Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

El caso Assange: otras aclaraciones

El Espectador informó ayer sobre la voluntad del gobierno ecuatoriano de encontrar una solución diplomática al asilo concedido a Julian Assange mediante un diálogo directo entre los ministros de relaciones exteriores de ambos países. El canciller Patiño abrió la puerta para el entendimiento, pero también dejó en claro su voluntad de proteger al asilado en la embajada en Londres todo el tiempo que sea necesario: “Si vemos que no hay solución, que lo sepamos pronto, y tendremos que esperar largamente”.
La ocasión es oportuna para realizar unas cuantas aclaraciones del caso Assange, de un tono y contenido distintos a otras que se han hecho hasta ahora. La primera y más importante es que Assange nunca ha eludido comparacer ante las autoridades judiciales suecas.
Así es. Todas las referencias a la acusación contra Assange en Suecia deberían comenzar por aquí. Sin embargo, cuando se quiere descalificar a Assange y a WikiLeaks, como lo han hecho muchas personas y muchos medios, lo que hay que hacer es otra cosa: dejar en el aire la sospecha de que el fundador de WikiLeaks tiene problemas con su arrechera y que, después de haber cometido agresiones sexuales, quiere escurrir el bulto. Un examen sumario a las columnas y notas publicas acerca de Assange en Semana sirven para ejemplificar lo anterior.
Sin duda, lo sucedido entre Julian Assange, Anna Ardin y Sofia Wilen debe ser aclarado. Pero también debe quedar en claro que Assange no ha querido escurrir el bulto. Assange es víctima de una conspiración internacional. Si no estuviera de por medio esa conspiración, el trámite de la acusación en su contra podría ser llevado de una manera muy diferente. Así que, valgan pues estas otras necesarias aclaraciones.
Primero. Pocos medios informaron a la opinión que Assange le dijo en junio a las autoridades suecas que estaba dispuesto a entregarse si le daban garantías de que no sería extraditado a los Estados Unidos.  ¿Cuál fue la respuesta del gobierno sueco? Que no podían dar esas garantías.
Segundo. Antes de hacer esa petición, Assange le había dicho al gobierno sueco que enviara un fiscal al Reino Unido a tomarle su declaración. Esta es una práctica rutinaria en Europa. Si se necesita el testimonio o la declaración de alguien que está en otro país, el fiscal o el juez del caso se puede desplazar para obtener esa prueba.
La petición de Assange era y es perfectamente razonable. La Fiscalía sueca todavía no ha formulado una acusación en su contra. Si no hay ni siquiera acusación, ¿cuál es el afán?
Tercero. La “diligencia” desplegada por la Fiscalía en el caso de Assange contrasta con su desidia en la mayoría de casos de violación. Annika Dalén abordó este punto en una columna sobre el tema. No ha sido la única. Naomi Wolf, una de las principales representantes de la llamada Tercera Ola del Feminismo, publicó un artículo recientemente en el cual denuncia la extrema hipocresía de la Fiscalía sueca. La evidencia que presenta ahí es abrumadora acerca de la falta de asistencia a las víctimas de agresiones sexuales por parte de las autoridades suecas. Eso la llevó a concluir que el caso de Assange “ha sido manejado de manera tan diferente de cómo se manejan otros casos que aquí se está aplicando un estándar de justicia corrupto. Estas aberraciones añaden un insulto a la injuria sufrida por las mujeres, sin defensa y sin justicia (…).”

El Espectador informó ayer sobre la voluntad del gobierno ecuatoriano de encontrar una solución diplomática al asilo concedido a Julian Assange en su embajada en el Reino Unido mediante un diálogo directo entre los ministros de relaciones exteriores de ambos países. El canciller Patiño abrió la puerta para el entendimiento, pero también dejó en claro su voluntad de proteger al asilado en la embajada en Londres todo el tiempo que sea necesario: “Si vemos que no hay solución, que lo sepamos pronto, y tendremos que esperar largamente”.

La ocasión es oportuna para realizar unas cuantas aclaraciones del caso Assange, de un tono y contenido distintos a otras que se han hecho hasta ahora. La primera y más importante es que Assange nunca ha eludido comparacer ante las autoridades judiciales suecas.

Así es. Todas las referencias a la acusación contra Assange en Suecia deberían comenzar por aquí. Sin embargo, cuando se quiere descalificar a Assange y a WikiLeaks, como lo han hecho muchas personas y muchos medios, lo que hay que hacer es otra cosa: dejar en el aire la sospecha de que el fundador de WikiLeaks tiene problemas con su arrechera y que, después de haber cometido agresiones sexuales, quiere escurrir el bulto. Un examen sumario a las columnas y notas publicas acerca de Assange en Semana sirven para ejemplificar lo anterior.

