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Los hipopótamos de Pablo

hipopotamo

1983. Saltándose a la torera todas las leyes y convenios internacionales, Pablo Escobar -por aquel entonces, y según la revista Forbes, uno de los diez tipos más ricos del mundo- fleta un C-130 Hércules cargado de elefantes, camellos, cebras, jirafas, búfalos, vacas, canguros, flamencos, tigres, antílopes y hasta una pareja de hipopótamos. La prensa bautiza al avión la «narco-arca». El destino: su Hacienda Nápoles, entre Medellín y Bogotá, donde quiere construir un zoológico. El avión es apresado por la Policía, los animales son enviados al zoológico de Medellín, pero Escobar soborna al vigilante -al que paga de golpe el sueldo de cinco años- y consigue recuperarlos. Pasan los años y el zoo en cuestión llega a tener más de 2.500 animales -incluida una pareja de loros negros única en el mundo- y hasta un “parque jurásico” con réplicas a tamaño real de dinosaurios. Y es que era tal la locura de Escobar por los animales que con sus sicarios se comunicaba con palomas mensajeras.

1993. La Policía se carga a Pablo Escobar. Horas después de conocerse la noticia, la Hacienda Nápoles es saqueada. Algunos animales del zoo mueren, otros acaban en la parrilla, pero la pareja de hipopótamos, muy astuta ella, consigue escapar. Los paquidermos campan durante años a sus anchas por los alrededores de Medellín, destruyendo cultivos -necesitan 50 kilos de hierba al día para alimentarse-, aterrorizando a los campesinos y procreando como conejos. De esta nutrida descendencia aún vive más de una veintena en la mansión de Escobar, reconvertida en parque temático, tras ser confiscada por el Gobierno, y en cuya puerta principal cuelga la avioneta en la que Escobar sacó de Colombia su primer alijo de cocaína. Qué educativo.

En fin, volvamos a lo nuestro. La familia de hipopótamos crece y, claro, llegan las peleas, provocando que dos de ellos -macho y hembra- abandonen la colonia, tras ser expulsados de la manada, y viajen 150 kilómetros al norte del país, convirtiéndose en los primeros animales de su especie en la historia -hablamos de miles de años- que viven en el continente americano en libertad. Ante el riesgo que suponen para la población -no nos engañemos, pese a su dulce apariencia, los hipopótamos son de los animales más peligrosos del mundo-, el Ministerio de Medio Ambiente autoriza su caza. En 2009 un grupo de soldados -en la foto de arriba-, acompañados de dos ejecutivos alemanes de la multinacional Porsche aficionados a la caza, matan a tiros a Pepe, el macho, y en el país se arma la marimorena. Los ecologistas encabezan las protestas. La hembra Matilda y su cría siguen ahora por ahí perdidos sin que nadie se atreva a cazarlos.

Qué historia, verdad? Pues hasta hay un documental, Pablo´s hippo en el que su director, Antonio von Hildelbrand, recuerda que los hipopótamos que pasean por Colombia son un añadido más a una larga lista de absurdos y sinsentidos que Escobar causó  en el país. Para él, «los narcos tienen similitudes con los hipopótamos, o al menos Pablo Escobar las tenía. Son gorditos, lampiños, extremadamente agresivos, no particularmente inteligentes pero muy fuertes, y todo lo que hacen es por territorio y por hembras». La verdad, no lo había pensado nunca pero tiene más razón que un santo.

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