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Cómo recorrer un camino medieval: historia y preparación del Camino de Santiago

Cuenta la leyenda que tras la muerte de Jesucristo, el apóstol Santiago continuó su labor evangelizadora en tierras de la Hispania romana. De Palestina se embarcó hasta Andalucía y subió por Portugal hasta Iria Flavia, en Galicia. De allí siguió por el norte hasta el este de la península: Lugo, Astorga, Zaragoza y Valencia, desde donde regresó a Palestina a seguir predicando.

Sin embargo, corrían los tiempo de Herodes Agripa, y como predicar el Cristianismo estaba prohibido, Santiago fue decapitado. Lo que sucede a continuación es toda una aventura: sus discípulos Teodoro y Atanasio robaron el cadáver y se lo llevaron en una barca hasta el puerto de Iria Flavia, en Galicia, pues se había establecido que cada apóstol descansaría eternamente en la provincia donde había predicado el evangelio. Desde allí lo llevaron en un carro tirado por bueyes, y cuando los animales se negaron a seguir, lo tomaron como señal divina para enterrar el cuerpo. Este punto es el bosque de Libredón, actualmente conocido como Santiago de Compostela.

El lugar de la sepultura de Santiago se mantuvo en el tiempo a través de la tradición oral y por medio de algunos escritos, pero no fue hasta el siglo IX cuando se descubrió. Un ermitaño llamado “Pelayo», habitante del bosque, empezó a ver resplandores misteriosos, que describió como estrellas, y avisó al Obispo de Iria Flavia, quien a su vez llamó a Alfonso II El Casto, el rey de turno. Organizaron un viaje al “campo de estrellas” (de ahí viene el término Compostela) y después de comprobar que allí se encontraban los restos de Santiago y de sus discípulos, se levantó el primer templo como señal inequívoca de la tumba del Apóstol.

Desde ese entonces, miles de peregrinos de todas partes de Europa y del mundo recorren diferentes caminos para llegar a Santiago de Compostela. La ciudad gallega es, junto a Jerusalén y Roma, una de las tres grandes peregrinaciones de la Cristiandad. Hoy en día las motivaciones para recorrer las rutas jacobeas van desde la devoción religiosa y el descubrimiento personal, hasta la aventura, el deporte y la cultura.

Así pues -y después de esta larga pero necesaria introducción-, nuestro primer destino como viajeros permanentes será el Camino de Santiago: 775 kilómetros a pie desde Saint Jean Pied de Port, al sur de Francia, en la frontera con los Pirineos, hasta Santiago de Compostela en Galicia, España. Existen varios caminos (el del Norte, el Portugués, el Primitivo, etc.) y, como mencionamos antes, diferentes motivos para recorrerlos: nosotros haremos el Camino Francés, inscrito desde 1993 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y aunque respetamos la costumbre religiosa, no somos precisamente creyentes. En cambio sí nos atrae mucho la idea de “pueblear”, probar las viandas de las ocho provincias -siete en España y una en Francia- que atravesaremos, ver cómo cambia el paisaje, conocer otros caminantes y poner a prueba nuestro estado físico.

La preparación

Los preparativos son relativamente sencillos: hacerse con un par de credenciales del peregrino (nosotros fuimos a la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid; en la Calle Carretas, a unos minutos de la céntrica Puerta del Sol), descargarse en el celular una aplicación con información sobre los albergues y las etapas recomendadas del Camino, revisar que las mochilas y el equipaje de trekking esté en buen estado (fuimos a nuestra tienda deportiva favorita para comprar lo que faltaba, ¡alabado seas, Decathlon!) y entrenar durante las semanas previas con caminatas rurales y urbanas.

¿Qué lleva en su mochila un peregrino del siglo XXI?

Si son nuevos en esto del trekking se recomienda usar los zapatos, la ropa y los bastones de senderismo antes de iniciar el Camino y que el peso de las mochilas sea alrededor del 10 % del peso del caminante (pecados incluidos). Es conveniente que el material de la ropa sea ligero y de secado rápido y que los zapatos sean impermeables (a lo largo de casi 800 kilómetros puede llover muchas veces). El minimalismo, por supuesto, está incluido en el paquete. Para que se hagan una idea, esto es lo que llevamos en los macutos:

 

 

Mochila de Jorge:

– 3 pantalones: uno corto, uno largo y otro transformable en corto.

– 2 camisetas deportivas.

– 1 camiseta térmica.

– 3 pares de calzoncillos.

– 2 pares de calcetines antiampollas.

– Bañador

– Gorra

– Toalla de microfibra

– Saco de dormir ligero

– Poncho impermeable o “chubasquero”

– Bastón de senderismo

– Forro polar o chaqueta térmica

– Zapatillas de senderismo impermeables

– Tarro de champú 100 ml

– Linterna de cabeza

– Botella térmica para el agua

– Dos pinzas para la ropa (para colgarlas de la mochila si no se alcanzan a secar en el albergue)

– Tapones para los oídos

– Cepillo de dientes

– Billetera con documentos y efectivo

– Celular con cargador

– Credencial del peregrino

– Lentillas, gafas de sol y de ver

– Reloj fitbit

Peso: 8,5 kg.

Mochila de Manu:

– 3 pantalones: uno corto, unos leggins largos y uno transformable

– 3 camisetas deportivas (se escuda en que su ropa “tiene menos tela y pesa menos”)

– 1 camiseta térmica.

– 3 pares de calzones (unos para el periodo, marca THINKS)

– 2 brassieres deportivos

– 2 pares de medias antiampollas

– Vestido de baño

– Sombrero

– Copa menstrual Diva cup

– Toalla de microfibra

– Saco de dormir ligero

– Poncho impermeable o “chubasquero”

– Bastón de senderismo

– Forro polar (chaqueta térmica)

– Zapatillas de senderismo impermeables

– Tarro de champú 100 ml

– Linterna de cabeza

– Botella para el agua

– Pinzas para la ropa

– Tapones para los oídos

– Cepillo de dientes

– Billetera con documentos y efectivo

– Celular con cargador

– Libreta y lapicero

– Credencial del peregrino

– Gafas de sol y de ver

Peso: 5 kg.

Lo que compartimos:

– Kindle (libro electrónico)

– Jabón de Marsella para la ropa y el cuerpo

– Toallitas húmedas

– Protector solar

– Navaja (con cuchara y tenedor)

– Cortauñas y pinzas

– Pequeño botiquín con paracetamol, buscapina, aguja (para estallar las ampollas), betadine y curitas.

– Barritas de cereales, dátiles y frutos secos para los primeros días.

– El capitán Haddock y compañía

No es necesario llevar mucha comida, ni muchas medicinas, puesto que el Camino atraviesa muchos pueblos donde hay farmacias, supermercados y restaurantes que ofrecen menús especiales para los peregrinos (el famoso “Menú del peregrino”). También hay tres tipos de albergues: los municipales, los parroquiales y los privados, donde el precio por noche varía; desde la voluntad hasta los 30 euros, aproximadamente. Nuestro presupuesto diario es de 40 euros entre los dos (alrededor de 142.000 pesos colombianos), así que echaremos mano de la creatividad para ahorrarnos “unas perras” (o pesos, en “colombiano”).

Armados de valor y nuestras mochilas, dejamos Madrid el 21 de septiembre sintiéndonos todos unos peregrinos. En la próxima entrada les contaremos cómo fueron las primeras etapas, qué hicimos bien y en qué metimos la pata. Si alguno de los lectores tiene preguntas, comentarios o sugerencias, que sepa que son bienvenidos.

 

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