Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Una pequeña mentira

En el último apunte en su blog, el neurocientífico Sam Harris reflexiona sobre un tipo de acciones que se ha puesto de moda: engañar a los niños, diciéndoles una mentira, para que reaccionen emocionalmente y así filmarlos y exhibir en YouTube el video del pequeño drama. Harris escribió hace poco un libro llamado Lying (Mintiendo). Durante unas semanas lo colgó en la red, gratis, para quien quisiera bajarlo al computador o a la tableta. Harris está muy interesado en el tema de la mentira y con su último artículo lo retoma.

Sam Harris defiende la idea de que mentir, en cualquier caso, es indeseable, que deberíamos andar siempre con la verdad y evitar las mentiras a toda costa, pues sin excepción hacen daño tanto al emisor como al receptor. Idea muy discutible, pues todos hemos vivido situaciones en que la mentira piadosa evita un sufrimiento innecesario, o casos en que la mentira inteligente permite escapar, evitar un abuso o al menos disminuirlo. La mentira es un mecanismo para interactuar socialmente, y existe porque es muy útil.

En su artículo “El alto costo de las pequeñas mentiras”, Harris muestra un video donde varios niños lloran amargamente porque sus padres les han dicho que van a quitarle los dulces que recogieron en halloween. Lo han hecho con el propósito de que lloren, para filmarlos, para mostrar sus reacciones angustiosas, y entonces  reír con estas.

Todos estamos de acuerdo con la regla de oro: No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti. Uno se pregunta si habrá alguien a quien pueda gustarle ser engañado hasta las lágrimas para ser filmado y luego exhibido en YouTube. Y para colmo, que luego se le aclare que todo fue un engaño para hacer divertir a otros.

Los que filman este tipo de videos aducen que los niños deben aprender a tomar las bromas, que los dulces o juguetes no son más que cosas sin importancia, que los niños deben estar preparados para el mundo real, y bromas como ésta los ayudan a prepararse. Y qué importa hacer este juego si el niño lo va a olvidar, pues el daño no va a ser grande ni duradero.

Estas respuestas muestran algo de crueldad, pero sobre todo falta de respeto. La importancia de las cosas es muy relativa, para el adulto un dulce puede no ser importante, pero para el niño sí. En realidad, para cada uno de nosotros es importante lo que subjetivamente consideremos así, no importa lo que piensen los demás, pues esto responde a una emoción, a un vínculo, a un apego que otros no tienen por qué avalar. Nadie tiene derecho a definir lo qué debería ser importante para uno. Para cualquier adulto sería ofensivo que los demás utilizaran el sufrimiento nuestro como motivo de juego, de risa o de espectáculo. Y de todos modos es horrible que traten de avergonzarnos de cualquier forma que se lo intente.

Una razón fundamental para no hacer este tipo de cosas es cuidar la atmósfera de confianza y respeto familiar. ¿Cómo confiar en el mundo si no puedes hacerlo ni siquiera con las personas que te quieren, si tus padres te traicionan? Los padres son los que tiene que entender esto, no el niño.

En YouTube hay muchos videos con niños, que vale la pena analizar. En estos días estuvo circulando el de un bebé que llora de emoción cuando su mamá canta. Ella descubre que ciertas melodías hacen llorar al niño y se divierte mucho haciéndolo llorar. Sin duda el bebé es tierno y hace hermosos pucheros, es una hermosura de bebé, pero el acto en sí no es propiamente encomiable. Con una voz horrible y muy alta canta mientras filma a su pobre bebé que se emperra a llorar. ¿Qué espera ella con esto, que nos sorprendamos? Todos sabemos que hasta los perros lloran (aúllan, tal vez una herencia de los lobos) con cierta música y con sonidos agudos, que ese talento, el de llorar con las melodías tristes, lo compartimos todos los seres humanos. La mamá, en su ignorancia, expone al público enorme de YouTube los sentimientos de su bebé. El niño no va a perder la cordura por esto, el experimento puede ser interesante si se busca con este aprender algo, pero como diversión deja de serlo.

https://www.youtube.com/watch?v=4o-VplYrqBs

Algunos estudiosos del comportamiento humano, Konrad Lorenz entre ellos, consideran positivo educativamente someter a los niños a un moderado nivel de estrés: compromisos, disciplina, privaciones… Creen que son buenos, formativos, que entrenan al pequeño para soportar las adversidades de la vida futura con más fortaleza y aplomo. En este caso la acción persigue un buen propósito, del cual el niño debe ser siempre advertido.

Muchos padres tratan a sus hijos sin ningún respeto, pero esperan ser respetados. Por ejemplo, les piden favores constantemente, les hacen críticas sobre la moda que llevan, se burlan de sus sentimientos, minimizan sus problemas o simplemente no los ven, e imponen sin discusión los gustos y criterios propios. Nada se les puede discutir, son la autoridad absoluta de un régimen totalitario. Algunos padres exigen que sus hijos contesten a su llamado con: “señor” o “señora”, en vez de “qué”. Autoridad tonta, pues el verdadero respeto nace del amor reciproco, del mutuo buen trato, de los sentimientos profundos de justicia que tenemos. Nos duele ser injustos con quienes son buenos con nosotros, de ahí resulta el respeto. También de la admiración, del reconocimiento, de la gratitud, no de la imposición arbitraria ni de la violencia ni de la burla.

Es tu hijo, no tu muñeco ni tu sirviente ni tu actor.

 

 

 

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