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Movilidad en el Valle de Aburrá, ¿un asunto de fronteras?

Por: SARA ARANGO (@sarangof) Y ANDRÉS FELIPE TOBÓN VILLADA (@tobonvillada)

El asunto que se entreteje en la problemática de movilidad, no sólo en Medellín, sino en el Valle de Aburrá, obedece a la ausencia de un modelo computado de ciudades conurbadas como el que requiere esta subregión. En efecto, no sólo tiene lugar una ausente preocupación en lo que respecta a la la consolidación de un solo modelo en términos de movilidad (que encierra aspectos como el del urbanismo y el paisaje, por supuesto), sino que incluso los modelos de las ciudades que hacen parte de esta conurbación discuten irreconciliablemente entre ellos.

En este sentido, lograr un modelo de Sistema de Integrado de Transporte no tiene lugar al pensarse exclusivamente para Medellín, cuando sí para todo el Valle de Aburrá (incluso para los municipios que, por asuntos políticos, se han autoexcluido del Área Metropolitana). De esta forma, municipios aledaños a Medellín, como Bello y Envigado, hacen parte fundamental de la situación, tanto por las dinámicas económicas, territoriales y sociales que intercambian con Medellín, como por su vinculación inmediata en términos de movilidad. Es por esto que su responsabilidad no puede ser ignorada.

Recientemente Envigado ha ocupado las primeras planas en materia de problemas de movilidad. El asunto del Metroplús y el Túnel Verde se mantiene en vilo, y la manera de llevar a cabo la discusión entre ambas partes no ha sido, de ninguna manera, la mejor. No ha sido tan publicitada ni controversial otra situación que es clara al dar cuenta de las malas decisiones de movilidad que se toman en Envigado: el Megaplán vial, que ahora insisten en llamar Megaplán de movilidad como si cambiar un nombre cambiara la escencia de un plan diseñado para el auto particular, y que incentivará más tráfico vehicular. Un verdadero desastre urbanístico: ¿quién o quiénes pierden espacio cada que se lo damos a una vía?.

El asunto de la movilidad no es tan sectorizado como pretenden hacernos ver. Esta situación como problema en la ciudad de Medellín y en el  Valle de Aburrá tiene lugar por un desorden en la ejecución de las diferentes medidas que se han pensado para solucionar problemas relacionados con el asunto. Las ciudades siguen siendo pensadas como casas y edificios acompañados por vías donde se movilizan las personas, ignorando que solo el 15% se movilizan en carro particular, mientras que cerca del 30% lo hace a pie, y aproximadamente el 41% lo hace en servicio público (buses, taxis y metro). Como consecuencia, la infraestructura sigue prioriando las vías para privados, y dejando a un lado la adecuación de la ciudad para impulsar y priorizar el Sistema Integrado de Transporte público y el transporte no motorizado.

La falta de coordinación entre Envigado y el resto del área metropolitana en materia de movilidad llegará a su culmen al frente de los ojos de la ciudadanía, gracias a una de las intervenciones del Megaplán vial de Envigado. La avenida Las Vegas será ampliada a un tercer carril por dirección en tramos correspondientes al municipio de Envigado. Los funcionarios de este municipio alegan que no se pueden considerar ciclorrutas en este tramo ya que implicarían la tala de árboles. Mientras tanto, gracias a la notable gestión de Encicla y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, la misma avenida Las Vegas será enriquecida con carriles de ciclorruta en un tramo de la avenida que corresponde a Medellín. De esta manera, los automovilistas que se dirijan en sentido sur-norte desde Envigado se encontrarán con un embotellamiento absolutamente incómodo, y los ciclistas que se dirijan desde Medellín hacia Envigado en sentido norte-sur se encontrarán con una ciudad sin garantías para condiciones mínimas de seguridad vial.

Hechos recientes, como la mal llamada y ejecutada “prueba piloto” de una de las propuestas del colectivo de ciudadanos Túnel Verde sobre el modelo de movilidad que debería aplicarse en la frontera entre Medellín y Envigado, son muestra clara de una serie de desaciertos políticos que no se corresponden con una idea clara ni concertada de ciudad ni de Valle de Aburrá. Y no es que estemos de acuerdo con una u otra posición, más bien creemos en la concertación. Si lo que pretendía la Alcaldía de Envigado era presentar excusas para aplicar el modelo del Metroplús bajo los diseños originales del tramo 2B, el intento de hacer quedar como tontos a un colectivo de ciudadanos causando un daño a todos los envigadeños no es la más efectiva, especialmente si la validez técnica de tal ejercicio es nula (¿cómo puede una prueba piloto del tramo 2B de Metroplús ignorar ¡El Metroplús!?). Campañas de sensibilización, debates serios, y muestras de planes conjuntos con la ciudad vecina parecen ser un camino más razonable y democrático. ¿Se atrevería Envigado, por ejemplo, a liderar campañas para desestimular el uso del auto particular?.

Si no hay consenso, es normal encontrarnos con desaciertos como el Megaplán vial de Envigado. Construir un modelo de ciudad como si las que rodean a Medellín no se relacionaran con ella -insistimos- es ridículo. Casi tanto como pretender lograr planes ideales sin consenso subregional. Defendemos el Metroplús en el sector de La Frontera, sin duda alguna. Cuestionamos las formas de justificación aplicadas por una ciudad sin modelo de movilidad. Si nos obligaran a elegir entre Metroplús y el Túnel Verde, obviamente elegiríamos Metroplús. Pero esta es una visión reduccionista del asunto, que desconoce la importancia del buen urbanismo y paisajismo, y más allá, de la democracia en el espacio público y en la movilidad, donde también es fundamental la participación ciudadana. Más que una disputa entre dos posiciones, vale la pena buscar una sana discusión.

Estos y otros desaciertos que trataremos luego (como el desaprovechamiento de las fotomultas y la excusa de la topografía del Valle de Aburrá para desacelerar el fenómeno del ciclismo urbano) no son de una ciudad central, ni de una ciudad autoexcluída: son problemas del Valle de Aburrá. El problema no está en La Frontera, eso sí que es reducir el asunto. El problema está en desconocer la urgencia de reconocer y verdaderamente implementar un Sistema Integrado de Transporte para el Valle de Aburrá.

 

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