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De las tinieblas sin pudor

The girl with the dragon tattoo

‘The girl with the dragon tattoo’, basada en la novela de Stieg Larsson, es la nueva apuesta de David Fincher, quien repite fórmula musical con Trent Reznor y Atticus Ross. ¿Rugirá más que la versión sueca?

Lorena Machado Fiorillo (*)

El líquido negro, denso como la historia que será contada después, se filtra entre unos cuerpos unidos, tan cercanos que la imagen se vuelve un intento de figura de la que se desprenden cables de longitud infinita que estallan con cada bit, de la que emergen gotas cargadas de sombras que rebasan un teclado como si la noche, con su oscuridad, se apoderara del alma. Una pieza impecable.


El inicio de ‘The girl with the dragon tattoo’ (‘La chica del tatuaje de dragón’) podría ser fácilmente una oda a Batman. La espesura de Ciudad Gótica resumida de manera abstracta en tres minutos, en dos seres atormentados, en una canción. Es ‘Inmmigrant song’, el tema de Led Zeppelin reformado con los chillidos de la vocalista de los Yeah Yeah Yeahs más los toques experimentativos y veloces de Trent Reznor y Atticus Ross los causantes del éxtasis.

Ver esta película, al igual que las demás de David Fincher, es huir hacia un laberinto crudo, necesariamente bello. Si su pecado fue llegar de segunda, luego de una extraordinaria versión sueca rodada por el director Niels Arden Oplev, su atino es el haz musical que envuelve las escenas en ese ritmo soberbio, atestado de electrónica. Si bien la música de ‘The social network’ se convirtió en una ecuación maestra que los llevó al Oscar, ¿por qué no juntarse de nuevo?

El relato, como todo remake, es prácticamente el mismo. Un periodista es contratado por un magnate para resolver un asesinato ocurrido 40 años atrás y en esa búsqueda se topa con una hacker, Lisbeth Salander, el personaje más caótico de las líneas de Stieg Larsson que es al fin de cuentas un misterio en sí misma. Una historia en la que se destila misoginia, hay abusos, corre sangre.

Para apreciar la cinta en su totalidad basta con que quienes hayan visto la producción venida desde Suecia, eviten la comparación, así la inquietud sobre la supremacía esté implícita en ese destello de imágenes sombrías, a veces gélidas, a veces tortuosas. Para quienes todavía no se han topado con esa versión del 2009 será como viajar en tren de toda velocidad, en un vagón que comienza su recorrido pausado y luego se desprende de la carretera para ofrecer adrenalina pura.

Rooney Mara, quien interpretó a la novia de Mark Zuckerberg en ‘The social network’, es la encargada de darle vida a la gótica y de pocas palabras Lisbeth Salander, un papel que hace un quiebre en su carrera porque la sumerge en un gran desafío: introducirse en la piel, esa del tatuaje de dragón, y con actitud tosca, casi tímida, atrapar con sus gestos. A eso se le suma la escena que más revuelo causó en la película sueca y que ahora regresa con el trazo de Fincher para poner a la actriz de 26 años a ser sujeto de una violación anal, para transmitir el dolor, la impotencia y, justo después, la venganza.

Estreno en Colombia:
Febrero 3.

Reparto: Daniel Craig, Rooney Mara, Christopher Plummer.

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(*) Periodista de El Espectador, es la coordinadora de El Magazín y publica una columna sobre cine cada sábado en la versión del iPad de El Espectador.

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