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Publicado el @ComíCuento

Pornogastronomía nacional 6: Madrid Fusión y Master Chef, de la apoteosis a la obscenidad

Escrito por @JLodemesa

La pasada semana, la cocina colombiana alcanzó uno de sus puntos más altos y uno de los más bajos de su historia. Lo paradójico es que ambas circunstancias ocurrieron paralelamente, en cuestión de unos días. De un lado, la revolución que ha supuesto, dentro de la gastronomía mundial, el descubrimiento, reconocimiento, dignificación y celebración de nuestra identidad culinaria ocurrido en Madrid Fusión (uno de los tres encuentros gastronómicos más importantes del mundo). Sin temor a exagerar, lo ocurrido en Madrid Fusión fue una verdadera apoteosis gracias a las muy serias y juiciosas ponencias y trabajos presentados por Luz Beatriz Vélez (Abasto), Leonor Espinosa (Leo, Cocina y Cava y Misia), Eduardo Martínez (Mini-Mal y Panóptico), Alejandro Cuéllar y Giovanni Rojas.

Madrid Fusión
Madrid Fusión

Por primera vez en su historia, la cocina colombiana fue la invitada especial del evento y presentada por todo lo alto con bombos y platillos. Y nuestros representantes no decepcionaron este año. Tras las presentaciones de la semana pasada, la prensa especializada se volcó a cubrir y a elogiar nuestra identidad gastronómica y si antes se dudaba del movimiento de la nueva cocina colombiana, a partir de Madrid Fusión ya no hay sombra de duda (ver, por ejemplo, una de las notas del diario El País de España http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/02/01/madrid/1422816348_568398.html). Y no es casual: nuestros representantes este año llevan años trabajando con ingredientes locales, investigando sobre nuestro patrimonio culinario, rescatando productos y, lo que es más importante, dándole una cara positiva, digna y optimista a nuestra cocina desde lo propio, desde nosotros mismos.

Parte del equipo
Parte del equipo

Sin embargo, mientras que el equipo de Colombia en Madrid Fusión coronaba unas de las jornadas más exitosas para la cocina colombiana en el mundo, en nuestro país una franquicia televisiva internacional alcanza todos los días puntos más y más bajos. La otra cara de la moneda de la buena imagen dejada por la cocina colombiana en Madrid Fusión, la presenta todas las noches Master Chef y su grotesco espectáculo de grosería y arribismo culinario. Como lúcidamente señala el gran antropólogo e investigador de la cocina, Julián Estrada, en su columna “Master Chef: sí pero no” del pasado 29 de enero en el diario Vivir en el Poblado (http://www.vivirenelpoblado.com/buena-mesa/columnistas-de-la-buena-mesa/julian-estrada-ochoa/12270-master-chef-si-pero-no), “da tristeza que se hagan programas de televisión cuyas producciones valen trillones y a la hora del inventario final la ausencia de beneficios tangibles para la cultura culinaria colombiana, aquella que llaman gastronomía, es una verdadera minucia”.

En los últimos tiempos, las relaciones entre cocineros, academia, productores y medios de comunicación se han ido estrechando y, aunque falta una mayor  integración, el camino ya está abierto. El boom de la cocina colombiana ya no tiene marcha atrás. Por eso es tan chocante ver todas las noches a tres personajes de otro tiempo imponiendo recetas, productos y prácticas pasadas de moda, foráneas y artificiosas para nuestro medio. Como bien describe Julián Estrada en su artículo, producen pena ajena las intervenciones de los jurados, pues no solamente son irrespetuosas -tanto para los participantes, como para los televidentes y los cocineros colombianos-, sino absolutamente vergonzosas, al ser reflejo de algunos de los peores males de nuestra sociedad: el esnobismo, el matoneo, el afán imitativo, la arrogancia, la pedantería sin fundamento…. Lo que es peor, envían mensajes equivocados al gran público que asume que para ser un “gran” cocinero se debe vilipendiar y rebajar a subalternos, críticos, comida y a todo aquello que remotamente se oponga a su intransigencia. La imagen de la profesión de cocinero y de la cocina en Colombia que dan los jurados no sólo es completamente falaz, sino que deja muy mal parada a toda una generación brillante de cocineros quienes en los últimos años se ha esforzado por darle identidad a los productos colombianos y a los sabores nacionales, así como por dignificar la profesión y sus prácticas en el país.

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Extraña y sorprende ver cómo, en plena era de la información, RCN no se haya enterado de que las vanguardias gastronómicas mundiales hace años dejaron atrás el eurocentrismo (incluso en la misma Europa) y valoran el producto local por encima del foráneo, fomentando el trato justo y digno con empleados y productores, y asumiendo su rol como parte integral y fundamental de la cultura a la que representan. No se entiende cómo Paco Roncero, un cocinero extranjero, se permite el lujo de irrespetar sin pudor alguno la comida del país que lo acoge, sin conocerla; de la misma forma, son inexcusables la patanería y la petulancia de Jorge Rausch quien mucho se ufana de su exigente paladar, mientras fuera del programa sigue promocionando la comida chatarra explotando el concepto de “sabor típico” del que no tiene idea alguna.

"Merengón" Rausch McDonaldsFinalmente, es incomprensible ver cómo, en una nación de cocineras como lo es Colombia, ni una sola mujer haya sido parte del jurado. Como en tantas otras producciones de los canales privados de televisión, explotar y perpetuar una imagen negativa de nuestro país, cimentada en un pasado vergonzante (afortunadamente ya superado), genera más réditos económicos, aparentemente, que contribuir a valorarnos positivamente como nación.

Todo lo contrario ocurrió en Madrid Fusión, donde nuestras cocineras fueron representadas y encomiadas por doquier: tanto en el escenario, como en la influencia y el crédito que recibieron por su trabajo honesto y sin pretensiones. Emociona ver que esta generación de cocineros colombianos valora, respeta y se enorgullece del trabajo de sus pares, y además colabora cada vez más estrechamente entre sí.  Atrás están quedando los tiempos de las inquinas, los resentimientos y las envidias en los que cada uno iba por su lado, pues los nuevos cocineros saben que si se apoyan los unos a los otros, todos ganan; que si triunfa la cocina colombiana, triunfan ellos. A diferencia de hace unos años y de las funestas prácticas que aún fomentan programas rancios y vergonzosos como Master Chef, estoy seguro de que nuestros cocineros y somelliers, tanto en Madrid Fusión como en cada vez más cocinas nacionales, están convencidos de que la exaltación y el éxito de la cocina colombiana es un esfuerzo mancomunado de todos los involucrados y no sólo de unos pocos; de que la vanidad personal es un contrasentido en las cocinas contemporáneas; de que en épocas y entre espíritus iluminados y profundos, los egos se diluyen en los procesos, en los movimientos de dignificación y enaltecimiento de causas nobles, mucho más grandes y trascendentes que sus promotores. Que precisamente una causa común, como lo es la cocina colombiana, cobija a todos y beneficia a una nación entera (mucho más allá de la cocina); una nación que tras siglos de vergüenza por lo propio está finalmente lista para ser ella misma, para tener una identidad y mostrarla con dignidad ante el mundo y, lo que es más importante, de la cual enorgullecerse frente a sus hijos.

Llegó la hora de la cocina colombiana.

Programa de Madrid Fusión
Programa de Madrid Fusión

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