Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

La red social (facebook), wikipedia y el código abierto

Está en cartelera la película La red social, un film que contiene todos los elementos para atraer grandes audiencias: ambición, sexo, dinero, poder… y traición.

La película se basa en el best-seller de Ben Mezrich Accidental Billionaires (Multimillonarios por accidente), un libro escrito casi que a pedido de uno de los perdedores de facebook: Eduardo Severin. Según lo cuenta Mezrich en una entrevista radial, Eduardo Severin lo contactó y le pidió que le ayudara a que el mundo supiera su historia. La relación entre estos dos al final se puso tirante. Sin embargo, gracias a ese impulso inicial, en la conversación social ha entrado el registro de numerosas entrevistas, la revisión de muchos documentos y de audiencias en los tribunales, etc., que dan cuenta de una historia nada amable acerca del surgimiento de la red social en internet más popular en el mundo. No sólo la más popular; también la más usada. Según una estadística reciente, facebook ha tenido en el 2010 más entradas que Google.

La popularidad de facebook varía, siendo el factor generacional uno de los más relevantes. Sin embargo, sé de varias personas de mi entorno familiar, de una generación anterior a la mía, encantadas con el hecho de haber podido contactar numerosos Albarellos alrededor del mundo. De hecho, ya hay un grupo de la diáspora de los Albarello del cual hacemos parte muchos de muchas edades.

Más que la edad o el ciberanalfabetismo, creo que lo decisivo con respecto a facebook es cierta sospecha acerca del efecto que la tecnología tiene en la vida de los seres humanos. Los más sofisticados pueden apelar a Heidegger, el filósofo alemán del siglo XX, célebre por su enfoque fenomenológico. Los menos sofisticados, filosóficamente hablando, no citan a Heidegger, pero su aprehensión tiene una raíz más o menos similar. En los círculos en los que me muevo la crítica apunta a la distorsión que las nuevas tecnologías de la comunicación han introducido en la manera como nos relacionamos. De modo más general, la sospecha va dirigida hacia la relación que establecemos con el mundo una vez que hemos aceptado que todo pase por una criba homogeneizadora, una criba que rompe nuestro vínculo esencial con el lugar donde vivimos.

Si este último es el argumento, ¡tres hurras por facebook! ¡bienvenido sea! ¡Que viva la tecnología! Todos los discursos sofisticados acerca de nuestro vínculo esencial con el lugar donde vivimos ocultan un hecho básico: ese vínculo establece la diferencia entre conocidos y extraños, entre propios y foráneos, entre nacionales y extranjeros, un punto bien planteado por el filósofo Emmanuel Levinas. No se trata de negar la diferencia, una que se hace evidente desde el mismo momento en el cual recurrimos a palabras distintas para expresar mensajes similares. Con las diferencias de idioma vienen las diferencias de costumbres y de visiones del mundo. Cierto. Pero cuando atribuimos a lo que nos separa de los demás el valor de algo esencial, cuando llamamos a eso identidad y nos aferramos a ella, el universo se achica y la estupidez se agranda. Por eso es que yo celebro todo lo que ayuda a desvanecer los apegos, lo que nos da libertad de movimiento, lo que nos abre las avenidas de la comunicación, lo que nos permite conocer a otros (no se interprete esto, por favor, como renuencia al compromiso).

Esta sería una buena teoría en favor de facebook. Con base en lo anterior, facebook bien podría crear un departamento de filosofía de las relaciones humanas en la red y, si me invitaran, aceptaría con gusto unirme como investigador. Sin embargo, la teoría dista mucho de la realidad y se acerca mucho a las sospechas de mucha gente razonable que conozco.

En facebook uno puede agrandar su lista de amigos invitando o aceptando invitaciones de gente de todo el mundo. Pero la mayoría de las veces no es con ellos (o con ellas) con quienes uno se comunica sino con su propia ‘tribu’.

‘Tribu’ es aquí un término equívoco porque sugiere que todos los grupos son, básicamente, homogéneos. Nada más lejos de la realidad. Muchos grupos son heterogéneos. Hay muchas lealtades superpuestas. Esto es, hay gente que pertenece a muchos grupos dispares. Los amigos de un grupo no pertenecen necesariamente a los grupos de uno. Empero, en un buen número de casos los grupos son suficientemente homogéneos para hacer que la vida del diferente se convierta en una pesadilla. Los eventos de uso de facebook para acosar a otros son suficientemente numerosos como para que uno los ignore.

