Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

La cara desencantada del Halloween

Quién sabe cuántos millones de colombianos van a celebrar este 31 de octubre el Halloween. Sería interesante saber las estadísticas sobre el consumo de dulces, adornos y vestidos para este día. La celebración del Halloween toma cada año más fuerza, sin importar que tengamos o no motivos para celebrarlo. Es un festejo más, que copiamos de la cultura gringa; ya hemos copiado el día de San Valentín con el nombre de Día de amor y amistad (y no demora en institucionalizarse el día de Acción de gracias). Otra ocasión que las empresas de alimentos, vestidos y enseres, no van a dejar escapar, para obligarnos a gastar en chucherías baladíes.

El nombre Hallowe’en resulta de la síntesis de tres palabras All Hallows’ Even (todos, santos, tarde anterior) hallow, viene del inglés antiguo halig, que en su versión moderna, holy, significa santo. Santo, en español viene del latín sanctus, en inglés también existe la palabra saint, con el mismo origen.

El Halloween parece producto de la copia y propagación de un antiguo festival pagano celta: el Samaín. En la noche del 31 de octubre se celebraba la última recogida de cosecha del año, y el comienzo de la mitad más oscura del año. Los celtas, además, creían que en noviembre las paredes del mundo de los vivos se volvían delgadas y porosas, y los espíritus del “otro mundo” podían traspasarlas. Así que vestirse de fantasma cobraba sentido, pues era una manera de confundir a los espíritus y no ser reconocidos como vivos.

El cuento de los dulces y de la calabaza resulta de la hibridación con otras dos costumbres. Los dulces o los alimentos vienen de la tradición cristiana de dar comida a los pobres el día de Todos los Santos, el primero de noviembre. Sin generosidad, pues a cambio de comida, los mendigos debían hacer plegarias por el alma de los muertos (familiares de los ricos). La calabaza llegó a serlo por necesidad; había sido un nabo, que en una vieja leyenda irlandesa llevaba un tacaño y miserable campesino para iluminar su errar por el mundo, como condena impuesta por el diablo, después de que el avaro trató de engañarlo. Cuando la tradición se trasladó a América, las calabazas eran más accesibles y fáciles de tallar, y remplazaron a los nabos.

El Día de los muertos, en México, es el 2 de noviembre. Una celebración parecida, en la cual se pone una mesa con alimentos, para que los difuntos se deleiten por la noche. Se cree que desde hace 3.000 años, los indígenas de Mesoamérica: Aztecas, Mayas, Purepechas y Nahuas tenían un día para conmemorar a sus muertos. Cráneos, calaveras y papeles de colores recortados hacen parte de la tradición artesanal que acompaña el evento.

En Colombia, los niños van gritando de puerta en puerta: “triqui triqui jalowin, quiero dulces para mí, si no hay dulces para mí, se te crece la nariz”. Para hacer la rima tuvimos que acudir a Pinocho. El Tiqui triqui es una manera burda de acomodar al español el trick or treat, truco o dulce, (un truco malvado por supuesto). Este el primer tipo de soborno que  se les enseña a los niños. No existe registro de su uso en Norte América antes de 1927.

Este año, 157 millones de americanos van a celebrar el Halloween recogiendo dulces de puerta en puerta, yendo a fiestas de disfraces o poniendo adornos en sus casas. Este día se ha convertido en un motivo para crecer el consumo y el consumismo. En USA se abren almacenes solo en octubre, para ofrecer mercancía a los compradores. Este año los americanos gastarán alrededor de 7.000 millones de dólares en productos de Halloween; en promedio, cada persona gastará 74 dólares y 34 centavos; el doble de hace una década.

Parece que los medios sociales son, en alguna medida, responsables de las ventas millonarias en artículos relacionados con este día. A la gente le importa compartir en las redes sociales sus fotos de fiestas y de disfraces. El 41 % de los norteamericanos compra una calabaza para poner en la puerta de su casa. En California, solamente el año pasado, se vendieron 31 millones de calabazas. Producto que va a dar a la basura en las semanas siguientes. Nadie piensa en el desperdicio.

No deja de ser curioso mirar las estadísticas en dólares

En los días de navidad los americanos gastan 616.000 millones de dólares

En el día de la madre, 21.100 millones

En el día del amor y la amistad, 18.900

En la Semana santa, 16.400

El día del padre, 12.700

El Halloween, 6.900

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