Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Nuevos buenos modales

Le preguntó muchas veces a su mamá por qué no se podía usar el cuchillo para empujar el arroz o las alverjas sobre el tenedor. Su madre siempre le contestó que era mala educación, y punto. Steven Pinker encontró la respuesta en los tabúes medievales sobre el uso de los cuchillos, la cual explica con detalle en su último libro The BetterAngels of our Nature. Todo uso del cuchillo que no fuera estrictamente el de cortar la carne implicaba un cierto peligro de ser atacado.

La norma civilizada debe ser abolirla, y seguramente muchas otras. Son residuos de la cultura que se van quedando, en los que “hacemos porque lo hacíamos”, aunque nadie sepa la razón original.

La cultura sufre cambios permanentemente, y los buenos modales deben también modificarse cuando sea necesario. Definamos buenos modales como no hacer delante del otro lo que nos molesta que el otro haga delante de nosotros (salvo emergencias, como un vómito inesperado). Siguiendo esta premisa, deberíamos evitar hacer lo que produzca asco, moleste, de rabia o incluso envidia. Los buenos modales son muestra de civilización. Entre más civilizados, más respetuosos y considerados somos con los otros.

Por hoy, solo pensemos en los nuevos modales relacionados con el uso del correo electrónico y el teléfono móvil.

Correo electrónico:
Molestan los correos circulares, llenos de información que se va quedando pegada de los correos anteriores y te obligan a gastar tiempo para llegar a la información. Ahórrale tiempo al lector, pues a ti te gusta que te ahorren tiempo.

Molesta que las direcciones colectivas no vayan en el correo oculto. Muchas veces tú no quieres que tu dirección electrónica circules por el mundo entero.

Molesta que te envíen “cualquier” cosa. Agrada que haya una selección, pensada para tus gustos.

Molesta que la gente no conteste el correo que has enviado. Es lo mismo que saludar: hay que responder, aunque sean dos palabras, y hacerlo lo más rápidamente posible. Se puede notar, pues es evidente: la gente importante y ejecutiva responde prontamente, casi siempre corto, pero lo hacen.

Agrada lo concreto, lo limpio de basura, lo pensado. Agrada recibir respuesta a tiempo.

T. celular:
Molesta que suene en la sala de cine, conferencia o concierto.

Molesta que la gente hable en recintos pequeños y cerrados, como en los ascensores o en los aviones, y que estemos obligados a oír lo que no nos interesa.

Molesta que la persona no se aparte lejos de todos y que nos hable encima.

Molesta que durante las horas de comida, justo en la mesa de comedor, la gente hable por teléfono.

Molesta sobre todo si se habla por teléfono durante una cita romántica. En caso de hacerlo, la llamada debe ser de corta duración y no se deben contestar todas las llamadas cuando son frecuentes. A nadie le gusta que le hagan perder el tiempo, ni salir con alguien que se dedica a contestar el teléfono. Además molesta el ring de las llamadas, si estamos viviendo un momento especial. Ser verdaderamente romántico obliga apagar el teléfono.

Portar un teléfono móvil no implica la disponibilidad irrestricta del usuario.
Cuando se llama para conversar y no para trasmitir un mensaje corto y concreto, es importante empezar la conversación preguntando si el otro dispone de tiempo.

El chat: regla general, chatee cuando esté solo.

Chatear cuando se está en grupo quiere decir: aquel con quien chateo es más importante que todos ustedes.

Molesta que la gente que chatea no se despida cuando va a salir del chat o te deje esperando largo tiempo. Es como irse y dejar a un ciego solo sin decirle adiós.

Molesta la falta de concentración, ya sea en la conversación escrita o hablada. Es muestra de desinterés y falta de respeto no poner atención.

El cliente en vivo debería estar primero que los que llaman por teléfono. Es cuestión de establecer prioridades.

No se puede caminar chateando, ni se puede conducir, pues se corre el riesgo de atropellar a los demás.

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