Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

Ritos Ciudadanos

Desde hace ya más de medio siglo, el 15 de abril de cada año los ciudadanos estadounidenses, así como todos los residentes en ese país, tienen que presentar su declaración de impuestos. Allá se pagan impuestos al gobierno federal y al gobierno del estado del cual se es residente. Se trata de un verdadero rito ciudadano.

Cuando uno paga impuestos de esa manera, uno cae en cuenta de que es parte de un proceso más amplio: uno deviene consciente de que pertenece a una comunidad que ha decidido asumir unos gastos en común. Esto da un incentivo para exigirle al gobierno una rendición de cuentas acerca de la manera como se ha gastado el dinero que ha sido recaudado entre los contribuyentes. No todos los ciudadanos responden a ese incentivo. Otros intereses pueden tomar prioridad y desplazar su atención hacia otros objetos. No obstante, la riqueza de la vida asociativa en los Estados Unidos no se puede desligar del hecho de que hay mucha gente interesada en saber en qué se gastan los dineros públicos y en cuestionar ese gasto.

Hay, desde luego, excepciones al principio general. Por razones de seguridad nacional, hay muchos gastos cuyo conocimiento ha quedado reservado al Gobierno y al Congreso. Pero esa es la excepción. El impulso general es a demandar más transparencia. Por eso es que hay una ley que hace obligatorio la desclasificación de muchos documentos reservados.

Basta contrastar esta situación con la de muchos países en donde la riqueza proviene del petróleo y los ciudadanos no pagan impuestos. No es una casualidad que en los países árabes no haya democracia. El inverso del viejo dicho, «No puede haber representación sin impuestos» (No representation without taxation), es tan verdadero como el dicho mismo, «No puede haber impuestos sin representación» (No taxation without representation).

Un rito menos conocido es el de los objetores al pago de los impuestos federales. Hay un buen número de personas que saben que sus impuestos son usados para financiar guerras inmorales. Ese saber lo han traducido en una acción directa: en la negativa a pagar impuestos que luego van a ser usados de una forma inmoral. Poco, sin embargo, es lo que se sabe de estos objetores. Vale la pena que se conozca más al respecto.

En la actualidad, un poco más del 40% de los impuestos federales de los Estados Unidos está destinado a gastos que tienen que ver con la guerra y, en general, con lo militar: bases militares alrededor del mundo, renovación del arsenal nuclear, creación de nuevas armas, etc. Con mucho valor, hay gente que se opone a que la plata que debe ir al fondo común del estado se use de ese modo. Poco se sabe de esta gente porque ella no figura en ninguna de las producciones que nos llegan de Hollywood.

No me imagino lo que es una vida sin cuentas bancarias (porque al tenerlas, el fisco les cae de una); sin casa propia (Randy Kehler, el objetor de la Guerra de Vietnam que inspiró a Daniel Ellsberg, el de los Documentos del Pentágono, perdió su casa en un juicio fiscal); sin tantas cosas que nos parecen necesarias en el mundo en que vivimos. Pero esta imagen se disipa ante la honda admiración que me produce gente que aborrece la guerra y ama la paz, y que expresa ese amor con actos, no sólo con palabras. Esa es gente que le puede decir a otra gente: Sí se puede; sí hay otro camino. Solamente hay que empezar a caminarlo.

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