Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

“La Volkswagen, la Volkswagen, mi reino por la Volkswagen.”

Volkswagen Gas Auto

Tanto la Comisión Europea como el Parlamento Europeo aflojaron las restricciones ambientales de emisión de monóxidos de nitrógeno para complacer a la industria automotriz, específicamente, a la que produce los carros movidos por diesel. Al hacerlo, estas autoridades europeas parecen haber actuado conforme a la lógica de uno de los personajes de Shakespeare, el rey Ricardo III.

Luego de haber despertado un gran odio entre sus súbditos por su crueldad, Ricardo III decidió enfrentarse a una coalición en su contra. En la Batalla de Bosworth (31/08/1485), fuerzas leales al conde de Richmond, el futuro rey Enrique VII, rodearon a Ricardo y le dieron muerte, supuestamente después de que éste perdiera su caballo y tuviera que combatir a pie. En la última escena del drama shakespeariano, el autor pone en boca de Ricardo, dos veces, las siguientes palabras: “Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo.”

Varios sitios en Internet (Urban Dictionary, The Phrase Finder) le atribuyen a la expresión el siguiente significado: la manifestación de un deseo por algo de poca importancia. Esta es, en realidad, una versión vulgarizada y empobrecida de lo que Shakespeare quiso expresar. Otro sitio (Literary Devices) se acerca más a esa intención al destacar que se trata de un objeto que, por la fuerza de las circunstancias, ha adquirido un inusitado valor, tanto que todo lo que alguien aprecia puede perderse si no logra tener a la mano ese específico objeto.

Aunque estas interpretaciones de la frase shakespeariana podrían iluminar el predicamento de las autoridades europeas, no logran captar su real gravedad ni el verdadero sentido de la expresión original. Admito que uno podría decir que lo que han hecho la Comisión Europea y el Parlamento Europeo es darle a la industria productora de automóviles diesel un valor inmerecido, como pareciera que Ricardo III se lo hubiese dado a un caballo. Han preferido sacrificar la salud del medio ambiente y, con ella, la salud misma de los residentes del continente y de todos los lugares del mundo donde se venden carros europeos, en aras de proteger una de las bases de su poderío económico: su industria automotriz. Podría argüirse, además, que sin la industria automotriz, Europa perdería su poderío económico y, debilitada por ello, no podría hacer mucho por proteger la salud de sus gentes. Tal pues sería el sentido de “La Volkswagen, la Volkswagen, mi reino por la Volkswagen.”

La expresión shakespeariana, sin embargo, nos permite conjeturar que las cosas son mucho más graves. La frase citada hace en realidad eco a un proverbio según el cual “actos u omisiones aparentemente insignificantes pueden tener consecuencias graves e imprevistas”. La formulación moderna del proverbio, aparentemente, proviene del recuento de lo sucedido en la Batalla de Bosworth.

Según ese recuento, tal como fue publicado por James Baldwin en 1896, el destino de Ricardo III quedó sellado por una nimiedad. Puesto que sus enemigos avanzaron imprevistamente, un ayuda del rey apuró a un herrero para que le pusiera nuevas herraduras al caballo de Ricardo. El herrero, que no tenía suficientes clavos, persuadió al ayuda de que tres clavos en cada herradura serían suficientes. El ayuda le entregó su caballo al rey, quien inmediatamente cargó contra sus opositores. Cuando vio a varios de sus hombres caer vencidos en el otro extremo del campo, Ricardo cabalgó hacia ellos para darles ayuda. Sin embargo, a mitad de camino, su caballo perdió una herradura y luego otra, haciendo que su jinete cayera. Dándose cuenta del desastroso estado de su ejército, Ricardo blandió su espada y habría gritado la frase que inmortalizó Shakespeare.

Baldwin concluyó su recuento citando el proverbio antiguo: “Por falta de una puntilla, se perdió la herradura; por falta de una herradura, se perdió el caballo; por falta de un caballo, se perdió la batalla; por la pérdida de la batalla, se perdió el reino – todo por la falta de una puntilla en una herradura.”

Por falta de voluntad para hacer cumplir sus propias reglas, ¿Europa se perderá a sí misma? Se trata de una predicción grave, que ojalá fuera anulada en la práctica precisamente por ser formulada. Si no, cuesta abajo Europa verá comprometida la integridad misma de su proyecto político, económico y cultural.

Los carros a diesel producen bajas cantidades de dióxido de carbono. Por esta razón, su producción fue promovida en Europa como una forma de mitigar el impacto del transporte en la salud del planeta. No obstante, producen una gran cantidad de monóxido de nitrógeno, además de otras particulas, las cuales han resultado devastadoras para la salud. Con base en varios estudios, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, la cual es parte de la Organización Mundial de la Salud, clasificó en junio de 2012 el humo de los motores diesel como agente productor de cáncer.

