Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Con personalidad borderline o BPD

Se oye hablar de depresión, de desorden bipolar, de déficit de atención, pero muy poco de la personalidad con trastorno límite de la personalidad (Borderline Personality Desorder). Se define así cuando el patrón general que opera la persona en sus relaciones interpersonales, la autoimagen y los afectos son inestables. Cuando la persona muestra falta de control sobre sus estados emocionales, con una visible impulsividad. Con más detalle, las personas con desorden limítrofe de personalidad sienten y se comportan de la siguiente manera: sus relaciones interpersonales son intensas y conflictivas, pues pasan en instantes de idealizar al otro a desvalorizarlo, pasan de amar, adorar y admirar, a despreciar, a odiar y a detestar. Las emociones respecto a los demás fluctúan asombrosamente, se la pasan hablando muy bien y muy mal de los demás.

Tienen un miedo irracional al abandono de sus parejas o de sus amigos, y vigilan con celo la amistad. Todo acto, una llamada, un pequeño incidente en contra o que pueda tener tintes de estar en contra hacen que exploten, entren en pánico, reclamen y se sientan fácilmente abandonados, descuidados, traicionados, maltratados por sus amigos y parejas. Son paranoicos con los familiares y amigos, no confían en nadie pues siempre la gente está buscando hacerles daño o existe alguna intención escondida. Cualquier comentario que crean estar en contra de ellos los pone hostiles y amargados.

Buscan culpables de todo lo que les ocurre negativo, son crueles, injustos y manipuladores con las personas con quienes se relacionan. Son los reyes del drama, son las víctimas de los demás.

La imagen de lo que son ellos mismos es inestable: en un momento se sienten magníficos y luego terribles; malos y buenos; bellos y horrendos.

Sufren de cambios de humor pronunciados, pasan de la risa y de hacer reír, a la rabia y al odio, a la irritabilidad, a la ansiedad, y estas emociones duran horas o a veces unos pocos días.

Sufren de aburrición, de sensación de vacío, de que en el mundo no hay nada bueno o atractivo para ellos.

Son impulsivos para tomar alcohol, para consumir drogas, para gastar dinero, para tener relaciones sexuales con desconocidos, para abusar de la comida o dejar de comer.

Tienen explosiones de ira con los demás y con ellos mismos, son capaces de hacerse daño físico y mental, de atentar contra su salud y contra su vida. Se cortan, corren en el auto, beben alcohol o consumen drogas en los días o en las horas de malestar.

Son el terror de los médicos, pues son muy difíciles de tratar: mienten y no se toman los medicamentos. No hay medicina para tratarlos, a veces los estabilizadores del ánimo funcionan en algunos de ellos, pero como no son buenos pacientes es difícil saber si utilizan las drogas recomendadas por los médicos.

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