El Magazín

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Puños (salmo responsorial)

Flickr, Noel Feans
Flickr, Noel Feans

Henry Forero (*)

Oh, qué soberbio duelo, con altares de bronce;
un terrible dolor nutre hoy la ardiente llama del espíritu,
Georg Trakl.

Las manos cerradas para ofrendar la sempiterna recreación pagana.
Todo trepidaba entre sus rayadas y hendidas palmas. Los quejidos de pliegues jugueteaban con las cámaras de piel horadada. Un miembrillo observaba a las lastimadas callejuelas esperando asaz el electrizante rumor de uñas cojas. Era jugoso y aburridor el sincopar  de poros ciegos.

Ya lo había visto en su juicio sinclinal.
Ya lo había armonizado en su onda mecánica.
Ya lo había tragado como un pestillo idóneo para la memoria.
Los ordinales metacarpos se saben cada vez más únicos y rebosan de complexión, extraviados en su labor y en el estruendo de frenéticos cartílagos.
Sus concubinos falangianos se hidratan para la rebelión y articulan su pesada y atómica carga.
Las manos cerradas para ofrendar la sempiterna recreación pagana.
Consignas de flecha velluda que silba odas genéticas y purificadoras.
Todos se preparan. Sus membranas se engalanan, su pellejo se tiñe con colores testiculares.
En dos pares se masifican y consolidan su potencia, aguardando la confianza del minúsculo y robusto General que con inminencia de mando los cubrirá y guiará como un dios enano e igualmente iracundo.
Las manos cerradas para ofrendar la sempiterna recreación pagana.
Vociferan y espantan aún sin hablar.
El camino se adecúa. En las paralelas se apostan las curiosidades enfermas arrojando futuros y auras.
El pervertido vagón hormonal se ha descarriado en su mejor marcha; dejando incumplimiento sin averías.
Las manos cerradas para ofrendar la sempiterna recreación pagana.
Pero no ha nacido solitario. Desde el origen viene su otro, multiplicando naturaleza con una nueva provisión fibrilar. La gemela penta-tropa arremeterá pertrechada con su enérgico zumo óseo y su artesanal fuerza. Tiene que vindicar su estirpe y fecundizar con su espiritual coz.
Las manos cerradas para ofrendar la sempiterna recreación pagana.
Empapados en la verticidad, Ha-satan intercambia apuestas con Yawé. Es la diversión perpetua.

Dijo Jehová a Satanás: He aquí, él está en tu mano.
Job, 1, 12.

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(*) Colaborador.

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