El Magazín

Publicado el elmagazin

Las lecciones del Forec

 

a6de9e480633ae643fbcb05bc25da468

Por: Ángel Castaño Guzmán

El pasado 25 de enero los quindianos conmemoraron con una mezcla de dolor y alivio los diecisiete años de un evento que partió en dos sus vidas. En efecto, el sismo de 6,4 grados en la Escala de Richter cambió para siempre la fisonomía del joven departamento. Los números respaldan la idea: dos mil personas fallecieron ese día y se necesitó una cifra astronómica –casi 1,6 billones de pesos– para remediar en parte las penurias de miles de damnificados. Con la cercanía de un periodo inédito en la reciente historia nacional –que muchos llaman postconflico– la opinión pública dirige su mirada a las lecciones dejadas por el FOREC (Fondo de Reconstrucción del Eje Cafetero) para ver qué cosas se deben replicar y que otras no.

El Forec 

En una reciente columna el ensayista tolimense William Ospina empleó los adjetivos antiburocrático, imaginativo y participativo para calificar al FOREC. Dicho modelo buscó, en palabras del exsenador Javier Ramírez Mejía, corregir los problemas que le restaron eficacia a la tarea gubernamental en anteriores catástrofes naturales. El FOREC, en el libreto, administró los recursos que ONGs ejecutaron siguiendo parámetros de proyectos estructurados conceptual y financieramente. El sistema tripartito lo completaban otras ONGs que cumplieron funciones de vigilancia y veeduría. Esta metodología de trabajo –a la sazón inédita en el país– hizo expedita la restauración material, según Álvaro Patiño Pulido, alcalde de Armenia en la fecha del sismo. Los municipios afectados se dividieron entre varias ONGs colombianas y extranjeras para que estas se encargaran de levantar las viviendas y reparar las escuelas, los acueductos y los alcantarillados.

Hubo, en resumen, un alto grado de descentralización a pesar de que, como señala el investigador social Alpher Rojas, en la junta directiva del organismo se dieron cita pesos pesados del establecimiento colombiano: Luis Carlos Sarmiento, Luis Carlos Villegas y Mauricio Cárdenas. También, y este no es un dato menor, se salvaguardaron los dineros de la rapacidad de la clase política tradicional hasta el punto de no haber al sol de hoy hechos comprobados de corrupción dentro del Forec. Jaime Lopera Gutiérrez, presidente de la Academia de Historia del Quindío,  resume el enfoque de varios analistas al decir que en la realidad resultante de un acuerdo en La Habana la descentralización debe llevar a que las comunidades lejanas administren sus propios problemas con ONGs locales que hagan la oferta de vivienda y servicios.

La lupa a las ONGs

Si bien el esquema administrativo y contractual del Forec dejó en jaque al clientelismo local, la contraparte no estuvo en todo momento a la altura del reto. Néstor Cuervo, primero asesor y luego presidente de Acodal, indica que el talón de Aquiles de la reconstrucción fueron las ONGs. Los casos más protuberantes: Fenavip, encargada de Calarcá –conformada por miembros desmovilizados del M-19–, fue acusada de gastos innecesarios y de hacer gala de una ostentación ofensiva mientras los quindianos sobrevivían a salto de mata en cambuches. La ONG responsable de trabajar en el barrio La Isabela, de Armenia, manejada por cuadros del Partido Comunista, fue a su vez expulsada por el Forec del proceso por malos manejos.

La enseñanza, en miras a la Colombia posterior al final de los diálogos de La Habana, parece sencilla: Descentralizar las decisiones sobre el destino de los recursos adquiere sentido si existe un juicioso liderazgo general, a cargo del recién creado ministerio del Postconflicto presidido por Rafael Pardo, y una severa vigilancia de entes independientes. De lo contrario, los beneficios de la paz no llegaran a las zonas periféricas, donde tanto se les necesita.

Comentarios