Sin duda, lo sucedido entre Julian Assange, Anna Ardin y Sofia Wilen debe ser aclarado. Pero también debe quedar en claro que Assange no ha querido escurrir el bulto. Assange es víctima de una conspiración internacional. Si no estuviera de por medio esa conspiración, el trámite de la acusación en su contra podría ser llevado de una manera muy diferente. Así que, valgan pues estas otras necesarias aclaraciones.

Primero. Pocos medios informaron a la opinión que Assange le dijo en junio a las autoridades suecas que estaba dispuesto a entregarse si le daban garantías de que no sería extraditado a los Estados Unidos.  ¿Cuál fue la respuesta del gobierno sueco? Que no podían dar esas garantías.

Segundo. Antes de hacer esa petición, Assange le había dicho al gobierno sueco que enviara un fiscal al Reino Unido a tomarle su declaración. Esta es una práctica rutinaria en Europa. Si se necesita el testimonio o la declaración de alguien que está en otro país, el fiscal o el juez del caso se puede desplazar para obtener esa prueba.

La petición de Assange era y es perfectamente razonable. La Fiscalía sueca todavía no ha formulado una acusación en su contra. Si no hay ni siquiera acusación, ¿cuál es el afán?

Tercero. La “diligencia” desplegada por la Fiscalía en el caso de Assange contrasta con su desidia en la mayoría de casos de violación. Annika Dalén abordó este punto en una columna sobre el tema. No ha sido la única. Naomi Wolf, una de las principales representantes de la llamada Tercera Ola del Feminismo, publicó un artículo recientemente en el cual denuncia la extrema hipocresía de la Fiscalía sueca. La evidencia que presenta ahí es abrumadora acerca de la falta de asistencia a las víctimas de agresiones sexuales por parte de las autoridades suecas. Eso la llevó a concluir que el caso de Assange “ha sido manejado de manera tan diferente de cómo se manejan otros casos que aquí se está aplicando un estándar de justicia corrupto. Estas aberraciones añaden un insulto a la injuria sufrida por las mujeres, sin defensa y sin justicia (…).”

Cuarto. El gobierno sueco tiene un récord nada favorable de servilismo en materia de política exterior. También tienen récords de humanidad. Raoul Wallenberg es un nombre que todos debemos recordar. Suecia tiene un alto número de personas asiladas (incluso Assange llegó a pensar en algún momento en pedir asilo en ese país si las cosas se le complicaban a cuenta de las filtraciones hechas por WikiLeaks). A diferencia de sus vecinos, partidos con plataformas xenófobas y anti-inmigrantes no han contado sino hasta hace muy poco con éxito en las elecciones. Todo esto es verdad, pero en muchos otros temas el gobierno de Suecia ha pelado el cobre.

Quien quiera leer más sobre el asunto, le recomiendo esta entrada de este blog. Para los que tienen menos tiempo, les doy este dato: Mohammed El Zari y Ahmed Agiza, dos ciudadanos egipcios, solicitaron asilo en Suecia en el 2001. A cambio de garantías de buen trato, el gobierno sueco aceptó el pedido de extradición del gobierno egipcio. Zari y Agiza fueron llevados a Egipto en un avión alquilado por la CIA y allá fueron torturados.

El 10 de noviembre del 2006 el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas hizo pública su decisión de declarar que Suecia violó las obligaciones del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por permitir las torturas de estas dos personas. Este solo hecho contradice lo dicho por Dalén en su artículo acerca de lo difícil que sería la extradición de Assange a los Estados Unidos.

Quinto. En materia de política exterior, y también de política interna, los Estados Unidos parecen obrar como si fueran Doctor Jaykill y Mister Hyde. Quienes hemos vivido en los Estados Unidos por largo tiempo, podemos dar fe de su vibrante tradición cívica, pero también de su ominoso récord de exclusión y discriminación. Y este patrón esquizofrénico se repite en el caso Assange.

Estados Unidos es un campeón de la causa de los derechos humanos. Algunos de los cables filtrados por WikiLeaks nos dan una idea de su indeclinable compromiso. Sin embargo, como en Guantánamo y en Abu Ghraib, respecto de las filtraciones hechas por WikiLeaks, los Estados Unidos han dejado ver su rostro más brutal.

