ciudad MADE IN CHINA

Publicado el Juan Sebastian Herrera

Bogotá, hagamos de cuenta que nada ha pasado.

Oye Bogotá, ¿qué nos pasó? todo venía marchando tan bien… ¿recuerdas aquella época donde los titulares decían «Bogotá ofrece una señal de esperanza para otras ciudades…«? tiempos aquellos.

Todos quisiéramos pensar que nada ha sucedido y que la buena racha de administraciones y logros se ha potenciado, pero no. Desde hace ya casi una década, la ciudad se detuvo y peor aún, marcha para atrás.

Esta buena historia podría decirse que comenzó en 1995 con la llegada de Mockus a la alcaldía y a través de él, una serie de iniciativas para entonces polémicas pero que hicieron mella en la ciudadanía y transformaron la manera de relacionarnos en la calle. A raíz de esta buenísima experiencia Bogotá fue conocida como la «Ciudad Pedagógica», se escribieron libros al respecto, exposiciones, pero más importante, la ciudad tuvo una nueva cara y parecía comenzar un resurgir poderoso.

Algunos autores hablan de «Urbanismo prestado» refiriéndose a la manera como Bogotá apropió buenas prácticas de otras partes para la ciudad. El BRT de Curitiba, el modelo de transformación urbana y de administración de Barcelona y la ciudad para la gente de Copenhague. Buenas practicas que se convirtieron en propias, guiadas por el liderazgo de unos buenos alcaldes; el urbanismo prestado se convirtió en «urbanismo transformativo«, adaptado únicamente para Bogotá.

Así, la historia que comenzó con Mockus siguió con Peñalosa (1998-2000) y su pasión por generar espacio público y movilidad sostenible (Transmilenio, 2000). Parecía – y aún- que esta dupla Mockus-Peñalosa era la dinámica, mientras uno abonaba terreno sobre la cultura ciudadana y armonizaba la ley, la moral y la cultura, el otro se enfocaba en las transformaciones físicas consecuentes con un único modelo. Hablarle a los ciudadanos sobre la importancia del espacio público en el espacio público.

Hacia esos años la ciudad cosechó importantes reconocimientos y premios: Desafío de Estocolmo 2000, Gates Foundation – Acceso al aprendizaje 2002, UNESCO Ciudades para la Paz 2002, Ciudad Digital 2004, Ciudades activas – Ciudades Saludables 2005, Ciudad con Corazón 2005, Capital Mundial del Libro 2007, y el que más me impresiona, León de Oro por Mejor Ciudad en la Bienal de Venecia de 2006. 

No soy de los que se fían únicamente en premios y viven de ellos eternamente, pero indudablemente esta sucesión de reconocimientos hablan de una tarea bien hecha durante los últimos casi 20 años, sumado a la  excelente percepción ciudadana. Salta la pregunta, ¿Qué hay de ello hoy día?

Indudablemente Bogotá es la ciudad más importante del país desde varios indicadores, concentra el 16% de la población y aporta el 24.5% del PIB.
En lo económico, la pobreza ha bajado hasta un 11.6% en 2012; la desigualdad se ha reducido, el coeficiente de Gini estuvo en 0.497 en 2012 y el desempleo bajó a 9.5%, cifra inferior al promedio del país.

En la capital, hay 2.185.874 hogares de los cuales el 11,8% se encuentra en déficit de vivienda, el 45% de los mismos tiene déficit cuantitativo y el 55% está en déficit cualitativo.

La brecha en la calidad de la educación pública y privada aumenta, sólo el 0.39% de colegios distritales obtuvieron Muy Superior en pruebas Icfes frente al 39.5% de colegios privados.

(…) Indicadores y más indicadores. Pero a pesar de estas buenas y malas cifras el descontento es siempre mayor, la percepción es pésima, quizá porque los temas donde la ciudad realmente está mal -en indicadores y en la vida real- son los que en el día a día nos afectan. Movilidad, deterioro urbano, espacio público y medio ambiente; en este último por ejemplo, para no hablar de lo mismo, las cuencas hídricas tienen un índice de calidad marginal. Nada bien, ¿no?

Mucho se ha escrito sobre la coyuntura que atraviesa la ciudad ahorita mismo, la comidilla política está al orden del día y las especulaciones sobre lo que sucederá no faltan; el egoísmo es tanto que la ciudad desapareció y sólo existen unos nombres propios que nos remiten a una disputa de esas que nos unen tanto.

Un grupo amigo, el Combo 2600 recién habló sobre esto, no quiero repetir lo que ellos ya dijeron de mejor manera así que me gustaría empalmar con ellos y tan solo dejo el enunciado para que se lea -y se oiga- con fuerza. Alcalde, ¿Y la ciudad qué?

Y para yo terminar, si esta bonita historia no nos da alegría, pues al menos que nos de nostalgia. ¿Por qué no dejamos todo eso atrás y hacemos de cuenta que nada ha pasado?

 

@herrerajuans

 

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