Inicialmente, muchos creyeron que, mediante regulaciones severas, sería posible alcanzar una mejora sustancial del efecto de los motores diesel en la calidad del aire. Sin embargo, la industria automotriz encontró la manera de evadir esas regulaciones. El caso más protuberante ha sido el de Volkswagen, la empresa que instaló un software en los carros que identifica las condiciones de las pruebas ambientales de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos y entonces baja las emisiones de gases contaminantes, pero que incrementa sustancialmente esas emisiones en condiciones ordinarias de funcionamiento del motor. Una vez descubierto este fraude, en septiembre de 2015 se desató un escándalo que hoy se conoce como el dieselgate.

Volkswagen no es la única fábrica que ha visto afectado su prestigio y, por lo tanto, su valor. En esta misma liga de productores de automóviles diesel que violan la regulación de emisiones de partículas tóxicas aparecen Renault, Citroen, Fiat, Volvo, Mercedes, Jeep, Honda, Mazda, Mitsubishi, Nissan y Hiunday. En el caso de Renault no se ha encontrado evidencia de ningún dispositivo para ocultar las mayores emisiones. Sin embargo, la confianza del público en esta empresa se redujo considerablemente, lo cual, como en el caso de la Volkswagen, impactó sus cotizaciones en bolsa.

Durante la fase inicial del escándalo, figuras de la industria de la energía renovable como Elon Musk señalaron que había llegado la hora para abandonar el diesel e iniciar la transición a los automóviles eléctricos. No obstante, la industria diesel se reacomodó rápidamente. Un mes después del escándalo, en octubre de 2015, la Comisión Europea expidió una regulación mediante la cual duplicó la cantidad de gases que hasta 2019 pueden emitir los vehículos diesel. El único país que se opuso fue los Países Bajos. De acuerdo con The Guardian, el lobby de la industria automotriz, así como de los gobiernos de Alemania, España, Francia y el Reino Unido fue bastante intenso.

Esta no fue la única derrota de la honestidad y de la sensatez. El 3 de febrero de este año, Il Fatto Quotidiano informó que en una votación de 323 votos en contra, 317 a favor y 61 abstenciones, el Parlamento Europeo rechazó la propuesta de la Comisión Ambiental de vetar la regulación de la Comisión Europea. De acuerdo con Angelo Bonelli, de los Verdes, “el Parlamento Europeo aprobó una amnistía genuina al dieselgate haciéndole un gran favor a la Merkel, en lugar de castigar el engaño de los fabricantes de automóviles y aumentar los controles para exponer cualquier fraude que escojan, sin tomar en cuenta la advertencias de contaminación emitidas por la Agencia Europea para el Medio Ambiente de elevar los límites establecidos al NOx [monóxido de nitrógeno] de más del 100%.” En el mismo orden de ideas se manifestó Stefano Ciafani, de Legambiente, un grupo ecológico italiano. Según Ciafani, “En plena emergencia de smog y con los niveles de contaminación por las nubes, hoy el Parlamento Europeo le deja la vía libre a la duplicación de los límites de emisión para vehículos propuestos por la Comisión Europea – lo que sucedió es realmente absurdo y sólo favorece al lobby de los productores de automóviles.”

Los europeos siempre han mirado con desdén la dinámica política de las repúblicas bananeras. Debilidad del estado, baja capacidad institucional, póngale el nombre que quiera, en todo caso, el desdén era justificado. Durante mucho tiempo nuestras autoridades han sido sobornables, siendo las grandes empresas transnacionales, estadounidenses y también europeas, muchas de las grandes beneficiarias de esos sobornos. Pero, ¿qué podemos decir hoy en Latinoamérica de lo que sucede en Europa con los reinos y las repúblicas dieseleros?

Es difícil construir un argumento justificando las actuales ventajas, gabelas decimos algunos latinoamericanos, concedidas a la industria automotriz por las autoridades europeas. Lo hecho por la Comisión y el Parlamento europeos disminuye la confianza que europeos y no europeos pueden tener no sólo en la industria sino también en las autoridades de ese continente. Si está probado que la contaminación que producen los automóviles europeos es cancerígena, ¿por qué se les permite seguir circulando? Al comparar la regulación europea con la estadounidense, ésta es hoy mucho más severa. Está claro a dónde tiene que mirar el mundo en lo que corresponde a ejemplos a seguir en estas materias.

Así las cosas, la Unión Europea ha dejado de ser un referente político y cultural tanto para los europeos como para quienes no lo son. Y ni hablar de lo que hacen hoy algunos de sus estados miembros, como el Reino Unido y Suecia, que se han negado a acatar la decisión del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Detenciones Arbitrarias en el caso de Julian Assange, o de Dinamarca, que optó por confiscar los bienes de los inmigrantes que buscan asilo. Todo esto es, simplemente, una ignominia.

Coda: La escena de Hitler en su bunker, insultando a sus oficiales por no haber resistido exitosamente el avance de los rusos, tomada de la película La Caída, ha dado para toda clase de burlas de los fiascos inesperados sufridos por toda clase de personajes (yo recuerdo especialmente la parodia de la pérdida de la nominación demócrata por parte de Hillary Clinton a manos de Barack Obama). El dieselgate no podía ser una excepción a este formato de burla. Aquí pueden ver el video.

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