción de nuestros deseos.

Una de las expresiones más extremas y, por ello, más delirantes de la independencia de la especie humana respecto del complejo proceso de vida en la Tierra es la siguiente afirmación del astronauta Neil Armstrong: «Desde mi punto de vista, el logro decisivo del Apolo 11 consistió en la demostración de que la humanidad no está atada para siempre a este planeta y de que nuestra visión va mucho más allá y de que nuestras oportunidades son ilimitadas.» Gravedad puede ser considerada como una extraordinaria refutación fílmica de semejante tontería.

Nuestro mundo moderno se nutre de símbolos e imágenes solemnes como la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

Signing_of_Declaration_of_Independence_by_Armand-Dumaresq,_c1873

Esa Declaración se convirtió en referente de muchas otras que le siguieron como la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 y de 1793, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana de 1791, e incluso de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.

No importa cuán radical haya sido el cambio en la concepción detrás de cada una de esas declaraciones, el eje de cada una de ellas fue siempre el mismo: la protección de individuos que pertenecen a la especie humana. En ninguna de esas declaraciones vamos a encontrar mayores indicaciones acerca del respeto al planeta del cual somos apenas una pequeña parte. Cada una de las concepciones políticas en las cuales se basan esas declaraciones presupone que el bienestar de los individuos de la especie humana tiene un carácter primordial y, por tanto, prioritario con respecto al cuidado de todos los demás seres vivientes en el planeta.

La Declaración de Interdependencia, promulgada por Greenpeace en 1976, doscientos años después de la referida Declaración de Independencia, está basada en un giro del pensamiento que bien podría ser catalogado como una segunda revolución copernicana. En efecto, de considerar que somos el centro del planeta, la ecología nos permite comprender que somos un eslabón más en la gran cadena de la vida. De esta revolución del pensamiento se derivan numerosísimas implicaciones críticas respecto de nuestra actual forma de vida, implicaciones que tienen que ver con el cuestionamiento a la concentración de recursos en muy pocas manos y con el rechazo a ideas del bienestar humano centradas en el consumismo.

Busqué en la web imágenes que evocaran de forma contundente la radicalidad de este giro de pensamiento.

EgoNature_1

Ésta, tomada del Taller Filosófico Sociológico, logra plasmar la idea al poner en cuestión el sentido jerárquico de nuestro modelo patriarcal capitalista. Para mi gusto, es todavía demasiado conceptual. Carece de la simplicidad y de la fuerza con la cual se representa en esta otra la interdependencia humana.

Interdependence

Luego de buscar otro rato, me quedé con esta imagen elaborada por David Hitch.

David Hitch Interdependence

Espero, sin embargo, que otros artistas encuentren sugestivo el tema y se pongan a la tarea de representar el modo en el cual la vida humana depende del conjunto de la vida en la Tierra.

En relación con la interdependencia, yo me puse una tarea más modesta: traducir la Declaración de Greenpeace porque creo que es un documento que contribuye a generar el necesario cambio ideológico y cultural con el cual podremos transformar las estructuras políticas y económicas que oprimen la vida en este planeta. El texto original está disponible en la página de Rex Weyler, quien sirvió como director de Greenpeace entre 1973 y 1982.

greenpeace-logo

Declaración de Interdependencia

Hemos llegado a un punto en la historia en el cual debemos tomar una acción decisiva para evitar un desastre ambiental generalizado. Con la proliferación de los reactores nucleares y con más de 900 especies en la lista de aquellas en vía de extinción, no puede haber más tardanza pues de otro modo le negaremos a nuestros niños su futuro.

La Fundación Greenpeace procura estimular acciones practicas e inteligentes para contener la marea de destrucción planetaria. Somos «la gente del arco iris» que representa todas las razas, naciones, todas las criaturas vivientes. Somos patriotas no de una nación, ni de un estado o alianza militar, sino de toda la Tierra.

Hemos de entender que la palabra inocente «ecología» contiene un concepto que es tan revolucionario como ninguno desde el radical giro copernicano, cuando se descubrió que la Tierra no era el centro del universo. Mediante la ecología, la ciencia se ha embarcado en la búsqueda de grandes sistemas de orden que subyacen al complejo flujo de la vida en la Tierra. Esta búsqueda nos ha llevado mucho más lejos del dominio del pensamiento científico tradicional. Como la religión, la ecología busca la respuesta a los mismísimos misterios infinitos de la vida. Mediante el uso de los instrumentos de la lógica, la deducción, y el análisis empírico, la ecología puede demostrar que quizá sea la primera ciencia-religión.