Bradley Manning, el soldado acusado de filtrar los Diarios de Guerra de Iraq y Afganistán, y los cables enviados al Departamento de Estado, ha estado detenido durante largo tiempo en condiciones que solamente se pueden describir como tortura. Si Assange fuese juzgado en los Estados Unidos y le perdonaran la vida, sería sometido a un trato cruel e inhumano, como el que ha sufrido Manning.

Y que no quede duda tampoco de que en ese país hay un caso abierto en su contra. Glenn Greenwald obtuvo copia de una orden de comparacencia ante un jurado de la ciudad de Alexandria, Virginia, por el caso de las filtraciones (copia de la orden puede ser leída en el blog de Alexa O’Brian). En esa orden se indica que un gran jurado realiza una investigación por violaciones a la ley federal, en particular, en lo que concierne a una “conspiración para comunicar o transmitir información de defensa nacional”.

¿Por qué en Alexandria, Virginia? Baltasar Garzón me lo ha explicado así: es la ciudad en la que viven muchas personas que trabajan como contratistas en el sector defensa. Por lo tanto, la selección de los miembros del jurado tiene una alta probabilidad de incluir a personas que de antemano tienen una opinión bastante negativa acerca de las filtraciones realizadas por WikiLeaks.

Sexto. Recientemente, Thomas Andrews Drake, un antiguo funcionario de la Agencia de Seguridad de Estados Unidos le dijo a la agencia de noticias RT.com que si a Assange le ponen las manos encima, lo va a encarcelar por mucho tiempo o hacerle algo peor. Drake sabe bien de que habla. Él ha sido víctima de la campaña del gobierno de Obama de acallar a todas las personas que han denunciado las arbitrariedades de su gobierno, así como las del anterior.

Séptimo. Las filtraciones de WikiLeaks han sido un motivo de bochorno y vergüenza para los Estados Unidos y también para Suecia. Gracias a esas filtraciones sabemos, entre otras cosas, que Hillary Clinton ordenó espiar al Secretario General de Naciones Unidas y que los líderes del partido socialdemócrata Mona Sahlin y Urban Ahlin se reunieron con el embajador de los Estados Unidos en Suecia para expresarle apoyo a su política exterior, en particular, a su misión en Afganistán.

Apoyar la política exterior estadounidense no es, per se, cuestionable. Los cuestionable es que haya políticos, como los líderes del partido socialdemócrata sueco, que digan una cosa en público y otra en privado, cuando se reúnen con el embajador estadounidense. Y terriblemente cuestionable es que esos líderes suecos apoyen una guerra en la que se han cometido numerosas violaciones a los derechos humanos. Las revelaciones acerca de la duplicidad y servilismo de la oposición suecas fueron hechas por el diario sensacionalista sueco Aftonbladet, el cual incluyó enlaces a los cables filtrados.

Octavo. Quienes realizan filtraciones de documentos que muestran que los gobiernos mienten, y que mienten descaradamente, son sometidos a campañas de desprestigio. Así ocurrió con Daniel Ellsberg, el hombre que hace cuarenta años reveló los “Documentos del Pentágono”: una colección de documentos mediante los cuales podemos saber que el gobierno estadounidense mintió una y otra vez acerca de sus intenciones en Vietnam. En este contexto es que debemos poner la diligencia de la Fiscalía sueca y la falta de garantías del gobierno sueco.

Por último, aunque por ello no menos importante. Así como muchos vilipendian a Assange, otros tantos han vilipendiado a Ardin y Willen, las mujeres cuyo testimonio dio lugar al inicio de una investigación contra el fundador de WikiLeaks. Muchas personas, mayoritariamente del género masculino, han recurrido a la trivialización del caso. Entre ellas, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, alguien quien en muchas áreas se ha ganado mi más viva admiración.

Yo deploro profundamente la falta de cuidado y de respeto con el que muchas personas se han referido a este caso, así como a las implicadas Ardin y Willen. Sus expresiones minimizan la gravedad con que debemos tratar los atentados y ataques contra la integridad sexual de todos los seres humanos. Pero que no se nos olvide que hoy Assange es un vilipendiado, que los medios han concentrado en él toda la atención y deliberadamente han ignorado a WikiLeaks, la organización que les ha recordado a esos medios cómo su cercanía con el poder y su lógica empresarial les ha hecho desviarse de una de sus principales tareas: decirle a los poderosos la verdad en la cara (sobre este punto, les recomiendo esta excelente nota publicada en Al Jazeera, en particular, el análisis de Amy Goodman y de Vaughan Smith).

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