Cien Días vistos por CINEP

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Editorial. Balance y reelección de Santos: entre la guerra y la paz

Por: Luis Guillermo Guerrero Guevara*

La reelección de Juan Manuel Santos Calderón a la presidencia de Colombia es el hecho político que marca la coyuntura de los últimos cien días en el país. Pero más allá del hecho y de sus consecuencias en el inmediato futuro, es necesario hacer un balance de varios procesos claves que sobrevinieron durante el primer cuatrienio de gobierno del Presidente Santos en la vida nacional. Procesos que en la contienda electoral, por la polarización de posiciones frente a la paz, quedaron excluidos de la agenda política en el debate público.

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No hay duda, la disputa electoral fue monotemática, los programas presidenciales se centraron en la disyuntiva entre la “guerra” y la “paz”, pero no tocaron los contenidos de fondo para las regiones ni para el país. No se generó un análisis riguroso sobre las demandas y propuestas de la movilización social en el país. No se trataron en serio temas como la reforma del Estado ni sobre su fortalecimiento ni sobre la gobernabilidad y su consolidación en zonas no integradas a la vida económica y política del país. Tampoco hubo un debate de altura en la evaluación sobre los resultados de la macroeconomía, de la economía agraria y campesina, de la inversión extranjera en la llamada “locomotora minero energética” ni sobre el desarrollo regional, menos aún sobre los impactos ambientales de estas inversiones económicas de enclave extractivo. Tampoco se hizo visible una reflexión que evaluara la persistente violación de los derechos humanos civiles y políticos, ni sobre realidades tan claves y sensibles como el diseño y aplicación de las políticas sociales de cara a la vulneración de los derechos en salud, educación, vivienda o empleo. No se hizo igualmente mención ni se elaboró un balance sobre el papel de los medios de comunicación y mucho menos se analizó la libertad de expresión para la prensa. Tampoco se llevaron al debate, las relaciones internacionales: ni el tema de la aplicación de los Tratados de Libre Comercio ni  las relaciones con los países vecinos en orden a las dinámicas económicas con Venezuela, Ecuador o Perú ni lo que tiene que ver con la geopolítica de la región andina o del escenario Latinoamericano y del Caribe.

Todos estos temas, y otros que hacen parte de la preocupación cotidiana de la ciudadanía, se quedaron sin tratamiento en la contienda electoral. Los colombianos y colombianas, no votaron por un programa presidencial, sino que de los 32.975.158 – potenciales – ciudadanos votantes, 7.816.986 – votaron por continuar, a la manera que propone el presidente Santos, la superación del conflicto armado mediante una negociación política con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC-EP) y una posible apertura de diálogos con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). De otra parte, 6.905.000 — ciudadanos sufragantes, votaron por la propuesta del Centro Democrático, disciplinado por el expresidente Uribe Vélez y representado por Oscar Iván Zuluaga, que impulsa la superación del conflicto por la vía de doblegar militar, jurídica y políticamente a las guerrillas de las FARC-EP, el ELN y algunos grupos que subsisten del Ejército de Popular de Liberación (EPL) en el país.

De esta manera las elecciones presidenciales se parecieron, – guardando las distancias y las estrictas definiciones de la técnica política- más a un “referéndum decisorio” que a unas elecciones presidenciales, donde se está definiendo un programa estructural para gobernar un Estado, sirviendo a una sociedad que quiere potenciar sus capacidades y resolver sus problemas.

 De otra parte, es igualmente problemático y cuestionante que, en un tema tan importante y determinante para la vida de la nación, solamente el 47,89% (15.794.940 millones) de los ciudadanos con derecho a votar se hayan expresado y que el 52,11% (18.180.218 millones), no esté concernido, se haya abstenido y no se sienta partícipe del proceso político que vive el país. Estos resultados no son de la presente coyuntura, ellos muestran un tema recurrente e histórico en los procesos electorales del país. Situación que pide análisis más exhaustivos sobre las costumbres políticas colombianas, pero sobre todo implica un reto pedagógico para cambiar la cultura política de los ciudadanos/as del país. Esta situación de despolitización tiene múltiples explicaciones y causas, algunas enraizadas en la exclusión política, o en la limitada e inexistente educación y formación política o en el desprestigio de la política. Pero ante todo, esta situación debería generar en la sociedad en general, pero especialmente en el Estado, en los actores educativos y en los partidos políticos en particular, una profunda reflexión que lleve a transformar el modo de proceder en la política, recuperando la vocación ética del servidor público, el compromiso del gobernante y del administrador de cara al bien común, a la garantía y realización de los derechos humanos y, desde la ciudadanía, a una responsable y comprometida participación en la acción política.