De la misma forma instantánea como Copérnico nos enseñó que la Tierra no es el centro del universo, la ecología nos enseña que la humanidad no es el centro de la vida en este planeta. Cada especie tiene su función en esta urdimbre de la vida. Cada una tiene un papel, no importa cuán oscuro pueda ser.

La ecología nos ha enseñado que la Tierra toda es parte de nuestro «cuerpo» y que debemos aprender a respetarla tanto como nos respetamos a nosotros mismos. Así como nos amamos a nosotros mismos, así debemos amar también todas las formas de vida en el sistema planetario – las ballenas, las focas, los bosques y los mares. La formidable belleza del pensamiento ecológico reside en su capacidad de mostrarnos un camino de regreso a la comprensión del mundo natural – una comprensión que tiene un carácter imperativo si queremos evitar el colapso total del ecosistema global.

La ecología nos ha brindado una gran perspicacia. Sus principales ideas pueden ser agrupadas en las «Tres Leyes Fundamentales de la Ecología», las cuales aplican a todas las formas de vida – peces, plantas, insectos, plancton, ballenas y humanos. Estas leyes pueden ser formuladas del siguiente modo:

La Primera Ley de la Ecología afirma que todas las formas de vida son interdependientes. La presa es tan dependiente del cazador para el control de su población como el cazador de la presa para su fuente de comida.

La Segunda Ley de la Ecología afirma que la estabilidad (unidad, seguridad, armonía, solidaridad) de los ecosistema depende de su diversidad (complejidad). Un ecosistema que contiene 100 especies diferentes es más estable que un ecosistema que únicamente tiene tres especies. Por consiguiente, el complejo bosque húmedo tropical es más estable que la frágil tundra ártica.

La Tercera Ley de la Ecología afirma que todos los recursos (alimento, agua, aire, minerales, energía) son finitos y que hay límites al crecimiento de todos los sistemas vivientes. Esos limites están determinados finalmente por el tamaño finito de la Tierra y por el aporte finito de energía del sol.

Si ignoramos las implicaciones lógica de estas Leyes de la Ecología, entonces continuaremos siendo culplables de crímenes contra la Tierra. No serán hombres quienes nos juzguen por estos crímenes sino un sistema de justicia en el cual confluirá toda la Tierra. La destrucción de la Tierra conducirá, inevitablemente, a la destrucción de nosotros mismos.

Por tanto, trabajemos juntos para ponerle un fin a la destrucción de la Tierra por las fuerzas de la codicia y de la ignorancia. Mediante la comprensión de los principios de la ecología hemos de encontrar nuevas indicaciones acerca de la evolución de los valores humanos y las instituciones humanas. La ciencia económica de corto plazo debe ser reemplazada por acciones basadas en la necesidad de conservar y preservar el ecosistema global en su conjunto. Debemos aprender a vivir en armonía, no sólo con nuestros congéneres humanos, sino también con todas las hermosas criaturas de este planeta.

greenpeace_publicidad

Greenpeace no es la única organización que ha articulado este tipo de ideas. No tiene el patrimonio ni la exclusividad en lo que concierne a la defensa del medio ambiente. Esta Declaración de Interdependencia, formulada antes, al modo de una paráfrasis de la Declaración de 1776, contiene ideas similares. David Suzuki, un científico y ambientalista, ganador del Premio a la Vida Correcta (más conocido como el Premio Nobel Alternativo) en el 2009, publicó otra versión de la Declaración de Interdependencia mucho más poética y emotiva.

Como lo hacen otras organizaciones, Greenpeace nos ofrece una plataforma común para emprender acciones en defensa de la vida en este planeta Tierra, incluida la vida humana. Y lo hace de acuerdo con un ideario basado en la acción directa no violenta, por lo cual es revolucionaria también lo que concierne a los métodos de lucha.

Con o sin Greenpeace, usted puede revolucionar su pensamiento y su acción, y poner su grano de arena. Recuerde, los efectos de sus acciones son globales.

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Y si esta imagen todavía no lo convence, piense entonces en lo que hace un tiempo el poeta escribió, «Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.»

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