Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

La dieta del ayuno

En la pesada batalla contra el peso se ven aparecer dietas nuevas cada día. Las dietas funcionan,en el sentido de que bajar peso sí es posible, pero funcionan mal, porque a la mayoría le queda imposible seguirlas a largo plazo. Sin embargo, una nueva dieta, la dieta del ayuno, parece, por lo pronto, una más fácil de seguir a largo plazo.

El médico inglés Michael Mosley la ha vuelto popular a través de su libro The Fast Diet y un documental realizado para la televisión, pero no es el único libro que se ha publicado sobre este tipo de dieta, existe otro, el 5:2 Diet.

La dieta 5:2 o Fast Diet es un poco distinta a la mayoría de las dietas, pues implica seguirla solo durante dos días por semana, en los otros cinco el consumo calórico es normal. Propone bajar esos dos días el consumo a 500 calorías. Se sobreentiende que los otros cinco días no se debe comer en exceso, sino moderadamente. Promete ser llevadera, pues ejercer la voluntad dos días a la semana es sin duda más fácil que hacerlo durante siete. Además de que se baja en promedio una libra de peso por semana, esta dieta hace disminuir los niveles de colesterol, así como la resistencia a la insulina. Los investigadores aducen que incluso incrementa la concentración mental y la productividad; al menos, al analizar sus efectos en roedores.

Para los dos días de ayuno se recomienda hacer un consumo más alto de proteína que de carbohidratos. El consumo de proteína hace que la sensación de saciedad sea más prolongada; en cambio, los carbohidratos son combustible de fácil acceso para el organismo. Cuando comemos, las enzimas digestivas descomponen los alimentos en tres formas básicas: proteínas, carbohidratos y grasas. Necesitamos las proteínas para la construcción y mantenimiento de los tejidos; en cambio, los carbohidratos y las grasas se requieren para atender el gasto energético y el sobrante se almacena.

Las formas más comunes de azúcar son la glucosa y la fructuosa. El cuerpo necesita la presencia constante de la glucosa para funcionar, sobre todo las células del cerebro, pero su exceso es veneno para los tejidos del cuerpo. El cuerpo está todo el tiempo monitoreando los niveles de glucosa, y el páncreas reacciona soltando insulina según haya más o menos glucosa en el torrente sanguíneo. La insulina se encarga de que los niveles de glucosa no suban demasiado. El hígado también está involucrado en este proceso. El exceso de glucosa que no se utiliza se convierte en grasa y se almacena. La fructuosa está presente naturalmente en las frutas y en la miel. La fructosa se metaboliza casi completamente en el hígado, y su exceso se convierte en grasa que se almacena allí o se va por el torrente sanguíneo a depositarse en las células adiposas. Con las grasas el proceso es similar: se procesan en el estómago e intestinos, se utilizan como energía, y su exceso se guarda en el hígado, en los músculos y otros órganos.

Las células que guardan la grasa se llaman adipocitos, y los tenemos distribuidos por todo el cuerpo. Cuando consumimos más energía de la que necesitamos, las células adiposas se engordan. No es que salgan más células adiposas, es que las que tenemos desde niños se vuelven más grandes. La mayoría de la gente cree que se engorda solamente debajo de la piel, al aumentar el tamaño de la grasa subcutánea; pero no, también se engordan las células adiposas que se encuentran entreveradas en los músculos y las que rodean los órganos del abdomen, por eso la barriga se proyecta hacia afuera cuando engordamos. Adelgazar es desinflar cada célula del cuerpo, pero lo notamos allí donde es más visible, justo allí donde hay más células adiposas juntas.

Las personas que siguen la dieta del ayuno dicen con entusiasmo que se puede hacer, pues no se llega a estar mortificado ni deprimido por su causa. Se adelgaza, aseguran todos, y al notar que adelgazamos se fortalece la voluntad, y eso nos ayuda a controlar el consumo calórico durante los días de dieta normal, pues nadie quiere perder el esfuerzo que ya ha hecho.

 

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