 Por esta razón, la presente entrega de la Revista “Cien Días Vistos por CINEP” No. 82, ofrece un balance sobre algunos de los temas fundamentales que no se trataron con profundidad en la contienda electoral y que hacen parte del primer cuatrienio del gobierno del presidente Santos. Hacemos esta producción analítica de la coyuntura desde una comprensión alternativa de la realidad colombiana, priorizando algunos procesos y temas claves del primer gobierno del Presidente Santos Calderón, en especial sobre los resultados de la movilización y la protesta social; la violación a los Derechos Humanos; la construcción y el fortalecimiento del Estado; las propuestas de desarrollo económico y social tanto en el nivel nacional como regional; el balance sobre la situación de los periodistas y la libertad de expresión en el país y, el seguimiento a la política internacional, especialmente con Venezuela, una de las fronteras más dinámicas y complejas que ha tenido Colombia en su historia y que recientemente, por las relaciones que ha tejido el gobierno con el vecino país, hace parte de la discusión política interna.

En estos momentos en que la oposición del Centro Democrático es tan demoledora y obstinada frente al modo de proceder político del Presidente Santos en los diálogos de La Habana, la opinión pública necesita tener otras interpretaciones para generar percepciones más cercanas y verídicas a los diálogos entre gobierno y FARC-EP. Pero en esto, el gobierno anda de manera muy parsimoniosa y sin una clara estrategia de pedagogía y comunicación ciudadana, con el objetivo de impulsar una comprensión a fondo del proceso y sus resultados. En este aspecto, si bien es entendible que las reglas de juego del diálogo no permiten difundir de manera extensa y definitiva lo que se define en cada punto, pues “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, sí se necesita que el gobierno y los sectores de sociedad civil que creen en los diálogos, redoblemos nuestros esfuerzos para que la propuesta de superación del conflicto armado y la construcción de una etapa de postconflicto para llegar a la paz estable y duradera, gane visibilidad, fuerza y espacio en la sociedad.

Por otra parte, la oposición, queriendo ganar de mano el espacio político de la refrendación ciudadana sobre los acuerdos que puedan salir de los diálogos, está avanzando con vigor y decisión en ello. Los congresistas, los políticos y militantes del Centro Democrático y sus cercanos amigos de otras tendencias y partidos, tienen totalmente aprendida la “cartilla doctrinaria” uribista, y la saben recitar con profunda y disciplinada convicción en cuanto programa de radio, televisión y escenario de opinión son invitados. Pues, al perder espacio político en las elecciones presidenciales y al no ganar en el Congreso el amplio espacio deseado para avanzar en sus propuestas, han decidido copar de manera efectiva otros espacios de la opinión pública, en especial los medios de comunicación, y no se sabe si en otros escenarios del conflicto armado, para generar una percepción negativa, no creíble e incongruente sobre los diálogos de La Habana. Para algunos analistas se trata de preparar el camino para que la ciudadanía vaya cultivando una percepción negativa y en contra de la refrendación de los acuerdos, antes de que salgan definitivamente a la luz pública en toda su expresión.

Por eso, de cara a esta pugna que sigue su curso, es necesario diseñar y aplicar estrategias conjuntas desde diversos sectores, mesas y redes inter-institucionales, que aporten tanto a proteger el proceso de diálogo y refrendación ciudadana, como a no dejar llenar el espacio de la opinión pública de una versión negativa sobre esta oportunidad de superar el conflicto armado y entrar en una etapa de construcción de posconflicto que el país necesita.

Desde el CINEP/Programa por la Paz, hacemos un llamado tanto al Gobierno como a las FARC-EP, para que avancen y muestren con mayor fuerza y con estrategias pedagógicas y comunicativas, los resultados del proceso, de manera tal que la sociedad vaya ganando confianza y una mayor cercanía a los diálogos desde sus protagonistas y no por versiones distorsionadas de terceros.

Obtener resultados creíbles y legítimos en un proceso de diálogo tan complejo y entre contrarios, sobre el conflicto armado y social del país, necesita de las partes en disputa, la osadía y la fuerza ética de decir y de obrar según el fragmento de verdad que se tiene, pero también de escuchar con seriedad la cuota de verdad que el contrario ha construido desde su experiencia. Los colombianos y colombianas que votaron por la reelección de Santos, sin cobrarle de manera anticipada un profundo balance de su gestión, esencialmente votaron por la refrendación del proceso de diálogos de cara a la construcción de una paz justa, sostenible y duradera, esperemos que este respaldo de los ciudadanos lo sepan aprovechar en La Habana y que aquellos que votaron por el otro camino y la inmensa mayoría que optó por no participar y expresar su desacuerdo, desilusión o indiferencia de esta manera, sean también beneficiarias de un resultado positivo para el país.

*Director CINEP/Programa por la Paz

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