Si en un extremo está esta forma de tribalismo primitivo, en el otro está el despliegue expresivo de la propia personalidad. Aparentemente, facebook es el lugar para que cada quien exprese quién es y el mundo pueda saber por qué ese ser humano merece ser amado. Muchos perfiles parecen encuadrarse en este tipo. Uno mira la descripción de la persona, sus fotos, sus gustos, etc., y es como si todo eso pareciera decir en consuno “Héme aquí; esta (o este) soy yo. Ámame (o, por lo menos, sé mi amigo).” Este despliegue de subjetividad es, a primera vista, de un orden muy distinto de las presiones de ajuste y conformidad social características del tribalismo en la red. Yo no creo, sin embargo, que sean tan diferentes. Al final tanto el tribalismo como el despliegue expresivo tienen que ver con un mismo impulso básico del ser humano: su deseo de ser reconocido y aceptado.

Algunos psicólogos han notado un fenómeno inquietante acerca de la forma que ha adoptado este deseo en facebook: con un click se hacen y se deshacen amigos; con un retoque al perfil personal se cambia la identidad para hacerla más amable o amigable. “Si no logré hacer muchos amigos, o si los que tenía me borraron o los borré, para hacer amigos nuevos puedo cambiar mi perfil de ‘agnóstico, librepensador’ a ‘espiritual, trascendental, conectado con el universo’ y, si esto no funciona, ‘pragmático, curioso, dinámico’” y así, de una identidad a otra, quienes así se reinventan, vagan por la red de un nicho a otro, arrastrando consigo su añoranza y su deseo de comunidad. No hay sino que darles un credo, unos rituales, unos símbolos y, sobre todo, un sentimiento de pertenencia a estos individuos y se puede hacer con ellos lo que uno quiera. ¿Se acuerdan de la película La Ola?

Como tal, facebook no es el problema. El problema es que facebook nos ha proporcionado la plataforma tecnológica para que se hagan obvios y se intensifiquen todos estos problemas. Para mí, facebook es un experimento, como lo es la experiencia social asociada a tantos otros dispositivos de nuestro cambiante entorno. Es una experiencia ligada a lo que seamos capaces de inventar con ella, de reflexionar acerca de ella, de sobrellevar con ella.

Quisiera hacer explícito, si es que no se me nota, que no soy un ‘fan’ de facebook. Uso este instrumento para estar en contacto con algunas personas, para buscar a otras y para compartir de una forma más rápida y cómoda algunas cosas que hago.

‘Fan’ soy pero de wikipedia. Cuando muchos colegas en los Estados Unidos miraban con desprecio esta empresa colectiva de acceso universal al conocimiento, yo era uno de los pocos que animaba a sus estudiantes a iniciar sus pesquisas siempre por wikipedia.

Hace veinte años, cuando no había wikipedia, en fuga de aburridoras y muy malas clases de derecho, yo me deleité con la lectura de muchos artículos incluidos en el Diccionario de Política editado por Norberto Bobbio y Niccola Matteucci. Para su época, esta era la mejor enciclopedia de ciencia política disponible en el mundo académico colombiano. No es que el Diccionario de Política haya perdido su utilidad, ni mucho menos. Como muchas otras obras de referencia, como los volúmenes del diccionario de economía de Palgrave, sigue siendo una ayuda muy buena. Hoy, sin embargo, el esnobismo académico ha tenido que abrirle campo a una wikipedia indispensable sencillamente porque no hay nada que pueda competir con una colección académica virtual que es re-escrita y mejorada permanentemente por una comunidad que cree en el acceso universal al conocimiento.

El espíritu de wikipedia es el espíritu del código abierto. No puedo entrar aquí a describir en detalle lo que el código abierto significa. Me limito a mencionar que este texto fue escrito en un editor de código abierto, OpenOffice, esto es, un programa que, como wikipedia, es re-escrito y mejorado permanentemente por una comunidad que cree en el acceso universal al conocimiento.

En un opúsculo que ya tiene sus años, Douglas Roushkoff hizo una análisis de las implicaciones que tendría en la política este nuevo modo de abordar y hacer las cosas. El título de su trabajo es Democracia de Código Abierto. Él lo publicó en la red y en la red también se consigue la versión en español, una versión tan abierta como el texto mismo.

Al contrario de la de facebook, la historia de wikipedia y del movimiento de código abierto no tiene muchos elementos que la hagan particularmente llamativa a las grandes audiencias. Sin embargo, si uno abre bien los ojos, la puede encontrar muy interesante. No estoy sugiriendo con esto que las historias acerca de la ambición, el sexo, el dinero, el poder y la traición lo sean menos. Nada por el estilo. Uno siempre aprende mucho de uno mismo observando a los otros. Pero no sólo de ambición, sexo, dinero, poder y traición “vive el hombre” (sic).

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